El avión Fairchild Hiller FH-227, correspondiente al vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, se estrelló en la Cordillera de los Andes el 12 de octubre de 1972. Iniciaba así la que quizás sea la historia de supervivencia más impactante de la historia, aunque también sumó un nuevo episodio trágico a una lista de tragedias aéreas que enlutaron a América Latina.
El conteo de tragedias aéreas latinoamericana tiene uno de sus mojones iniciales en el siniestro del avión Ford Trimotor de la compañía Servicio Aéreo Colombiano (SACO) que se estrelló el 24 de junio de 1935 cuando despegaba desde el aeropuerto de Medellín. El impacto contra otro avión que esperaba en la pista provocó la muerte de 17 personas, entre ellos el famoso cantante de tango Carlos Gardel, que estaba en Colombia como parte de una gira artística.
El avión Douglas DC-6B que hacía el vuelo 107 de LAN Chile partió el 6 de febrero de 1965 desde Santiago con destino a Buenos Aires primero y Montevideo después. El avión partió con 80 pasajeros y 7 tripulantes, que fallecieron cuando la aeronave cayó en el Cajón del Maipo, tan solo unos minutos después de despegar. Hasta el día de hoy es considerado el mayor siniestro de la aviación chilena.
El 4 de junio de 1969, el avión Boeing 727-64 que cumplía el vuelo 704 de Mexicana de Aviación se estrelló en la ciudad de Salinas Victoria, cuando se dirigía hacia el aeropuerto de Monterrey, donde debía aterrizar. En el siniestro murieron 79 personas, entre ellos el reconocido tenista mexicano Rafael Osuna.
Según se cree, un error del piloto al calcular su posición exacta motivó que hiciera una maniobra equivocada, haciendo que el avión descendiera demasiado antes de llegar a su destino. El avión se desintegró al impactar contra la Sierra del Fraile, una montaña de más de 2.000 metros.
Mexicana de aviación volvió a protagonizar una tragedia —esta vez la más grande de la historia de ese país— en 1986. El avión Boeing 727-200 que transportaba a 159 pasajeros y ocho tripulantes partió el 31 de marzo desde Ciudad de México hacia Los Ángeles, en Estados Unidos.
La investigación del siniestro comprobó que la tragedia comenzó tan solo 15 minutos luego del despegue, cuando un sobrecalientamiento en los frenos provocó la explosión del tren de aterrizaje principal izquierdo del avión. Producto del estallido, el piloto perdió el dominio del vuelo.
El capitán logró reportar la emergencia y anunciar su aterrizaje de emergencia nuevamente en Ciudad de México. En el aeropuerto prepararon el aterrizaje pero el avión no pudo evitar impactar contra una montaña antes de llegar a la terminal aérea. Todos los pasajeros y tripulantes del avión perdieron la vida.
La trágica década de 1990
Casi una década después, la aviación sudamericana inició un período particularmente trágico. En 1995 se produjo el mayor accidente aéreo de la historia de Colombia, cuando un Boeing 757-223 de American Airlines, que cumplía un vuelo entre Miami y Cali, se estrelló contra una montaña de la localidad de Buga, en Valle del Cauca. Con el impacto fallecieron 159 personas. Contra todo pronóstico, cuatro pasajeros y un perro lograron sobrevivir y ser rescatados en las montañas. La investigación atribuyó las causas del siniestro a errores del piloto en la última etapa del vuelo.
El año 1996 fue aún más trágico, con dos siniestros mortales en Perú y uno en Ecuador. El 29 de febrero de ese año un avión Boeing 737-222 de la aerolínea Faucett que volaba desde Lima hacia Tacna se estrelló en Arequipa, donde debía hacer una escala. Las 123 personas que viajaban en el avión, entre pasajeros y tripulantes, perdieron la vida.
