En particular, encontraron cinco llamas blancas y marrones conservadas casi a la perfección: sus cadáveres se momificaron de manera natural debido al clima en esta región.
Parecen haber sido sacrificadas durante un ritual ya que fueron adornadas con collares y borlas de colores y tenían puntos y líneas rojas dibujados en la cabeza. El lugar del entierro estaba marcado por palos con plumas anaranjadas. Estas plumas pueden simbolizar el poder de los incas sobre el nuevo territorio, según los resultados del estudio publicados en la revista Antiquity.
Según una de las hipótesis, el sacrificio formaba parte de una celebración grande donde los incas se hicieron amigos de los acarí.
“Es probable que las ofrendas fueran parte de celebraciones y reuniones mucho más grandes patrocinadas por el Gobierno. Los incas se hicieron amigos de la población local. Les invitaban a comer y a beber y forjaron alianzas políticas, mientras que el sacrificio permitió reclamar esa tierra como suya", afirma el doctor Lidio Valdez, científico jefe de la investigación de la Universidad de Calgary.
El sacrificio de llamas era un sello distintivo del antiguo imperio Inca: en lo que se refiere a su valor como ofrenda, solamente los hombres superan a las llamas
Pero las llamas encontradas no tienen rastros de heridas. Por eso los investigadores creen que los incas las enterraron vivas, al igual que a veces sacrificaban personas.
En este momento las investigaciones han quedado paralizadas por la pandemia, pero Valdez y sus colegas tienen la intención de continuar lo antes posible.