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Latinoamérica vuelve a empezar tras una temporada conviviendo con el coronavirus
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Sputnik Mundo
Ramiro Barreiro
Montevideo (Mesa Américas), 26 feb (Sputnik).- El 26 de febrero nuestras vidas cambiaron por completo: se modificaron rutinas, personas
2021-02-26T00:10+0000
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En Latinoamérica todo comenzó en Brasil, cuando se registró el primer caso de COVID-19 en el continente, luego de semanas en que el virus avanzaba por todo Asia —donde se originó— y Europa.Italia fue el hilo rojo que unió a Latinoamérica con el SARS-CoV-2 el 26 de febrero, cuando un empresario que había estado en la península llevó el virus a Brasil. Otras personas de ese país o que habían estado la nación europea llevaron la enfermedad a Uruguay, República Dominicana, Guatemala, El Salvador, Cuba, Colombia, Bolivia y Argentina.Los primeros casos pusieron en cuestionamiento a algunos líderes, como los presidentes de Brasil y México, que minimizaron la llegada y el daño que a la postre produciría el coronavirus.También a muchos ciudadanos que, en un intento por negarlo, echaron culpas a los sectores más acomodados de la población. Esos que viajan en aviones y cruceros. Aglomeraciones mediante, los contagios se hicieron socialmente transversales, hasta llegar a la cifra actual que orilla los 21 millones de positivos.EconomíaCuando se informó el primer contagio, Latinoamérica tenía una previsión de crecimiento general que para la Cepal sería del 1,3% para el año que recién comenzaba.Poco tiempo después, en abril, el mismo organismo diagnosticaba una caída de la economía general del 5,3%. La ONU estableció en enero pasado que el PIB regional disminuyó cerca del 8% en 2020.Como pocas veces ocurrió antes, los Gobiernos de Latinoamérica se apoyaron firmemente en la estadística para dar respuesta al problema, y pasaron de un contexto de economías de tinte liberal, a articular medidas de contención económica para el repentino paro de millones de trabajadores.Estas medidas no estuvieron exentas de problemas y la mayoría de las administraciones mostraron serias falencias de coordinación, por lo que muchas víctimas fueron obviadas o contadas más de una vez en recuento de casos, y las partidas de dinero no siempre llegaron a destino, o han olvidado a varios sectores de la economía.El 7 de marzo, Argentina se convirtió en el primer país de la región en anunciar una muerte relacionada con el virus, un hombre de 64 años en Buenos Aires.Cuatro días después, la OMS declaró el brote de coronavirus como una pandemia global y ya no hubo tiempo para nada.Desde ese día, miles de empresas convirtieron en oficina los hogares de sus trabajadores; los y las niñas escucharon asombrados la orden de, ahora sí, pegarse a las pantallas pero para continuar los estudios; y el encierro —obligado o voluntario— se hizo rutina y problema para muchas familias.Dos hechos de consideración reflejan la aguda crisis económica que aún sigue sacudiendo al continente: México, que se encontraba entre los 10 países más visitados del mundo en 2019, con seis años consecutivos de crecimiento histórico del turismo, en 2020 registró una disminución del 46% en el número de viajeros internacionales y una disminución del 55% en los ingresos en comparación con 2019.Asimismo, muchos mexicanos recibieron alivio económico en forma de dinero en efectivo enviado por sus seres queridos que viven, mayoritariamente, en Estados Unidos y que superaron los 40.000 millones de dólares, un número muy superior al de años anteriores.El otro hecho se informó en mayo, cuando los cruces a través del Canal de Panamá —utilizado por el 6% del comercio mundial— cayeron 21 puntos debido a la disminución de las transacciones internacionales, según cifras de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP).Para ese entonces, el hemisferio sur ya era el epicentro de la pandemia declarada el 13 de marzo por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y las Naciones Unidas ya habían anunciado una contracción de la economía global del 3,2%, la mayor caída desde la Gran Depresión de 1929.El 22 de mayo, Brasil se convirtió en el país con más casos por detrás de Estados Unidos, un