Intromisión rusa, episodio 2
A medida que se acercaban las elecciones de 2020, Rusia volvió a aparecer en las portadas de los medios internacionales. La semana pasada, el FBI anunció que los servicios de inteligencia rusos pretenden perturbar el sistema democrático nacional una vez más, y tienen todo preparado para hacerlo.
Algunos medios se preguntaban: ¿Qué forma tomará esa interferencia? ¿Cuáles son sus objetivos? ¿Vladímir Putin prefiere un candidato presidencial sobre el otro? ¿Cuál debería ser la política exterior estadounidense frente a su adversario de toda la vida?
Muchos medios europeos hicieron eco de semejantes acusaciones, destacando que Rusia, China e Irán comparten tensiones con Estados Unidos. Sin embargo, tanto los medios estadounidenses, como los europeos no se molestan en profundizar en lo que se refiere a los detalles de esas presuntas operaciones para desestabilizar la democracia "de su eterno rival".
Pero hay que destacar que algunos se atreven a dar también la reacción de la otra parte. "La vuelta al mundo: las elecciones estadounidenses vistas desde Venezuela, Irán y Rusia", titula a una de sus crónicas la edición en español de France 24.
Parece que ambas partes ya están cansadas de este intercambio de acusaciones. Es evidente que el público estadounidense ya no compra con tantas ganas la historia de una permanente intromisión rusa, menos aun porque nadie es capaz de explicar qué es lo que pretende conseguir Rusia en las elecciones estadounidenses de 2020. Por su parte, a falta de prueba alguna que fundamente la versión de Washington sobre la nueva injerencia rusa, el Kremlin ya no entiende qué es precisamente lo que hay que desmentir en las declaraciones de altos funcionarios estadounidenses.
La reacción de Irán en este sentido parece aun más estricta: sus autoridades sostienen que para ellas la victoria de uno de los candidatos cambia poco, porque la política estadounidense hacia Teherán seguirá siendo hostil gane quien gane.
Hay que reconocer que lo que dice el analista político José Manuel Rivero Pérez tiene sentido. Más aun, si seguimos en detalle la batalla por los votos entre Trump y Joe Biden durante el recuento. Los dos, parece, que de repente se han olvidado por completo del llamado "factor ruso" frente a rumores y acusaciones encontradas de fraude doméstico.
Más aun, los responsables de seguridad electoral se apresuraron esta semana a declarar que el resultado de los comicios dependerá de los votantes y no de los "adversarios extranjeros" que, como entendemos, son Rusia, China e Irán. La verdad es que a uno le podría parecer un giro copernicano semejante afirmación.
"No se detectó intromisión extranjera en las elecciones presidenciales", titula a una de sus crónicas el portal evtvmiami.com.
Miles de páginas escritas, meses de trabajo y millones de dólares gastados para conseguir un resultado verdaderamente mediocre. Nada de nada. Este ha sido el resumen de las numerosas investigaciones de la llamada "trama rusa" referente a las elecciones de 2016. En esencia todas estas investigaciones llegaron a la misma conclusión que compartió esta semana el jefe de la Agencia de Seguridad de Infraestructura y Ciberseguridad de Estados Unidos: independientemente de quién resulte ganador de las elecciones presidenciales del país, serán los votantes estadounidenses, no los adversarios extranjeros, quienes determinen el resultado.
Sin embargo, algo hace sospechar que independientemente del resultado en 2020, veremos en los próximos cuatro años una nueva secuencia de investigaciones y de revelaciones, un nuevo episodio de la llamada "trama rusa". El episodio 2.