Pobreza energética: la otra pandemia invisible en España que se calla por vergüenza
CC BY 2.0 / Philippe Put / Torre de electricidad (imagen referencial)
Síguenos en
El 10% de los hogares españoles sufre pobreza energética y se espera que la cifra sea mucho peor después de los meses de confinamiento y crisis económica derivada de la pandemia. Organizaciones como Cruz Roja alertan de que la mitad de las personas que atienden tienen que elegir entre poner la calefacción o comer.
La población española cada vez tiene más dificultades para pagar las facturas de la luz y mantener su hogar caliente, o al menos, a una temperatura que la Organización Mundial de la Salud considera confortable (entre 18 y 24 grados). El confinamiento derivado de la pandemia ha aumentado el uso que hacemos de la energía y por lo tanto el aumento en el precio de las facturas, que muchos ya no pueden pagar.
Según el Informe de Actualización de Indicadores de 2020 de pobreza energética publicado por el Ministerio para la Transición Ecológica con datos de 2019 (los últimos referidos hasta el momento, el 7,6% de la población no puede mantener una temperatura apropiada en su casa, el 6,6% sufre retrasos en el pago de las facturas y el 16,7% de las familias tuvieron un gasto energético desproporcionado en función a su nivel de ingresos. El documento señala que el 10,6% de los hogares sufren "pobreza energética escondida", esto significa que no gastan nada de energía porque no se lo pueden permitir. En total, un 10% de los hogares en España sufren pobreza energética y las previsiones tras la actualización de las cifras por el coronavirus son poco alentadoras.
Todavía no hay datos oficiales del conjunto del año del confinamiento, pero según los registros del mismo Ministerio para la Transición Ecológica, solo durante los meses del primer estado de alarma, casi 40.000 personas solicitaron el bono social eléctrico, un descuento importante en la factura de la luz (entre el 25% y el 40%) para los hogares considerados más vulnerables y que no pueden hacer frente al pago. Quién lo recibe y quién no está regulado por el Gobierno y se deben cumplir unos requisitos mínimos de renta o situación prolongada de desempleo. Durante la pandemia por el coronavirus se puso en marcha un nuevo bono social COVID-19 al que podían acceder las personas que se hubieran quedado sin empleo por culpa de la emergencia sanitaria, personas afectadas por un Expediente Temporal de Regulación de Empleo (ERTE) o empresarios que vieron reducidas su jornada y tuvieron una pérdida sustancial de sus ingresos.
El aumento de las solicitudes del bono social eléctrico creció a un ritmo de 200 peticiones diarias, lo que provocó que en agosto de 2020 ya superasen los 1,3 millones de beneficiarios.
¿Sabías que el 56% de las personas atendidas por Cruz Roja afirma que los problemas de vivienda y la pobreza energética tienen consecuencias en su salud, como enfermedades respiratorias, reumatismo o artrosis?#PobrezaEnergética pic.twitter.com/B9VYgcyajD
— Cruz Roja Española (@CruzRojaEsp) February 22, 2019
Organizaciones sociales como Cruz Roja han alertado de esta situación porque aseguran que están desbordados ante el aumento de solicitudes que han recibido de familias que no pueden hacer frente a los gastos energéticos de sus casas y se ven obligadas a elegir entre poner la calefacción o comer.
Sara Casas, portavoz de Cruz Roja, explica a Sputnik que durante el año 2020 han atendido a un total de 21.000 personas, un 42% más respecto al año anterior. "La pobreza energética se resume por la incapacidad de hacer frente al gasto energético a final de mes. Esto tiene muchas derivas. La más importante es que las personas se ven en la tesitura de tener que elegir entre poder pagar las facturas o alimentarse correctamente", explica.
"La pobreza energética también implica cuestiones de confort, bienestar e incluso salud. El no tener una temperatura adecuada en el hogar puede conllevar problemas para la salud de las personas mayores. Hemos comprobado que los niños y adolescentes en situación de pobreza energética tienen más probabilidades de fracaso escolar porque no tienen un espacio confortable donde poder estudiar o hacer los deberes".
Y, por último, la portavoz de Cruz Roja explica que la incapacidad para poder mantener un nivel de energía adecuado en el hogar puede relacionarse también con la búsqueda de empleo. "Si una familia no puede calentar el agua para la ducha es difícil que tenga una higiene adecuada a la hora de salir a buscar un trabajo".
El caso de Vicenta: la señora que no decía nada por vergüenza
Vicenta tiene 70 años y vive sola en Fabero, un municipio en la provincia de León. Vive en la casa que heredó de sus padres y que según cuenta la anciana a esta agencia "está muy viejita y necesita muchos arreglos". Hace ocho días recibió el que considera uno de los mejores regalos de su vida: una estufa de pellets por parte de voluntarios de Cruz Roja, que descubrieron que llevaba más de dos años sin calefacción y pasando un frío insoportable propio de las temperaturas gélidas del Bierzo.
© Foto : Cortesía de Cruz Roja Vicenta el día que recibió la estufa de pellets por parte de Cruz Roja
Vicenta el día que recibió la estufa de pellets por parte de Cruz Roja
© Foto : Cortesía de Cruz Roja
Vicenta no se lo había contado a nadie porque "sentía vergüenza".
Así que pasaba los inviernos envuelta en capas de ropa y durmiendo "con siete u ocho mantas hasta el mediodía, que hacía más calor y entonces me levantaba. Antes estaba aquí mi hermano y me ayudaba a pagar las facturas, pero luego se fue".
Sus dos hijas viven en Bogotá y no saben nada de la situación en la que malvive su madre. "Bastante tienen ellas con lo que tienen y en salir adelante".
La anciana recibe únicamente una pensión no contributiva de 395 euros mensuales y con eso paga la luz, la comida y el teléfono. Cruz Roja también le ayuda con algunos alimentos no perecederos y ella compra el resto. "Lo más barato siempre".
"A veces, cuando me tomaba un café con una vecina antes de la pandemia era mi regalo del mes. Ahora con el confinamiento ya ni eso porque no se puede salir, pero mira, así lo ahorro", ríe.
Durante el mes de enero de 2021 llegamos en España a récords absolutos en el precio de las facturas de la luz. Con el temporal de frío y nieve Filomena, que arreció la Península con temperaturas de entre -10 y -30 grados durante más de una semana, el recibo de la luz se encareció un 36% respecto al 2020. El viernes 8 de enero, el precio del MWh alcanzó los 95 euros, un récord histórico, abriendo un nuevo debate sobre la impunidad de la que gozan las principales grandes empresas hidroeléctricas como Iberdrola, Endesa y Naturgy (entre las tres controlan el 90% del mercado), creando un monopolio que se torna indestructible y al que no parece que el Gobierno quiera meter mano a pesar de la situación de emergencia social cada vez más evidente.
La llegada del #frío trae consigo el aumento del uso de la #calefacción, que repercute negativamente en la factura de la luz o del gas. Desde #Aspremetal compartimos una serie de medidas que ofrece la OCU, para rebajar el importe de la factura. https://t.co/JeMkwSlvkk
— ASPREMETAL (@ASPREMETAL) November 6, 2018
El aumento de la demanda del servicio por el temporal de frío lógicamente va a aumentar los precios, pero tal y como denuncian las principales organizaciones de consumidores como la OCU, no se trata solo de una cuestión de meteorología sino de un sistema perverso de fijación de precios para el que tanto estas asociaciones como diferentes partidos políticos piden su reforma y revisión.