mal del que no se salvó ni siquiera su presidente, diagnosticado positivo al COVID-19 el 7 de julio.Otros líderes como el presidente de Nicaragua, Alejandro Giammatei; el de México, Andrés Manuel López Obrador; y la presidenta transitoria de Bolivia, Jeaninne Áñez (2019-2020), también resultaron contagiados.Vacuna y nuevas cepasLa nueva normalidad comenzó a ser consuelo y resignación para muchos, que pudieron sus expectativas en el desarrollo de una vacuna que, en paralelo, largó una carrera geopolítica entre las grandes potencias mundiales.Cuba, en tanto, fue el único país de la región que no se cruzó de brazos, y comenzó a trabajar en agosto en una droga local para inocular a sus habitantes, a quienes visiten la isla y a naciones amigas como Vietnam, Irán y Venezuela.A finales de noviembre, su Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) tenía cuatro vacunas candidatas en desarrollo: Soberana 01, Soberana 02, Mambisa y Abdala.Y fue Argentina, que en octubre alcanzó la tasa de positividad más alta del mundo, el primer país en anunciar un plan de vacunación, el 10 de diciembre, que apunta a administrar 60 millones de dosis en todo el país en el primer semestre de 2021; un proceso que tampoco está alejado de las polémicas, en este caso por nepotismo, al igual que Perú y Chile.Pero este juego de la Oca —mejor dicho, del murciélago— sigue escondiendo su casilla de la muerte, esa que te hace volver siempre al regreso.En enero de este año, investigadores descubrieron una nueva variante del coronavirus en Río de Janeiro, que se suma a otras halladas en el Reino Unido y Sudáfrica, y que, con vacunas y todo, estira aún más la expectativa de saber si algún día podremos sacarnos por fin el tapabocas y abrazar a nuestros seres queridos sin temor a enfermarse en el intento.
https://noticiaslatam.lat/20201020/la-economia-mundial-comienza-su-recuperacion-del-covid-19-1093188915.html
https://noticiaslatam.lat/20210205/el-covid-19-no-pudo-con-ellas-las-remesas-mundiales-crecieron-en-2020-1094346742.html
https://noticiaslatam.lat/20210224/como-es-el-espray-nasal-anti-covid-19-que-investiga-argentina-1109186362.html
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Latinoamérica vuelve a empezar tras una temporada conviviendo con el coronavirus
00:10 GMT 26.02.2021 (actualizado: 00:24 GMT 26.02.2021) MONTEVIDEO (Sputnik) — El 26 de febrero nuestras vidas cambiaron por completo: se modificaron rutinas, personas quedaron varadas en distintas ciudades del mundo y las miserias de la humanidad quedaron a la vista, bloqueando incluso los recuerdos de una normalidad que aún no sabemos si volverá.
En Latinoamérica todo comenzó en Brasil, cuando se registró
el primer caso de COVID-19 en el continente, luego de semanas en que el virus
avanzaba por todo Asia —donde se originó— y Europa.
Italia fue el hilo rojo que unió a Latinoamérica con el SARS-CoV-2 el 26 de febrero, cuando un empresario que había estado en la península llevó el virus a Brasil. Otras personas de ese país o que habían estado la nación europea llevaron la enfermedad a Uruguay, República Dominicana, Guatemala, El Salvador, Cuba, Colombia, Bolivia y Argentina.
Los primeros casos
pusieron en cuestionamiento a algunos líderes, como los presidentes de Brasil y México, que
minimizaron la llegada y el daño que a la postre produciría el coronavirus.
También a muchos ciudadanos que, en un intento por negarlo,
echaron culpas a los sectores más acomodados de la población. Esos que viajan en aviones y cruceros. Aglomeraciones mediante, los contagios se hicieron socialmente transversales, hasta llegar a
la cifra actual que orilla los 21 millones de positivos.
Cuando se informó el primer contagio, Latinoamérica tenía una previsión de crecimiento general que para la Cepal sería del 1,3% para el año que recién comenzaba.
Poco tiempo después, en abril, el mismo organismo diagnosticaba una caída de la economía general del 5,3%. La ONU estableció en enero pasado que el PIB regional disminuyó cerca del 8% en 2020.
Como pocas veces ocurrió antes, los Gobiernos de Latinoamérica se apoyaron firmemente en la estadística para dar respuesta al problema, y pasaron de un contexto de economías de tinte liberal, a articular medidas de contención económica para el repentino paro de millones de trabajadores.
