El 6 de octubre la estadounidense Andrea Ghez, el alemán Reinhard Genzel y el británico Roger Penrose recibieron el Nobel de Física por descubrir los secretos de los agujeros negros. Lo que hicieron fue relacionarlos con la teoría general de la relatividad de Albert Einstein y hallaron uno en el centro de la Vía Láctea.
Esto plantea una investigación realizada por los cosmólogos Gonzalo Palma y Cristobal Zenteno, de la Universidad de Chile, y Spyros Sypsas, de la Universidad de Chulalongkorn (Tailandia), publicada en la revista científica Physical Review Letters.
"Los agujeros negros primordiales no provienen de un proceso que pasa en una estrella sino que son un resultado directo de la misma fuente que creó la estrella", contó Sypsas.
"Es importante investigarlos porque son candidatos perfectos para explicar la materia oscura, que es un misterio de la física. Esta podría estar compuesta por millones de agujeros negros primordiales", agregó.
"Estudiando las características de los agujeros negros, hay formas de determinar si son primordiales o astrofísicos. Una de ellas es medir qué tan rápido giran. Los astrofísicos giran mucho, al igual que los planetas y estrellas, mientras que los primordiales no tienen este movimiento. Hasta ahora hemos observado alrededor de 20 que no giran", añadió el investigador griego.
Pero como el número es aún reducido, no pueden sacar conclusiones contundentes. Sypsas cree que en un lapso de tiempo de entre cinco a 10 años se obtendrán las respuestas. Al igual que los agujeros negros típicos, la forma de estudiarlos es a través de las ondas gravitacionales.
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