Javier Maisterra, paisajista de profesión y presidente de la Asociación Manapites, vive en Palencia, pero acude todos los fines de semana a su segunda residencia en Fuenteodra, en Burgos. Decidió poner en marcha esta agrupación junto con una decena de personas para salvar la seña de identidad del pueblo: la iglesia de San Lorenzo de Mártir, también conocida como la Dama de Las Loras por estar ubicada en el geoparque natural de Las Loras reconocido por la Unesco.
Los vecinos, al ver que esta iglesia tardogótica de estilo flamígero iba a desaparecer ante sus ojos tras 15 años en desuso, decidieron ser proactivos. "Pensamos en pedir mientras ofrecíamos algo a la vez", confiesa el presidente de la Asociación, a través de la cual se lanzó una campaña de crowdfunding a finales de octubre para recaudar un total de 30.400 euros, y para su sorpresa, en menos de un mes ya han conseguido juntar más de la mitad. Hispania Nostra es la plataforma que está moviendo la recaudación del dinero, que es una asociación sin ánimo de lucro encargada de salvar los monumentos en peligro al margen de las administraciones, y de momento les está yendo bastante bien, pues todavía quedan por delante 18 días para llegar a su objetivo final.
Una de los aspectos que resaltan desde la asociación es que están tirando de este asunto solos sin colaboración de ninguna entidad, ni Ayuntamiento, ni Arzobispado. "Normalmente los temas de patrimonio lo hacen siempre con alguna administración de la mano, pero nosotros todo lo que estamos haciendo es por iniciativa propia", asegura Maisterrra.
Aunque la restauración en total sumaría más de 300.000 euros, la idea es empezar a hacer la cubierta del campanario y en última instancia arreglar la torre. "Evidentemente esa cifra no la podíamos pedir, pero hemos conseguido mucha visibilidad y de hecho ya se han interesado en contactar con nosotros algunas de las administraciones", añade, "nosotros hemos tomado la iniciativa y esperamos que se nos sumen".
Pedanía de siete habitantes
La ubicación también es un tanto peculiar. A pesar de que el pueblo está en un bello enclave rodeado de cascadas preciosas, entre ellas la de Manapite (como el nombre de la Asociación), según nos cuenta Maisterra, la pedanía está formada por siete habitantes —aunque en el Instituto Nacional de Estadística, INE, aparezcan 12—, con una densidad de 1,62 habitantes por kilómetro cuadrado equivalente a la que tiene el Sahara. Por sus características, Fuenteodra está a la altura de los sitios más despoblados de la España Vaciada.
No obstante, la agrupación de vecinos considera que la falta de recursos de su escasa población no puede ser un motivo para hacer que desaparezca.
"Llevaba quince años cerrada. El pueblo se fue quedando vacío, sin feligreses y por tanto no era necesario dar misa y el cura dejó de ir. Al Arzobispado le dio igual porque Burgos tiene más de 1.200 parroquias y si una se queda sin misa, no es de suma importancia".
Ser una población pequeña con apenas siete vecinos y con muy escasos recursos no debería ser excusa para abandonar a su suerte este insustituible patrimonio. "En los pueblos antiguamente había dos cosas: el trabajo y todo lo que tenía que ver con las obligaciones. La religión y la Iglesia está claro que estaban en el centro de esa dinámica", explica Maisterra.
"Las iglesias antes no eran solo los sitios donde se daba misa o se casaban, era la iglesia donde quedaban para lo que fuese. Nuestro objetivo es hacer un proyecto cultural actualizado al siglo XXI", admite el presidente de la Asociación Manapites.
Una vez que esté restaurada quieren convertirlo en un proyecto con actividades artísticas desde ferias a exposiciones o para hacer alguna reunión con las vecinas del pueblo y poder hacer ganchillo. "Queremos convertirlo en una especie de contenedor de foro, pero tematizado como sede asociada del geopargue de la Lora. Todo esto basado en el paisaje cultural, que consiste en no desligar el paisaje del patrimonio, ni el patrimonio del paisaje".
"Somos lo que somos por nuestro pasado"
"No podemos permitir que unas bóvedas góticas se vayan al suelo”. Las personas mayores que habitan en el pueblo lo tienen claro, ya que además de su importancia histórica se han bautizado e incluso casado allí y para ellos, la Dama de Las Loras es como su emblema. "No hay que dejar venir abajo nuestro patrimonio ya que somos lo que somos por lo ocurrido en el pasado. Es nuestra responsabilidad mantener en la memoria lo que ha sucedido con anterioridad para servir de trampolín al futuro. No es un tópico, es la realidad", admite Maisterra.