El hidrógeno se ha convertido en la energía del futuro, una fuente de energía que, aunque no es primaria como el sol o el viento, cada vez está siendo más demandada por los países europeos para lograr la descarbonización del modelo energético hacia uno más sostenible.
De este modo, España se sitúa a la par con otros competidores europeos como Alemania y Francia en la búsqueda de un combustible más ecológico para la industria pesada. El plan de Francia es implantar 6,5 gigavatios de hidrógeno verde para 2030 y Alemania prevé 5 gigavatios para el mismo año. El plan de Francia incluye un gasto público de 7.000 millones de euros en la próxima década. Alemania invertiría 9.000 millones de euros hasta 2040.
"Las cosas se están poniendo muy competitivas", dijo la secretaria de Estado de Energía, Sara Aagesen, en una reciente entrevista. "España tiene la capacidad de convertirse en un actor relevante en el sector del hidrógeno renovable aprovechando nuestro alto potencial de generación de energía renovable a precios muy competitivos".
Actualmente la industria emplea la práctica totalidad de las 500.000 toneladas de hidrógeno que consume España al año y en su mayoría utiliza hidrógeno de origen fósil (o hidrógeno gris), que emplea gas natural como materia prima para su elaboración. Por cada kilogramo de hidrógeno renovable que sustituye a un consumo existente de hidrógeno no renovable se evitan nueve kilogramos de dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera. La consecución de los objetivos a 2030 que refleja esta Hoja de Ruta facilitará la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en 4,6 millones de toneladas equivalentes de CO2.