La abstención se asoma como una sombra, tras la baja participación en las más recientes elecciones; los simpatizantes del Partido Demócrata, decepcionados por los resultados de las primarias, decidirán si apoyan o no a Biden para restarle posibilidades a Trump que lucha por su reelección a todo nivel.
Por casi dos décadas, EEUU ha tomado acciones conspirativas en Venezuela y, hasta ahora, los gobiernos demócratas destacan por su encono en el ataque permanente a la Revolución Bolivariana. Las elecciones presidenciales en Estados Unidos solo sirven de puesta en escena y distracción para que los documentos desclasificados pasen por debajo de la mesa y los manifestantes que gritan en las calles clamando por empleo, igualdad y respeto a la vida, mueran de asfixia bajo la bota de una política inamovible que privilegia solo a unos pocos.
Prospectivas
Frederick B. Mills, profesor de filosofía y codirector del Consejo de Asuntos Hemisféricos en Washington DC, y Daniel Kovalik, profesor de Derechos Humanos Internacionales en la Facultad de Derecho de la Universidad de Pittsburgh, en diálogo para Sputnik, hacen una dura crítica a la contienda electoral que ha sido catalogada por ambos partidos como "la elección más importante de nuestras vidas". A juicio de los académicos, "gane quien gane, es el pueblo estadounidense el que pierde".
Para el académico, lo único que puede considerarse distintivo de esta elección ha sido el hecho de que Trump y una parte de quienes apoyan al Partido Republicano estarían dispuestos a no aceptar la derrota electoral y mantenerse en el poder a través de cualquier medio, lo que podría provocar graves alteraciones del orden público.
"Trump derrotado podría intentar desplegar a la policía y a los grupos aliados de la supremacía blanca contra los manifestantes antifascistas a favor de la democracia como parte de una estrategia para mantenerse en el poder", advierte el catedrático.
Las recientes encuestas hechas por distintas medios y organizaciones, destacan que los votantes demócratas tienen gran preocupación por la desigualdad en medio de la crisis económica y por la violencia racial. Una diferencia sustancial con las expectativas de los votantes republicanos para quienes es mucho más importante la crisis económica.
"Muchos exsimpatizantes de Sanders votarán por Biden como una estrategia electoral malvada del arrendador anti-Trump. Otros progresistas, como Cornel West y Angela Davis, han argumentado que los progresistas deberían taparse la nariz y votar por Biden para dejar abierto el espacio político para construir un partido y un movimiento popular. Pero muchos otros progresistas argumentan que la candidatura demócrata debe ganar su voto apoyando la atención médica universal, un New Deal verde, los derechos de los migrantes, el respeto entre naciones, la desmilitarización y reforma de la policía, un programa de empleo y otros problemas sociales urgentes. Sin embargo, no podemos esperar que un boleto Biden - Harris vea la luz y se aleje del centro a la derecha hacia la mayoría de su base, que es progresista".
Para Daniel Kovalic, el comportamiento electoral debe analizarse desde el prisma de la tradicional "alta abstención" que prela en todas las elecciones de la nación norteamericana. Las causas de este fenómeno son claras.
Siguiendo esta línea argumental, Kovalic considera que Biden ganará el voto popular por un amplio margen, pero debido al sistema de colegios electorales, la abstención podría hacerle perder suficientes estados clave por un estrecho margen y así perder los votos necesarios en el Colegio Electoral. "Esto es lo que le pasó a Hillary Clinton", recalca.
¿Qué cambiará para Latinoamérica?
Actualmente, la percepción de Rusia y China como un peligro para la estabilidad de Estados Unidos, según informa la encuestadora Pew Research, ha aumentado en los últimos años en dicho país norteamericano. Además, ambos candidatos, tanto el republicano como el demócrata, han usado el ataque a Venezuela y Nicolás Maduro como bandera electoral.
"Recordemos que fue la Administración Obama-Biden la que inició el régimen de sanciones contra Venezuela y renovó las sanciones justo antes de que la Administración Trump asumiera el poder. Lo que Estados Unidos no puede perdonar es la causa bolivariana de independencia e integración regional y la determinación de Venezuela de ser una nación libre y soberana. Estados Unidos quiere acceso prioritario a los ricos recursos naturales de Venezuela y limitar la influencia de China en la región", destaca.
Además, hace memoria sobre el hecho de que Obama fue quien respaldó el golpe de Estado en Honduras y apoyó gobiernos neoliberales en la región como el de Macri en Argentina.
"El establishment demócrata es tan militarista como los republicanos, ya que la venta de armas es una parte integral de la economía estadounidense y la guerra es un gran negocio en muchos distritos del Congreso. El principal problema del establishment de Washington es que no reconocen que ya vivimos en un mundo multipolar; Washington quiere dominar la economía mundial y los recursos naturales, pero el único camino sostenible a seguir es la cooperación mundial y el comercio complementario", agrega.
Más allá de la elección
Para ambos catedráticos, la pandemia de COVID-19 ha expuesto la parte subyacente de la creciente desigualdad económica y social en Estados Unidos y el despliegue de encarcelamientos y asesinatos masivos por parte del Estado como herramientas de control social y subyugación de personas de color, generan un cuadro social que no va a ser resuelto con la elección presidencial.
"Vivimos una época muy volátil dentro de Estados Unidos y es probable que Trump continúe culpando a la disidencia legítima por el sufrimiento causado por la extrema desigualdad económica y el creciente desempleo", añade Mills.
Ante este cuadro, Mills considera que la política electoral no representa el mejor escenario para la lucha por la justicia social, por lo que propone otra fórmula. Participar en la batalla de ideas, construir un nuevo mundo "en el que pueden caber muchos mundos" y "exponer las mentiras de la oligarquía", serían los vértices de una estrategia política distinta, de cara a ayudar a las comunidades más desfavorecidas de Estados Unidos.
"Es hora de organizar un movimiento de abajo hacia arriba, de base y a favor de la democracia que reúna una amplia base de movimientos sociales y populares mientras construye una tercera vía", concluye.