Diego Armando Maradona, el exfutbolista argentino, figura de la selección nacional y campeón en el Mundial de México 1986, falleció el 25 de noviembre producto de un paro cardiorrespiratorio, cuando se encontraba en recuperación luego de una intervención quirúrgica craneal. Pero no necesitó morir antes de pasar a la inmortalidad.
Adiós, #Maradona : Argentinos se reúnen en el Obelisco de Buenos Aires para celebrar el legado de la leyenda del fútbol, quien murió a sus 60 años. #AD10S #DiegoEterno pic.twitter.com/DtmmZbzYi9
— Sputnik Reporteros (@Sputnik_Report) November 25, 2020
Cualquier argentino sabe que, desde mediados de la década de 1980, Maradona es la primera palabra que sale de la boca de la inmensa mayoría de personas de otras tierras como devolución a la confesión de nacionalidad. Su destreza inigualable dentro de la cancha se transformó en referencia y su impronta pública, en símbolo político.
No solo fue el mejor futbolista en un país en el que este deporte mueve pasiones como ninguna otra cosa, muchos lo consideran el más grande a nivel mundial y de todo el siglo XX, un podio que comparte con otros astros como el brasileño Pelé o el neerlandés Johan Cruyff.
"Diego era Argentina en el mundo, nos llenó de alegría y nunca le vamos a poder pagar. Dudo que volvamos a ver a otro jugador como Maradona en todo sentido, no solo por sus cualidades técnicas, sino también por ese coraje, esa garra que siempre puso cada vez que usó la camiseta. Era un hombre genuino que expresaba todo con la fuerza con la que jugaba al fútbol, defendía lo que quería, maltrataba lo que odiaba", dijo en entrevista el presidente argentino, Alberto Fernández, minutos después de darse a conocer la noticia de la muerte del ídolo.
Maradona fue para millones de argentinos más que un jugador de fútbol. Su historia de vida personal, proveniente de la extrema pobreza, lo volvió un ícono popular. Sus gestos, compromiso y declaraciones públicas en materia política, tanto nacional como internacional, y su irreverencia y creatividad al ser entrevistado lo volvieron un personaje de gran atracción masiva, por la que llegó a crearse una Iglesia Maradoniana.
"Dentro de una cancha desparramó fútbol en cualquier lugar en el que jugó. Vivió, pero dentro la cancha dio vida a muchos. Se fue alguien que le dio inmensas satisfacciones e inolvidables alegrías a un pueblo que hace mucho tiempo no las tiene. Se fue un ídolo popular, un personaje de esos que no se repetirán y un futbolista con una entrega emocional y una respuesta en actitud, temperamento y amor hacia el juego inigualables. Grandioso, único e inolvidable", dijo a Sputnik Norberto 'Ruso' Verea, exfutbolista y periodista deportivo.
Una vida de película
Maradona nació el 30 de octubre de 1960 y creció en el barrio carenciado de Villa Fiorito, en el partido de Lomas de Zamora, en la zona sur del conurbano de Buenos Aires. Desde muy joven demostró sus habilidades con la pelota: su equipo de juveniles mantuvo una racha invicta de 136 partidos y apareció por primera vez en una nota periodística de un diario local a la edad de 10 años, en la que lo mencionaban como "un pibe con porte y clase de 'crack'".
Pasó entre 1981 y 1982 por el club Boca Juniors, del que era fanático, uno de los dos equipos más grandes de Argentina, rival de River Plate, y que es considerado el más popular por estar ubicado en el popular barrio portuario de La Boca en Buenos Aires.
Maradona alcanzó la gloria por llevar a la Selección a ganar la copa del mundo de México en 1986, donde se lució con la demostración de sus habilidades. Argentina venía de perder la guerra contra el Reino Unido por las islas Malvinas en 1982, era una herida abierta y el partido contra Inglaterra era especial. El país entero recuerda el triunfo sobre los ingleses en cuartos de final, con una anotación de Diego con la mano ("de Dios", según sus palabras) y con el segundo gol, que ha sido considerado el gol del siglo, una de las jugadas personales más deslumbrantes de la historia, en la que cruzó mitad de cancha y gambeteó a cinco contrincantes.
El culto a su juego y a su persona siguió creciendo con su paso por el club Napoli, de la ciudad del sur de Italia, hasta 1990, un equipo en crisis al que el ídolo llevó a lo más alto al conseguir su primer título local en la historia, que luego repitió, ganar la Copa de Italia y conseguir la primera consagración internacional como campeones de la Copa UEFA. Desde entonces, Maradona mantiene una figura de héroe absoluto en Nápoles.
En el Mundial de 1990 en Italia, Argentina eliminó al equipo local y terminó subcampeona.
"Me cortaron las piernas"
Ya desde los años noventa, comenzaron las controversias relacionadas al consumo de drogas y las penalizaciones por dopaje positivo.
Al cumplirse la suspensión, Diego jugó unos años en el club Sevilla de España y regresó al fútbol argentino en 1993 al equipo Newell's Old Boys de la ciudad de Rosario, provincia de Santa Fe, en la región centro del país.
En el Mundial de EEUU 1994, ocurriría el acto que marcaría un fin de ciclo trágico para Maradona en la selección argentina. Al terminar el partido de primera vuelta con Nigeria, fue escoltado para realizarle un test antidopaje que dio positivo por efedrina, lo que representó su imposibilidad de continuar en el torneo, un episodio sería descrito por el astro con la célebre frase "me cortaron las piernas". También significó un golpe anímico del que el equipo no se recuperó, por lo que perdió los siguientes dos partidos y quedó eliminado.
Además de su paso como director técnico de la selección argentina entre 2008 y 2010, hasta el Mundial de Sudáfrica, en el que el equipo llegó a cuartos de final, Maradona continuó su relación con el fútbol como entrenador de diferentes equipos argentinos e internacionales.
Realizó largas internaciones para tratar sus adicciones a las drogas, tanto en Argentina, Uruguay como Cuba, donde vivió algunos años y donde forjó una amistad con el líder cubano Fidel Castro, a quien entrevistó años después como conductor de un programa de TV, un momento histórico en los medios de comunicación argentinos.
El peso político de Maradona, como símbolo popular, tuvo su momento de mayor trascendencia durante la Cumbre de los Pueblos, organizada como espejo opuesto a la IV Cumbre de las Américas de 2004, realizada en la ciudad balnearia argentina de Mar del Plata, en la costa atlántica.
Al momento de su muerte se desempeñaba como director técnico del equipo de Gimnasia y Esgrima de la ciudad de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires.