El programa de EEUU en Turquía está destinado a otorgar subsidios de 5.000 hasta 50.000 dólares para proyectos en diferentes áreas de relaciones bilaterales. Y una de ellas se define como "el reforzamiento de los valores democráticos".
Se trata de "promover el estado de derecho y la libertad de expresión, y fortalecer la capacidad de los medios de comunicación turcos y la sociedad civil para defender los derechos humanos y las libertades", según se desprende del documento, publicado en la página de la Embajada de EEUU en Turquía.
"La democratización con la ayuda de Estados Unidos es imposible por definición. Como se sabe, Estados Unidos no trajo democracia a los países de América Latina, sino golpes e inestabilidad. Todos hemos visto cómo Washington estableció la 'democracia' en Vietnam, Irak, Libia, Siria", destacó el experto.
Para Turquía volver a la línea de la relación de dependencia con Estados Unidos es imposible porque se está produciendo un cambio de las realidades políticas y económicas mundiales. La tendencia es que "junto con el centro económico mundial, el centro político comenzó a desplazarse hacia la región de Asia-Pacífico", debilitando la hegemonía de EEUU.
Subrayó que si nos fijamos en los procesos internos del país norteamericano, como es el movimiento de protesta contra el racismo y la violencia policial, se ve claramente que en sí EEUU "ya no es un estado democrático".
"De hecho, en la actualidad, probablemente, no hay situación más paradójica, inhumana y antidemocrática que el ejemplo que nos está mostrando Estados Unidos" dijo Guller.
Problemas estructurales
Las relaciones turco-estadounidenses se han estado deteriorando a partir de los años 60 y hoy en día tienen problemas estructurales, opina el politólogo y catedrático de la Universidad del Mármara, Barıs Doster.
La causa principal de estos problemas es la diferencia entre los dos países en la definición, comprensión y percepción del mundo y la región en la que se encuentran.
"Los dos países tienen una comprensión completamente diferente de las amenazas, las relaciones aliadas, las diferentes prioridades, metas, expectativas e intereses. Y estas relaciones bilaterales son desequilibradas y problemáticas, independientemente de las figuras específicas en el poder en Turquía y Estados Unidos", reflexiona Doster.
El experto indica que últimamente las autoridades turcas han realizado declaraciones amistosas a EEUU dictadas, por un lado, por sus problemas económicos y la necesidad de buscar inversiones, y por otro lado, el aislamiento diplomático y político que obliga a "usar un tono amistoso conciliador con respecto a Estados Unidos".
Doster cree que a pesar del inminente cambio de la Administración estadounidense, el país no cambiará el rumbo de su política en Oriente Medio, y lo máximo con que puede contar Turquía es "un cambio de retórica" del nuevo presidente norteamericano, pero la orientación estratégica global quedará intacta.
Volviendo al proyecto de subvenciones, su aparición puede significar una injerencia más activa de EEUU en los asuntos internos de Turquía para diversificar y probar varios instrumentos de control sobre un país que, por un lado, es miembro de la OTAN, y por ello un aliado estratégico de EEUU, y por otro lado, es un "actor geopolítico inconveniente".
"La manifestación de esta actitud hacia Turquía significa que aparecerán actitudes similares en relación con otros países que Estados Unidos percibe como rivales, y obstáculos en el establecimiento de un rumbo hegemónico", opina el politólogo del Instituto Estatal de Relaciones Internacionales de Moscú Alexéi Zudin.