"No estoy haciendo ninguna Constitución para mí. No trabajaré como presidente con la nueva Constitución", afirmó el mandatario.
Hoy en día, las autoridades bielorrusas se están preparando para reformar su ley fundamental y reuniendo propuestas para discutirla en la Asamblea de Bielorrusia. El propio Alexandr Lukashenko dice apoyar las enmiendas para restringir los poderes presidenciales. Según el mandatario, la actual Constitución es "muy estricta" y le otorga poderes excepcionales al jefe de Estado.
"[En la actual Constitución] todo depende de la decisión del presidente. Desde este punto de vista, que Dios no quiera que llegue una persona y quiera desatar una guerra o algo así. Sí, necesitamos crear una nueva Constitución, pero beneficiosa para nuestro país, para que luego el país no se derrumbe", aclaró.
"Incluso si sé que no es lo que quiero ¿Por qué? Porque la población tiene que ir por el camino que deba. Y es mejor ahora, sin guerra, sería peor si desde fuera desencadenan esa guerra en nuestro país", enfatizó.
El gobernante alertó que la oposición, en realidad, no quiere una nueva Constitución, al revés pretende que se mantengan los amplios poderes presidenciales y apuesta por la fuerza para solucionar la crisis política.
Lukashenko reveló información de inteligencia sobre una conversación del opositor Pável Latushko, con el ministro de Exteriores de República Checa, Tomas Petricek. Según esos datos, Latushko declaró que el objetivo principal de la oposición era impedir la reforma constitucional promovida por el actual mandatario bielorruso.
"La oposición no quiere ninguna Constitución, ni ninguna transformación constitucional (...) Los opositores quieren la Presidencia con los poderes que otorga la actual Carta Magna", puntualizó.
Según el escrutinio oficial, el mandatario obtuvo el 80,1% de los votos, seguido de la opositora Svetlana Tijanóvskaya, con el 10,12% de los apoyos. Los otros tres candidatos reunieron juntos poco más del 4%.
La oposición exige la repetición de los comicios argumentando numerosas irregularidades. El propio Lukashenko ha descartado nuevas elecciones en términos contundentes y fue investido el 23 de septiembre como presidente de Bielorrusia por un nuevo mandato de cinco años.