"No pienso huir a ningún lado, ya he vivido bastante", dijo en una reunión con representantes del Ministerio del Interior bielorruso, y agregó, refriéndose a declaraciones sobre el supuesto fin de su carrera política, que "ni lo esperen".
Esto no significa —explicó el mandatario— que seguirá "aferrado al sillón".
"Pues no, la política no es solo el presidente, tarde o temprano dejaremos nuestros cargos, pero no abandonaremos lo que hemos preservado", apuntó Lukashenko.
"Si el nuevo presidente o los generales que vengan después me piden algún consejo o ayuda, se los brindaría porque ésa es mi política", refirió el líder bielorruso.
Lukashenko dijo, además, que está dispuesto a movilizar todas las fuerzas para defender el Estado.
"Quiero que todos los militares presentes en esta reunión entiendan que las guerras modernas no empiezan con la agresión exterior, sino con la desestabilización del Estado desde adentro… Todos deben entender que necesitaremos movilizar todo lo que tenemos para defender nuestro Estado, nuestro suelo y nuestras familias", remarcó el presidente.
Recordó a este respecto la situación en la frontera occidental de Bielorrusia a finales del verano pasado, cuando se tomó la decisión de trasladar tropas adicionales a esa zona.
"La situación en la frontera occidental sigue intranquila y lo que me dijo Mike Pompeo [el secretario de Estado estadounidense, quien aseguró durante la reciente charla telefónica con Lukashenko que no existía amenaza militar alguna por parte de la OTAN] lo tomé en consideración", refirió Lukashenko.
También recordó que a finales de verano las autoridades bielorrusas tuvieron que desplegar la mitad del Ejército en la región occidental.
"Y solo entonces se calmaron y entendieron que no estamos para bromas", afirmó el mandatario.
Minsk y otras ciudades bielorrusas siguen siendo escenario de protestas desde el pasado 9 de agosto, cuando se celebraron las elecciones presidenciales que, según el escrutinio oficial, otorgaron el sexto mandato al presidente Alexandr Lukashenko, en el poder desde 1994.
La oposición bielorrusa denunció numerosas irregularidades electorales y exigió una repetición de los comicios, opción que Lukashenko descartó.
Ese día la oposición bielorrusa organizó protestas a diferentes escalas y anunció una huelga nacional tras vencer el plazo para el 'ultimátum popular'.
El pasado 27 de octubre, el primer ministro del país, Román Golóvchenko, constató el fracaso de los planes de la oposición referentes a la huelga nacional.
Lukashenko, por su parte, advirtió que las acciones de los participantes de la huelga equivalen al terrorismo.
Los organismos judiciales de Bielorrusia, a su vez, confirmaron la radicalización de las protestas.