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La lucha de Cecilia Heyder: la mujer que pide una muerte digna en Chile

© Foto : Gentileza Cecilia HeyderCecilia Heyder en una manifestación callejera en Chile
Cecilia Heyder en una manifestación callejera en Chile  - Sputnik Mundo, 1920, 09.03.2021
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Madre de dos hijos y activista de derechos humanos, Cecilia Heyder se ha convertido en un símbolo para quienes desean una muerte digna. A sus 54 años, tras saber que su cuerpo dejó de coagular y que está desahuciada, presentó ante la justicia chilena un recurso donde solicita acceder a una muerte asistida, contó Cecilia a Sputnik.

"Estando hospitalizada interpuse un recurso de protección para pedir una muerte digna. Esto fue histórico, ya que por primera vez fue declarado admisible y hoy está en trámite", señala Cecilia Heyder a Sputnik, al hacer un recuento de su larga lucha.

Chile está cerca de convertirse en el segundo país de América Latina en regular la muerte asistida, tras aprobarse un proyecto de ley de eutanasia el 16 de diciembre pasado en la Cámara de los Diputados, y que se encuentra en revisión en la Comisión de Salud del Parlamento chileno.
La iniciativa genera distintas opiniones y divide a los partidos políticos tanto del oficialismo como de la propia oposición, quienes fueron los impulsores del proyecto, mientras varias personas con enfermedades terminales y sus familias esperan una legislación que les permita el derecho de tener una muerte sin sufrimiento.
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Es el caso de Cecilia. Con un lupus eritematoso sistémico, diagnosticado en 2009, un cáncer de mama metastásico, detectado en 2011, además de un déficit factor VII, hipertensión arterial, anemia coagulopatía severa, a lo que se suma un dolor crónico, la activista y observadora de derechos humanos, decidió presentar un recurso de protección ante la justicia para lograr un buen morir.
"Quiero una muerte digna, no quiero seguir sufriendo, tengo que estar con morfina las 24 horas del día en estos momentos, y ya no quiero seguir así", argumenta Heyder en su recurso.
La decisión es respaldada por sus dos hijos, uno de 29 y otra de 22, quienes como ella señala, "no quieren ver a la mamá sufrir". Ambos saben que su madre ama vivir, pero un vivir con calidad y respeto, "no con transfusiones cuatro veces a la semana, ni en silla de ruedas, ni dependiendo de la morfina, ni de nada".
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Por ello insiste en querer morir dignamente y en su país, "porque mi cuerpo ya no me responde, y decidir por la eutanasia, estando completamente consciente, me parece un derecho que no le causa daño a nadie, a ningún tercero", explica a Sputnik.
"No estoy cometiendo ningún crimen, estoy pidiendo algo tan básico, tan digno como no tener dolor, no estar postrada en una cama, o seguir con pinchazos y transfusiones. Y como he dicho, no tengo por qué irme del país para lograrlo, ni tampoco arriesgar a mis amigos a que me asistan en una eutanasia ilegal. No, yo quiero todo legal porque no tengo nada que ocultar", agrega.

Morir en casa

© Foto : Gentileza Cecilia HeyderManifestación de apoyo a Cecilia Heyder
Manifestación de apoyo a Cecilia Heyder  - Sputnik Mundo, 1920, 09.03.2021
Manifestación de apoyo a Cecilia Heyder
La solicitud de eutanasia se produjo en diciembre de 2020, cuando se enteró que su organismo no estaba realizando el proceso de coagulación sanguínea y que el Hospital San José, lugar donde se encontraba internada, al tratarse de una paciente desahuciada, la enviaría de vuelta a su domicilio con el riego de no contar con los procedimientos médicos para evitar el dolor.
Este recurso se sumó a uno presentado anteriormente contra el mismo centro asistencial y el Ministerio de Salud, a quienes acusaba de encontrarse bajo la amenaza de ser remitida a su casa, sin contar con la posibilidad de transfundirse.
"Lo que implicaría una muy dolorosa e indigna muerte, y la omisión de los recurridos al no brindar procedimiento médico para poder alcanzar la muerte de una forma indolora, digna, ante mi actual estado de desahucio", detallaba el escrito.
La Corte de Apelaciones de Santiago acogió la petición y decretó una orden de no innovar, que se tradujo en que Heyder debía permanecer en dicho recinto. Sin embargo, y tras casi tres meses, el estado médico de Cecilia se deterioró, lo que le produjo un cambio en su opinión original y quiso volver a su hogar a pasar sus últimos días.
Nuevamente tuvo que batallar, tras una orden de no innovar de la Corte, emitida a fines de febrero, que según el centro asistencial los obligaba a mantener a la mujer en sus dependencias.
Sin embargo, y tras una campaña mediática, el 5 de marzo la Justicia se volvió a pronunciar aclarando que dicha orden "tenía por objeto únicamente impedir que el establecimiento hospitalario recurrido derivara a la recurrente a su domicilio, dejando a salvo las decisiones que al respecto pueda tomar la propia recurrente".
© Foto : Gentileza Cecilia HeyderCecilia Heyder al salir del hospital
Cecilia Heyder al salir del hospital - Sputnik Mundo, 1920, 09.03.2021
Cecilia Heyder al salir del hospital
Para la activista de derechos humanos, quien agradeció el apoyo que recibió por redes y por muchas personas que han solidarizado con su situación y con su derecho a decidir, fueron 15 días perdidos por una mala interpretación de la abogada del hospital sobre el dictamen del tribunal.
Durante la permanencia de la orden de no innovar emitida por el tribunal, Cecilia se reunió con el ministro de Salud, Enrique Paris, a quien había solicitado entrevista para manifestarle sus inquietudes y el apoyo de la cartera para su decisión de buen morir.