El 2 de octubre del mismo año se accidentó un vuelo de Aeroperú que partió desde Lima hacia Santiago de Chile. El avión impactó en el mar y produjo la muerte de 70 personas. La investigación indicó que el siniestro estuvo causado por una cinta adhesiva que obstruía los sensores del altímetro y que funcionarios de mantenimiento habían olvidado extraer luego de pintar la nave.
Tan solo veinte días después, un Boeing 707 de la aerolínea estadounidense Million Air se estrelló contra un barrio de la ciudad ecuatoriana de Manta. El avión no llevaba pasajeros sino un cargamento de pescado congelado y flores y los cuatro tripulantes. Sin embargo, el siniestro dejó treinta fallecidos, 80 heridos y destruyó unas 60 viviendas.
El otro gran accidente aéreo de la aviación comercial argentina tuvo como protagonista a la aerolínea LAPA. Si bien la cifra de muertos fue baja con respecto a otras tragedias —murieron 65 personas y hubo 34 heridos—, la espectacularidad del siniestro y las implicancias judiciales que tuvo después hicieron que quedara en la memoria.
El 31 de agosto de 1999 el avión debía partir del Aeroparque de Buenos Aires en un vuelo interno en dirección a Córdoba. El avión comenzó su carrera de despegue pero nunca levantó vuelo, saliéndose de la pista, impactando contra los muros perimetrales y arrasando con vehículos en su paso por una carretera contigua hasta impactar contra un tanque de gas, desatando un incendio. La investigación determinó que los pilotos hicieron caso omiso de una alarma que sonó durante el despegue, dado que la falta de mantenimiento hacía que fuera algo habitual.
Los grandes siniestros en Argentina y Brasil
Dos grandes tragedias aéreas enlutaron a Brasil entre 2006 y 2007. El vuelo 1907 de la aerolínea GOL había partido el 29 de septiembre de 2006 desde Manaos con destino Rio de Janeiro, llevando a 154 personas entre pasajeros y tripulantes. A mitad de camino, impactó con otro avión, un Embraer Legacy 600 que llevaba a siete personas a bordo. Inesperadamente, el avión más pequeño resultó ileso pero el Boeing de GOL se desintegró al caer en picada. Murieron todos sus ocupantes mientras los siete del Embraer sobrevivieron.
En julio de 2007 la tragedia tocó a un avión de la brasileña TAM que había partido desde Porto Alegre para llegar a Sao Paulo. El vuelo, que llevaba a 181 pasajeros y 6 tripulantes, transcurrió con normalidad pero al aterrizar el piloto no pudo detener el avión, que siguió ganando velocidad y, de forma similar al vuelo de LAPA argentino, traspasó los límites del aeropuerto, cruzó una avenida y se estrelló contra un depósito de combustible. El impacto y la explosión provocaron la muerte de 199 personas, doce de las cuales no iban dentro de la aeronave.
La seguidilla de tragedias aéreas en Brasil se complementaría con el vuelo de Air France que el 1 de junio partió de Rio de Janeiro hacia París con 216 pasajeros y 12 tripulantes. Todos murieron luego de que el avión cayera en el Océano Atlántico, lo que dificultó la recuperación de cuerpos y restos, que terminaron de ser recolectados recién en 2011.
El avión, un Avro RJ85, no hizo las escalas previas que tenía indicadas en Colombia y llegó al aeropuerto con una emergencia de combustible que se agravó cuando, al llegar a la terminal portuaria, recibió la orden de esperar para aterrizar. El avión perdió el control y acabó estrellándose en Cerro Gordo, una colina a cinco minutos del aeropuerto. Murieron 71 personas, entre ellos muchos futbolistas, dirigentes del club y periodistas, y sobrevivieron seis personas.
Más cerca en el tiempo aparece el siniestro del Boeing 737-200 propiedad de Cubana de Aviación pero que el 18 de mayo de 2018 cumplía un servicio de Global Air entre La Habana y Holguín, en Cuba. El avión llegó a despegar pero se precipitó al suelo tan solo ocho minutos después. Fallecieron 112 personas y hubo una única sobreviviente. La investigación atribuyó el siniestro a errores humanos.