¿Quién fue Miguel Enríquez y cómo inspira al actual movimiento social chileno?
© Foto : Amy Conger /Gentileza Fundación Miguel EnríquezMiguel Enríquez
© Foto : Amy Conger /Gentileza Fundación Miguel Enríquez
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Miguel Enríquez Espinosa fue médico, político y revolucionario chileno, fundador del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Dedicó y dio su vida por la transformación social de su país y América Latina. Sputnik conversó con dos generaciones de activistas sociales sobre el legado del emblemático líder asesinado por la dictadura en 1974.
Nacido el 27 de marzo de 1944, Miguel Enríquez es probablemente la figura que mejor retrata la generación revolucionaria de los años 1960 en Chile. Aquella que inspiró a miles de jóvenes que lucharon y resistieron la dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990) y que hoy aún abrazan el camino de las transformaciones sociales profundas en el país y en el resto del continente.
"Definitivamente la mística y consecuencia de Miguel, quien entregó su vida a la causa de los más humildes de Chile y el mundo, vive hoy en nuestras luchas contra el neoliberalismo y capitalismo salvaje y depredador. Tenemos la convicción de que el ejemplo de lucha y sacrificio que nos entregó él y nuestras hermanas y nuestros hermanos, caídos en la lucha, no han hecho más que pervivir en las luchas sociales actuales", señala a Sputnik Jaime Castillo Pretuzzi, exmilitante del MIR, exintegrante del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA), y ex preso político por 23 años en las cárceles de Perú.
Para Víctor Chanfreau, dirigente estudiantil y exvocero de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios —ACES, protagonistas del estallido social—, Miguel Henríquez y toda su generación, quienes eran muy jóvenes cuando la fundación el MIR, supieron ver el contexto histórico de la época y lo supieron interpretar.
"Había un contexto histórico mundial y vieron qué hacer en Chile bajo él. Se asemejan a la juventud rebelde de hoy y la generación de Miguel, la claridad de que la forma para cambiar las cosas era desechando los aparatos existentes, las ideas antiguas. Había una forma de conseguir la transformación social y hacia allá van los pasos", explica Chanfreau en diálogo con Sputnik.
"Es un hombre del futuro porque encarna lo más bello de la política y la necesidad de la revolución, que sigue siendo actual. Para él, hacer política era no inclinarse ante lo imposible, sino luchar por lo imposible y estar siempre al lado de los oprimidos, aun en la derrota. Miguel encarna la necesidad de cambiar el mundo", señala Carmen Castillo al referirse a su esposo en una entrevista concedida para el libro Miguel Enríquez. Un nombre en las estrellas.
Un liderazgo surge desde el sur
© Foto : Gentileza Fundación Miguel EnríquezDirección del MIR en funeral
Dirección del MIR en funeral
© Foto : Gentileza Fundación Miguel Enríquez
Miguel Enríquez Espinosa nació el 27 de marzo de 1944, en la ciudad de Talcahuano, al sur de Chile. Fue el cuarto hijo del medico y profesor Edgardo Enríquez, futuro rector de la Universidad de Concepción y ministro de Educación de Salvador Allende, y de Raquel Espinosa, egresada de la Escuela de Leyes. Fue criado en el seno de una familia con tradición radical —del Partido Radical y de la masonería—, donde desde niño fue testigo de reuniones y tertulias donde se conversada sobre la realidad del país.
Cursó educación primaria en el Colegio Inglés de Concepción, pero será su paso por el liceo Nº 1 de la ciudad porteña donde comenzará su participación política y donde conocerá a sus amigos Luciano Cruz, Marcelo Ferrada y Bautista van Schouwen, futuros fundadores del MIR.
En 1961 se matriculó en la carrera de Medicina en la Universidad de Concepción —se graduó con honores en 1968—, donde se dedicó de lleno a la actividad política. En 1962 se integra a la Federación Juvenil Socialista (FJS), pero dos años después rompió con el Partido Socialista (PS) y, junto con otros compañeros, se integró a la Vanguardia Revolucionaria Marxista (VRM), conglomerado donde convergían juventudes universitarias trotskistas, prochinas y guevaristas.
Participó de la fundación del MIR, el 15 de agosto 1965, colectividad donde confluyeron un conjunto de corrientes revolucionarias que cuestionaban el actuar institucionalizado de la izquierda chilena más convencional, representada por el PS y el Partido Comunista (PC).
"Son un puñado de jóvenes revolucionarios, provenientes de diferentes sectores de los partidos populares chilenos, PC y PS, que deciden pasar de la teoría a la acción, de la reflexión a la práctica política concreta. Rompían así con la izquierda tradicional, parlamentaria y legalista, así como con sectores del sindicalismo obrero muy burocratizados", explica Castillo.
