El concepto de anticafé surgió en Moscú en el año 2011 cuando el ruso Ivan Mitin inauguró Ziferblat, un café en el que las personas pagan por minuto y no por lo que consumen. El lugar funciona como un autoservicio, en el que la gente se sirve el café y la comida e incluso lava sus propios platos y tazas.
Luego Ziferblat se instaló en Londres y surgieron también otros cafés del estilo en ciudades como San Petersburgo, París, Roma y Bogotá. Recientemente llegó a Uruguay, aunque con algunas diferencias respecto del anticafé original que surgió en Rusia.
"La idea surgió con la pandemia. Queríamos proponer en Uruguay algo que no existiera: pagar el tiempo que uno transcurre aquí y no lo que uno consume. Tenemos un reloj tarjetero donde el cliente marca la hora de llegada y luego la de salida", contó Carlos Cocchi, creador de Anticafé Montevideo.
La primera hora tiene un costo de 390 pesos uruguayos (nueve dólares) e incluye todos los productos de cafetería, desde distintos tipos de cafés hasta jugos de frutas, medialunas, scones, alfajores, brownies y tortas. La especialidad de la casa es el mousse de laurel.
A partir de la segunda hora, en el café se cobra cinco pesos el minuto, solo si los clientes siguen consumiendo. También dan la opción de elegir la modalidad tradicional en lugar de la anticafé.
El Anticafé Montevideo está ubicado en el barrio Parque Rodó y está abierto de lunes a sábados de 10 a 20 horas. A futuro les gustaría organizar eventos culturales y exposiciones en el local que cuenta con 200 metros cuadrados.
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