Estados Unidos sigue pendiente del recuento de votos. Dos días después de las elecciones del 3 de noviembre, el país norteamericano no conoce el nombre del próximo inquilino de la Casa Blanca. Será Donald Trump, actual mandatario y candidato republicano, o el opositor demócrata Joe Biden. La última palabra la tienen los estados de Arizona, Nevada, Georgia, Carolina del Norte, Alaska y Pensilvania, donde todavía continúa el escrutinio.
El objetivo del representante republicano es detener el recuento de votos en los territorios en los que todavía no hay resultados oficiales. El temor a que los casi 64 millones de votos por correo decanten la balanza hacia su rival, como parece estar sucediendo. En algunos estados, se pueden recibir hasta semanas después. Por ejemplo, en Pensilvania, uno de los puntos calientes de la contienda, la fecha límite es el 9 de noviembre. En Washington se aceptan hasta el 23 de noviembre, un día antes de certificar los resultados.
"Queremos que se detengan todos los votos, no queremos encontrar papeletas a las 4 de la mañana", ha declarado.
Trump ya ha acudido a los tribunales para detener el escrutinio del voto por correo en Georgia, Pensilvania, Michigan y Wisconsin y, como ha adelantado, está dispuesto a recurrir al Tribunal Supremo de Estados Unidos. En caso de hacerlo definitivamente, no sería la primera vez que este órgano federal interviene en unas elecciones.
En aquel entonces, la intervención de este órgano judicial se asumió como una anomalía. Trump quiere reclamar su actuación de nuevo. Bien sabido es que el Tribunal Supremo cuenta con una mayoría conservadora, gracias a los últimos tres nombramientos a lo largo de la legislatura del magnate. De los nueve jueces que lo conforman, tan solo tres son progresistas. Los cargos son vitalicios.
De momento, no se ha detenido ningún recuento en el país. Al menos, hasta la fecha. En Reading (Pensilvania), Trump dijo a sus seguidores que ganaría en las urnas o "después en el Supremo". Palabras pronunciadas el 31 de octubre. Faltaban 3 días para abrirse los colegios electorales en Estados Unidos, pero la idea ya estaba en la mente del candidato republicano.