Un castigo ejemplar que, junto con las sanciones hechas a dos miembros de la Corte Penal Internacional, Fatou Bensouda de Gambia y Phakiso Mochochoko de Lesoto, simplemente envían un claro mensaje al mundo: Estados Unidos no tolerará ser sometido a ningún juicio moral o mecanismo de justicia internacional.
La valentía de Assange ha sido reconocida por pueblos de todo el mundo, así como por activista como Roger Waters, fundador de la conocida banda Pink Floyd. Gracias a Wikileaks ha sido posible tener una dimensión real de las acciones de desestabilización e injerencia que el Pentágono y la CIA han desarrollado no sólo contra los países considerados objetivos militares.
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Detrás del telón
Las revelaciones de Wikileaks sobre Venezuela, develaron la acción de los distintos representantes de la Embajada estadounidense en Caracas, quienes, por cerca de dos décadas, realizaron exhaustivas investigaciones sobre personajes, voceros, conocidos y desconocidos de la política venezolana, sus vínculos personales, políticos, económicos, que le sirvieron para hacer un registro de quienes podrían ser sus aliados.
Victor Hugo Majano, periodista de investigación, creador de La Tabla, sostiene que no se ha "valorado en su justa dimensión" el tamaño de la conspiración contra Venezuela y que Wikileaks desnuda a través de más de 150.000 documentos filtrados.
"Estamos hablando de información que no sólo tenía que ver con lo político, sino que también impactaba sobre los intereses de las corporaciones de Estados Unidos en el país", expone Majano.
Según el investigador, se debe prestar muchísima atención a la investigación de inteligencia del aparato de espionaje estadounidense, que contaban con perfiles personales muy precisos sobre muchísimos venezolanos considerados de interés.
Buena parte de los documentos filtrados por WikiLeaks, se refieren a la energía eléctrica y el petróleo, el aprovechamiento de condiciones climáticas adversas, e informantes para favorecer a las empresas ConocoPhillips y ExxonMobil.
A la luz de estos hechos, las presentes acciones contra la petrolera estatal venezolana y sus activos en el exterior lucen como una conspiración de larga data.
Majano reflexiona en que dichas prácticas se remontan a las décadas del 60 y 70, cuando comenzaron los primeros esfuerzos por nacionalizar el petróleo venezolano y se reforzó la vigilancia y el seguimiento de cada actor vinculado a áreas específicas del sector productivo como el petróleo y la agricultura. "Todos están identificados", agrega.
"Ese seguimiento se mantiene con la llegada del Gobierno de Chávez, con todo lo que es el tema de las empresas mixtas, lo que sería la participación en las asociaciones estratégicas, vinculado a todo lo que tiene que ver con el tema petroquímico y la Faja Petrolífera del Orinoco, por supuesto todo lo que era la participación de actores extranjeros, de las delegaciones cubanas, de las delegaciones de Irán. Todo lo que estamos viendo ahorita de persecución a Venezuela en cuanto a sanciones, en cuanto a medidas coercitivas, de alguna manera se visualiza allá en esos años y en esa primera década del siglo XXI con respecto a lo que era la industria y las actividades fundamentales de Venezuela", destaca.
A Estados Unidos no solo le interesaba analizar perfiles de funcionarios del Estado venezolano, sino también participar activamente en la creación de liderazgos políticos de oposición en Venezuela, que pudieran garantizar una sucesión en caso que Chávez fuera derrocado.
"Literalmente se pudiera decir que hay elementos de información que corresponderían a una agencia de inteligencia y no una embajada", señala Majano.
Desde la perspectiva del comunicador, lo que ocurre con el caso de Julian Assange, no es más que la intención de Estados Unidos de ejercer un castigo ejemplarizante para quien ose dejar en evidencia las estrategias que tejen en las sombras los aparatos de inteligencia y militares de las potencias occidentales. Un precedente que sentaría las bases del fin del periodismo de investigación.
Una telaraña invisible
William Camacaro, activista social con muchos años trabajando con movimientos sociales de Latinoamérica, valora que el caso de Assange parece enviar un claro mensaje al mundo: mantener en la opacidad los mecanismos de control y manipulación de la élite occidental.
Pone como ejemplo el escándalo de las cuentas falsas de la empresa de relaciones públicas CLS Strategies.
"Una organización perteneciente a un entramado gigantesco, conectado a una arquitectura de intervención yanqui extremadamente poderosa: en su centro está el omnipotente Departamento de Estado que controla, financia, dirige y guía organismos claves como Usaid, el Pentágono, la CIA y los Comités de Relaciones Exteriores del Congreso y del Senado. Inmediatamente se encuentra la Fundación Nacional para la Democracia (National Endowment for Democracy, NED, por sus siglas en inglés), la Oficina de Iniciativa de Transiciones, y la Acils (American Center for International Labor Solidarity). En este entramado también participan organizaciones de derechos humanos como: Human Rights Watch, Amnistía Internacional, entre muchas otras, quienes le dan el carácter humanitario a cada intervención norteamericana", puntualiza.
En esta avanzada de Estados Unidos en la región, Camacaro sopesa la urgencia de revertir este andamiaje de manipulación internacional.
"Debemos más que nunca apostar a los movimientos sociales. En Chile hay protestas multitudinarias, a pesar de la dictadura pinochetista que aún vive allí, a pesar de la pandemia miles de personas salen a las calles a protestar en contra del modelo neoliberal. En Brasil las protestas son por miles y al presidente de ese país le es muy difícil gobernar en medio de todo el caos que ha generado, lo mismo ocurre en Colombia, Bolivia, Ecuador, hay una enorme lucha popular, y en todo el continente, que debemos apoyar", recalca.