Detalla que el análisis, "en base a un marxismo-leninismo lozano y creativo, enriquecido con el ejemplo muy particular de la revolución vietnamita y cubana", permitió enriquecer las propuestas que, en la época, se le brindaron al pueblo chileno para lograr la transformación revolucionaria y "construir una sociedad socialista camino al comunismo".
"Rompieron con lo que había anteriormente. Rompieron con la tradición tremendamente institucional que se arrastraba, planteando la transformación social de la sociedad mediante una revolución. Ejerciendo poder popular, confiando en el propio poder del pueblo. Rompieron con lo que existía e inventaron y se reinventaron", opina Chanfreau.
Un Partido revolucionario y el poder popular
© Foto : Gentileza Fundación Miguel EnríquezCampesinos organizados durante gobierno de la Unidad Popular
Campesinos organizados durante gobierno de la Unidad Popular
© Foto : Gentileza Fundación Miguel Enríquez
Con solo 23 años de edad, Miguel Enríquez se convirtió en el secretario general del MIR. En 1967, durante el Tercer Congreso de la colectividad el joven dirigente presenta su tesis político-militar para transformar el movimiento en un Partido Revolucionario. La figura de Miguel se hace entonces inseparable de la historia del proyecto político que lideró en el país sudamericano.
"El año de 1967 nuestro compañero Miguel Enríquez y toda una camada de jóvenes militantes revolucionarios obtienen el control político, y comienzan una clara ofensiva contra los intereses del Estado burgués en nuestro país. El accionar operativo táctico urbano de estos jóvenes compañeros causó gran impresión en las masas obreras y campesinas en Chile, movilizadas en pleno gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei Montalva [1964-1970]", detalla Castillo.
Para Chaufreau, es el verdadero legado de Miguel, y de una generación completa "de cientos, miles de militantes", que se encarna en la idea del partido, del MIR. "Evidentemente como existen ciertos líderes, que uno referencia, pero yo creo que el legado de Miguel es el legado del MIR, de toda esa generación", puntualiza.
Es a partir de este momento, explica Castillo, que crece el movimiento, periodo que por ellos fue visto como prerrevolucionario, "caracterizado fundamentalmente por el ascenso de las luchas de las masas, que cuestionaban el orden vigente, y por una importante división de las clases dominantes".
La elaboración de una teoría para la revolución chilena, concebida como socialista y rupturista, además de la creación de un instrumento político (el partido) para llevar a cabo la revolución, y que tenía una propuesta teórico-práctica enriquecida por la experiencia de revoluciones triunfantes, como la cubana, fue otro de los grandes aportes de Miguel Enríquez.
"La importancia de Miguel y sus compañeros que lo acompañaban fue la de crear un partido revolucionario de nuevo tipo, y pasar a la acción política directa, política-operativa y militar, en un escenario donde la lucha de clases lo exigía así", explica Castillo.
Para Castillo y los especialistas, el concepto de poder popular, que hoy puede ser entendido como control comunitario, es una de las mayores contribuciones teóricas de Enríquez. Un poder popular no solo como un medio para la revolución, sino con un fin.
"La propuesta de Miguel, como mirista, de construir el poder popular como un poder alternativo y contrario al poder del Estado burgués, un poder dual emanado de la base social y de los territorios, fue uno de los aportes más importantes a la teoría revolucionaria en Chile y América Latina, y uno de los pilares de su visión de la construcción del socialismo en un futuro lejano", puntualiza Castillo.
Para el historiador Alexis Meza Sánchez, Miguel Enríquez también aportó una visión no dogmática del marxismo, incorporando las lecturas de intelectuales latinoamericanos. Esto le sirvió además para rebelarse ante el burocratismo e idear nuevas categorías de análisis, que remecieron a la izquierda chilena.
"Pensar el futuro con radicalidad, es apostar por incidir en el plano político, superando las concepciones esencialistas, netamente identitarias y testimoniales. La radicalidad de pensar el futuro, es la fuerza que tuvo Miguel para construir una herramienta al servicio de las causas populares, adaptada a la realidad de su tiempo. Ese es su legado. Esa es la tarea histórica de las nuevas generaciones de luchadores para quienes la figura de Miguel se erige como ejemplo", sostiene en un artículo publicado en El libro nuestro de Miguel referido al revolucionario chileno.
Internacionalismo revolucionario
Para los especialistas, Miguel Enríquez era un estudioso de las ciencias políticas, la filosofía y temas históricos, particularmente las revoluciones triunfantes y procesos de liberación. A partir de ello, su visión no podía ser otra que la de pensar en la revolución socialista latinoamericana, y dio pasos fundamentales en esta perspectiva con la Junta de Coordinación Revolucionaria (JCR), organización política nacida en 1974 y disuelta en 1976, integrada por el MIR, el PRT- ERP de Argentina, MLN - Tupamaros de Uruguay, y el Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Bolivia.