Estas medidas no estuvieron exentas de problemas y la mayoría de las administraciones mostraron serias falencias de coordinación, por lo que muchas víctimas fueron obviadas o contadas más de una vez en recuento de casos, y las partidas de dinero no siempre llegaron a destino, o han olvidado a varios sectores de la economía.
20 de octubre 2020, 15:30 GMT
El 7 de marzo, Argentina se convirtió en el primer país de la región en
anunciar una muerte relacionada con el virus, un hombre de 64 años en Buenos Aires.
Cuatro días después, la OMS declaró el brote de coronavirus
como una pandemia global y ya no hubo tiempo para nada.
Desde ese día, miles de empresas
convirtieron en oficina los hogares de sus trabajadores; los y las niñas escucharon asombrados la orden de, ahora sí, pegarse a las pantallas pero para continuar los estudios; y el encierro —obligado o voluntario— se hizo rutina y problema para muchas familias.
Dos hechos de consideración reflejan la aguda crisis económica que aún sigue sacudiendo al continente: México, que se encontraba entre los 10 países más visitados del mundo en 2019, con seis años consecutivos de crecimiento histórico del turismo, en 2020
registró una disminución del 46% en el número de viajeros internacionales y una
disminución del 55% en los ingresos en comparación con 2019.
Asimismo, muchos mexicanos recibieron alivio económico en forma de dinero en efectivo
enviado por sus seres queridos que viven, mayoritariamente, en Estados Unidos y que
superaron los 40.000 millones de dólares, un número muy superior al de años anteriores.
5 de febrero 2021, 22:15 GMT
El otro hecho se informó en mayo, cuando los cruces a través del
Canal de Panamá —utilizado por el 6% del comercio mundial— cayeron 21 puntos debido a
la disminución de las transacciones internacionales, según cifras de la Autoridad del Canal de Panamá (ACP).
Para ese entonces, el hemisferio sur
ya era el epicentro de la pandemia declarada el 13 de marzo por la Organización Mundial de la Salud (OMS), y las Naciones Unidas ya habían anunciado una contracción de la economía global del 3,2%, la mayor caída desde la Gran Depresión de 1929.
El 22 de mayo, Brasil se convirtió en el país con más casos por detrás de Estados Unidos, un mal del que no se salvó ni siquiera su presidente,
diagnosticado positivo al COVID-19 el 7 de julio.
Otros líderes como el presidente de Nicaragua, Alejandro Giammatei; el de México, Andrés Manuel López Obrador; y la presidenta transitoria de Bolivia, Jeaninne Áñez (2019-2020),
también resultaron contagiados.
La nueva normalidad comenzó a ser consuelo y resignación para muchos, que pudieron sus expectativas en el desarrollo de una vacuna que, en paralelo, largó
una carrera geopolítica entre las grandes potencias mundiales.
Cuba, en tanto, fue el único país de la región que no se cruzó de brazos, y comenzó a trabajar en agosto en una droga local para inocular a sus habitantes, a quienes visiten la isla y a naciones amigas como Vietnam, Irán y Venezuela.
A finales de noviembre, su Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) tenía
cuatro vacunas candidatas en desarrollo: Soberana 01,
Soberana 02, Mambisa y Abdala.
24 de febrero 2021, 22:37 GMT
Y fue Argentina, que en octubre alcanzó
la tasa de positividad más alta del mundo, el primer país en anunciar un
plan de vacunación, el 10 de diciembre, que
apunta a administrar 60 millones de dosis en todo el país en el primer semestre de 2021; un proceso que tampoco está alejado de las polémicas, en este caso por nepotismo, al igual que Perú y Chile.
Pero este juego de la Oca —mejor dicho, del murciélago— sigue escondiendo su casilla de la muerte, esa que te hace volver siempre al regreso.
En enero de este año, investigadores descubrieron una
nueva variante del coronavirus en Río de Janeiro, que se suma a otras halladas en el Reino Unido y Sudáfrica, y que, con vacunas y todo, estira aún más la expectativa de saber si algún día podremos sacarnos por fin el tapabocas y abrazar a nuestros seres queridos sin temor a enfermarse en el intento.