Se le llamaba Billy el Niño por su crueldad, por la velocidad con la que sacaba la pistola para atemorizar a sus detenidos. Pertenecía a la Brigada Político Social de la Policía Nacional durante el franquismo y cuando acabó la dictadura, en ese periodo que se conoce como Transición, ascendió a inspector.
Ahora, el director madrileño Max Lemcke ha querido retratar —junto a Javier Palacios en la fotografía o el equipo del periódico Ctxt— un viaje en torno a este controvertido personaje. El documental Billy se estrenará en noviembre dentro del Festival de Cine de Sevilla. Ha conseguido realizarse gracias al micromecenazgo de unas 1.300 personas.
"Nos ha llevado un año entre la gente que había sido torturada y los que querían hablar. La idea era hacer un documental fresco, espontáneo, que tuviera mucha energía", cuenta Lemcke a Sputnik.
Con Billy pretendían hacer un repaso de ese periodo y subrayar las lagunas de la política española actual. "Hay una falta de calidad democrática y eso hay que resolverlo", aventura el director. Para eso han contado con una veintena de "luchadores" ("no les gusta denominarse víctimas", aclara Lemcke), mandatarios y analistas.
"Queríamos centrarnos en la violencia y ser críticos", insiste, "porque nuestra Transición fue de las más violentas del mundo y se enseña como algo modélico".
El personaje que titula el documental es el hilo conductor. ¿Por qué? Este exalto cargo policial concentra, según apuntan, algunos de los grandes rasgos que perduraron de la dictadura: las torturas, la impunidad o el silencio. Billy el Niño nació en un pueblo de Cáceres en 1946 y pronto fue haciéndose hueco en el cuerpo de las fuerzas de seguridad.
Todos sufrieron su ira. A Lobatón le rasgó el pecho con la pistola en una manifestación universitaria. Al escritor Gonzalo Moure le golpeó con tanto sadismo durante varios días de arresto que aún le duran los problemas de audición y equilibrio. Antonio Chapero, miembro de un partido comunista, se revolvió entre sus patadas y rodillazos antes de ingresar en prisión. Rosa García Alarcón aguantó insultos y amenazas de violación. Y su sombra planea sobre la muerte de Enrique Ruano, un militante antifranquista.
"Aparece la palabra memoricidio porque en España se ha borrado lo que ocurrió. El rey [por Juan Carlos I, padre de Felipe VI] nos lo impusieron, no se dio ninguna otra opción. Y la paz fue obligada y encubierta", resume Lemcke, asegurando que el franquismo "aceptó la democracia a cambio de conservar sus privilegios".
Fue, añade el cineasta, un cambio de camisa. Antonio González Pacheco, Billy el Niño, ejemplifica este maquillaje electoral. Cuando acabó la dictadura no solo no fue juzgado, sino que se le concedió la medalla al Mérito Policial. En 1982 abandonó su puesto público y montó una agencia de seguridad. En 2013, la jueza argentina María Servini pidió su extradición después de una querella de las víctimas en el país sudamericano. La Audiencia Nacional la rechazó argumentando que los hechos habían prescrito. Y solo después se aceptó en España una querella individual.
Los últimos años del franquismo, el regreso de la monarquía y la aparentemente modélica transición son narradas en Billy, torturas, impunidad y silencio
— Billy (@billydocumental) October 5, 2020
Estreno este noviembre en el @festivalsevilla #Billyelniño
@ctxt_es @maxlemcke @Cine_AEC pic.twitter.com/Z8WEtG2Zhf
Y, mientras, caminaba de forma anónima por la capital de España. Con su pensión y sus condecoraciones en vigor. "Él inició lo que ahora se conoce como las cloacas del estado. Estaba involucrado hasta en los GAL o en los asesinatos de Atocha. Los que han gobernado nunca han hecho nada por juzgarlo ni quitarle reconocimientos estatales. Y sus compañeros de la Policía aún le consideran un buen funcionario", explica Lemcke, que resalta la ausencia de muchos políticos y de representantes de la Policía.
"Queríamos ser críticos con la izquierda, porque han sido muy tibios. Los años 70 fueron muy complicados, estaba todo muy polarizado, y hay que reconocerles el mérito, pero otra cosa es no verlo ahora, con la distancia, y hablar de eso", dice Max Lemcke.
Indica el director que desde el PSOE (Partido Socialista), que ha ostentado el poder durante décadas, no se movió ningún dedo por cuestionar ese perdón que ellos mismos habían secundado en la Ley de Amnistía firmada en 1977 y que instituciones como el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos han pedido retirar por incumplir la normativa sobre estos derechos fundamentales.
"Hay que hablar de los muertos, enfrentarnos al pasado con profesionalidad y dar un paso adelante, porque aún existe un daño psicológico entre los afectados y los otros se han ido de rositas", sentencia.
Justo mientras montaban el documental, Billy el Niño fallecía de coronavirus (el 7 de mayo). "Fue un shock terrible porque era nuestro personaje y sentíamos un latir de esperanza entre los represaliados, pero intentamos integrar la situación de la mejor forma, porque lo importante es contar nuestra historia y que la gente la conozca", afirma.