"Miguel y su generación fueron profundamente internacionalistas, latinoamericanos de convicción. Supieron transmitir esa vertiente revolucionaria internacionalista a su militancia. La reivindicación total del Che Guevara y su llamado a que el deber de todo revolucionario es hacer la revolución, es un elemento permanente en la prédica mirista", relata Castillo, quien se sumó a la lucha revolucionaria en el Perú.
Para Víctor Chafreau es una revolución mucho más integral, menos estructurada, más crítica y que tiene un componente latinoamericano muy fuerte.
La Unidad Popular y el Golpe de Estado
© Foto : Gentileza MIR ValparaísoHomenaje en la calle Santa Fe, donde fue asesinado Enríquez
Homenaje en la calle Santa Fe, donde fue asesinado Enríquez
© Foto : Gentileza MIR Valparaíso
El MIR fue perseguido y reprimido por Gobierno de Eduardo Frei hasta que Salvador Allende ganó las elecciones presidenciales de Chile de 1970. Tras el triunfo de la Unidad Popular, el MIR se avocó a radicalizar a los sectores marginados de la sociedad chilena —pobladores, campesinos y estudiantes—, con el objetivo de acumular fuerza social y revolucionaria. Un trabajo que quedó a medio camino cuando el 11 de septiembre de 1973 se produjo el Golpe de Estado.
Ese día Miguel Enríquez ofreció ayuda al presidente Allende para sacarlo de La Moneda, pero recibió el último mensaje del mandatario: "Ahora es tu turno, Miguel”. Durante los meses siguientes a la asonada militar, y cuando parte de la izquierda tradicional se iba al exilio, él lanzó la consigna "el MIR no se asila", e intentó reestructurar la organización, que estaba siendo muy golpeada por los organismos represivos de la dictadura.
Una decisión que para Víctor Chanfreau, quien es nieto de Alfonso Chanfreau, militante del MIR detenido y desaparecido en 1974, es otro de los legados de Miguel y su organización.
"La práctica política del MIR, por ejemplo, cuando dice que no se asila, tiene que ver con que, estábamos planteando una revolución, queremos hacerla, por lo que correremos el mismo destino que el pueblo. Por mucho que después el partido decida asilar a ciertos militantes porque los estaban exterminando. Tiene que ver con una ética, una moral, una forma de enfrentar la militancia supernueva", explica.
Matar al secretario general del MIR, quien tenía 30 años y había burlado numerosas emboscadas represivas, se convirtió en una obsesión para la DINA, Policía secreta de la Dictadura. Finalmente, el organismo represivo consiguió los datos para localizar la casa donde Miguel vivía clandestino. Era en la calle Santa Fe 725, en la comuna de San Miguel, al sur de Santiago.
Fue en ese lugar donde el 5 de octubre de 1974, se produjo un enfrentamiento desigual y donde Miguel Enríquez murió producto de 10 impactos de bala.
"Miguel, con las armas en la mano, cae combatiendo, disparando auroras. Y, al igual que su compañera Carmen Castillo, llevaron el compromiso revolucionario hasta el fin. Jamás imagino la dictadura ni sus bestias asesinas que asesinando a Miguel este se convertiría en fuego resistente y que su ejemplo de luz perduraría hasta el día de hoy", comparte Castillo.
"¿Quien recuerda hoy a esas bestias genocidas? Pero Miguel y quienes sucumbieron sí están en nosotros", sentencia.
Miguel Enríquez estaría en primera línea
Consultado el exguerrillero del MIR y del MRTA, sobre qué habría pensado Miguel Enríquez sobre la revuelta popular iniciada en el 18 de octubre 2019, sostiene que "acción, reflexión y organización" serían sus consignas. "Organizando y combatiendo, sacando una línea teórica. Miguel estaría en la primera línea sin duda", asegura Castillo.
Por su parte Víctor Chafreau sostiene, frente al proceso constituyente que se avecina en abril, que "Miguel no hubiera sido de una postura tan distinta a la que hoy mantenemos sectores de la izquierda revolucionaria. Denunciar la negociada de los poderosos expresada en el Acuerdo por la Paz y la nueva Constitución, además de la importancia de fortalecer la organización territorial siempre en perspectiva de un real control, de ejercer poder desde la clase en todas las áreas de la vida".
"Porque, además, somos de la creencia que el ejemplo concreto de la ética y consecuencia de Miguel está presente en nuestra actual Primera Línea, en nuestrxs presxs de la sublevación popular, en nuestrxs hermanxs mapuche", concluye Castillo Petruzzi.