La sesión continuará a primera hora del jueves 22, pero Vox afrontará la votación contando únicamente con el voto favorable de sus 52 diputados, quedando muy lejos de los 176 necesarios para que triunfe la propuesta.
"No tiene la menor posibilidad de obtener la confianza de la Cámara; si esta iniciativa no pretende sustituir al Gobierno, ¿qué es lo que hacemos aquí?", se preguntó Pedro Sánchez durante su primer turno de palabra.
Acto seguido Sánchez respondió a su propia pregunta, acusando al líder de Vox, Santiago Abascal, de intentar "aprovecharse" de las reglas democráticas para convertir el Parlamento en "un gran plató televisivo" con el objetivo de "dividir y enfrentar" a los españoles.
Pese a ello, a lo largo del debate quedó claro que Abascal no buscó en ningún momento hacer viable la moción de censura, ya que en lugar de buscar apoyos entre otros partidos se limitó a utilizar el hemiciclo como un escaparate para exponer su ideario político, en un evidente intento por capitalizar el descontento por la pandemia de coronavirus.
Trumpismo a la española
Como viene siendo habitual desde el ascenso de Sánchez al poder, el líder de Vox negó la legitimidad de su Gobierno porque se constituyó en el apoyo parlamentario de partidos independentistas de Cataluña o el País Vasco, a los que tachó de "golpistas y flioterroristas".
En adición, Abascal cargó duramente contra la gestión de la pandemia de coronavirus, llegando a afirmar que Sánchez oculta a los españoles las verdaderas cifras de fallecidos y que es responsable del "caos", la "muerte" y la "ruina" causadas por la pandemia.
"Solo le hemos escuchado insultos. Ni una sola propuesta", le llegó a replicar Sánchez.
En un estilo inspirado en el presidente estadounidense Donald Trump –al que elogió en distintas ocasiones al tiempo que cargaba contra China– el líder de Vox intentó calentar el debate con comentarios estridentes como que la inmigración convierte los barrios obreros en "estercoleros multiculturales" o que la Unión Europea actual parece "soñada por Hitler".
Además, Abascal supo dar un toque dramático al debate, utilizando su turno de réplica a un diputado independentista vasco para recitar durante más de 30 minutos los nombres de las más de 850 personas asesinadas por la organización terrorista ETA en su historia.
Una censura en soledad
Pese a ese intento por calentar la conversación, que sin duda conseguirá copar minutos de telediario, al final del día el debate evidenció que Vox está solo en esta moción de censura.
Uno tras otro, los portavoces de partidos de distinta índole ideológica pasearon por la tribuna del Congreso de los Diputados para rechazar la moción de Vox.
"Votaremos no porque Vox ha traído aquí la indignación y el cabreo, no un proyecto político", dijo Inés Arrimadas, líder del partido liberal Ciudadanos, que gobierna en algunos territorios del país –como Madrid o Andalucía– gracias al apoyo de los ultraderechistas.
En este caso, ni las propuestas ni las formas elegidas sirvieron para recabar apoyos de última hora entre partidos que habitualmente son interlocutores de Vox, lo que por descontado descarta también a sus rivales del espectro progresista o de fuerzas regionalistas.
"No contribuiremos a dar publicidad a esta patochada de moción de censura. Puede pasar el siguiente turno, señora presidenta, y utilizar los 29 minutos que no utilizaremos", dijo.
Por su parte, Íñigo Errejón, del partido progresista Más Madrid, optó por entrar al cuerpo a cuerpo, cargando duramente con las formas desplegadas por Abascal.
"Ustedes tienen un objetivo: que la política sea un lodazal y que todo produzca bochorno para que la gente se aparte de la política. Lo hacen porque las instituciones les sobran, y sin instituciones manda la ley del dinero, el despotismo del que más tiene", afirmó.
"Hoy estamos comiendo lo que quieren. Con la que está cayendo, hoy los hijos de Trump nos tienen aquí perdiendo el tiempo", añadió.
En un momento determinado de la tarde, al mismo tiempo en que la cámara discutía una moción fallida de antemano, el Ministerio de Sanidad comunicó que España ya sobrepasa el millón de contagios por coronavirus, un anuncio cuyo "timing" retrata de cierta manera la incapacidad para responder ante la pandemia por parte de una clase política demasiado acostumbrada poner la mayor parte de sus esfuerzos en la lucha partidista.