Una historia de luchas

© Foto : Gentileza Cecilia HeyderCecilia Heyder
Cecilia Heyder - Sputnik Mundo, 1920, 09.03.2021
Cecilia Heyder
Cecilia reconoce que está cansada de esta lucha porque no es la primera que da. Ella fue una de las primeras personas que, en enero de 2014, pudo consumir legalmente marihuana en Chile e incluso en Latinoamérica —antes de que se promulgara en Uruguay—, al obtener un permiso para importar marihuana medicinal para poder mitigar los dolores producidos por el cáncer y el lupus que padece.
"Los dolores eran fuertísimos y no quería consumir marihuana en secreto, o escondiéndome, por eso pedí los permisos. Y en ese momento me di cuenta de que no estaba sola, al igual que hoy", puntualiza.
Estas no han sido sus únicas batallas que ha debido enfrentar en su vida. Hay una que la marcó tempranamente junto con su compromiso por los derechos humanos, y fue la emprendida para conseguir verdad y justicia para su padre, Osvaldo Heyder Goycolea, un militar asesinado durante la dictadura chilena (1973-1990), y a quien se le acusó de ser parte de los organismos represivos.
Durante años la dictadura sostuvo públicamente que la muerte de Heyder Goycolea —capitán de inteligencia del Ejército de Chile— fue un homicidio realizado por miembros del MIR (Movimiento de Izquierda Revolucionaria), quienes lo habrían ultimado de un disparo en la cabeza, al interior de su automóvil, el cual fue hallado en la mañana del 5 de junio de 1975.
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En la investigación judicial que se abrió a inicios del siglo XXI, producto de las gestiones de su hija, los militares exmiembros de la Dirección Nacional de Inteligencia —DINA, la Policía secreta de Pinochet— sostuvieron que fue un suicidio, lo que finalmente se descartó.
Testimonios de sobrevivientes de centros de detención del régimen de Augusto Pinochet sostienen que Heyder habría sido crítico con los brutales métodos utilizados por la DINA —entonces dirigida por el general Manuel Conteras, uno de los criminales más notorios de la dictadura chilena—, y habría ayudado a prisioneros.
"Me siento muy orgullosa de mi padre, porque él nunca empuñó las armas para matar a sus propios compatriotas. Él se enfrentó con un cercano a Manuel Contreras, desobedeció las órdenes de sus superiores, protegió y ayudó a escapar a opositores de la dictadura, lo que le costó su propio pellejo", comparte Cecilia.
Fue un camino difícil porque a su padre lo acusaron de pertenecer a la DINA, lo que le dificultó a Cecilia su entrada al mundo de los derechos humanos, tanto para develar la verdad, limpiar el nombre de su padre y lograr justicia. No obstante, la causa judicial está sobreseída y la mitad del expediente está tarjado, lo que no permite conocer detalles del crimen, aunque hoy se reconoce la intervención de terceros.
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Para Cecilia el proceso tuvo un costo personal muy alto: "Costó la desintegración de mi familia biológica, que mi madre y hermanas aceptaran la verdad. Porque logré aclarar la muerte de mi padre, pero mi familia biológica se desintegró con su muerte".
Hoy, con varias batallas ganadas y con la incertidumbre de lo que se decidirá en el Congreso chileno respecto a la ley de Eutanasia, Cecilia Heyder, sigue con su convicción muy clara, "seguiré luchando hasta el final por morir con dignidad".
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