La ballena azul (Balaenoptera musculus) es el animal más grande de la historia. Llega a medir 27 metros de longitud y pesar hasta 150 toneladas, aunque las ballenas azules del océano antártico alcanzan los 33 metros.
Asimismo, los cantos de las ballenas responden a patrones asociados a los movimientos migratorios anuales y cambian con ellos, algo que hasta ahora no se había estudiado en detalle, según ha revelado una investigación conjunta de la Universidad de Stanford y el Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterey en California —MBARI por sus siglas en inglés—, publicada en la revista científica Current Biology.
El canto de la ballena azul, clave en la migración y la reproducción
Las ballenas azules pasan los meses de verano en las aguas frías cercanas a las regiones polares, donde se alimentan de krill. Al comienzo del invierno, migran hacia las aguas ecuatoriales, más cálidas, donde se reproducen. Para que esto sea posible, las ballenas deben utilizar los lípidos acumulados luego de las largas estancias de alimentación como una fuente de energía para subsistir durante la etapa de reproducción. A esto se lo conoce como capital breeding, es decir, para reproducirse la ballena invierte el capital acumulado (los lípidos).
Los investigadores de Stanford y MBARI hicieron un seguimiento a las ballenas azules que habitan el Pacífico nororiental, y que suelen desplazarse de las aguas frías del América del Norte a las más cálidas de América Central.
Se cree que solo los machos emiten estos sonidos que pueden ser detectados a varios cientos de kilómetros. Sin embargo, los investigadores consideraron que los cantos son representativos de la conducta migratoria de machos y hembras, ya que la interacción entre los sexos aumenta poco antes de la migración.

Los científicos registraron el canto de las ballenas macho mediante hidrófonos. Al analizar las grabaciones realizadas durante un período de cinco años y el registro de los dispositivos de seguimiento colocados en unos 15 especímenes, los resultados fueron llamativos.
Además, a partir de agosto-septiembre (fines del verano boreal) crecen los cantos nocturnos de la ballena. Estos bajan cerca de noviembre, y al llegar al comienzo del invierno boreal (diciembre-enero) los cantos son más comunes durante el día. Es decir, cuando las ballenas migran a aguas más cálidas, el canto es una actividad esencialmente diurna.
"Cuando vimos el mismo patrón exacto en cada animal, nos dimos cuenta de que habíamos estado midiendo durante cientos de kilómetros es en realidad una señal real de comportamiento, y una que representa la conducta de muchas ballenas diferentes. Como ecologista, es muy emocionante observar tantas ballenas usando un instrumento simultáneamente", dijo sobre los hallazgos William K. Oestreich, uno de los investigadores, en un comunicado de prensa.
Estos hallazgos permitirían profundizar en el rol de la "información sensorial e interacciones sociales en la migración a una escala que ha sido difícil de observar", concluye el estudio.
"Si por ejemplo, podemos detectar diferencias en la migración y la búsqueda de alimento en respuesta a los cambios en el medio ambiente, esa es una importante y poderosa manera de estar atentos sobre esta especie en peligro crítico (...) Es económica, ecológica y también culturalmente importante", concluyó Jeremy Goldbogen en el comunicado.