En estas maniobras estaban presentes los representantes de siete países, a los cuales se les tenía que mostrar el poder de la defensa antiaérea ucraniana. Sin embargo, estas maniobras llevaron al derribo de un Tupolev Tu-154M con 78 personas a bordo.
Lo último que lograron grabar los sistemas de seguimiento fue un fuerte ruido, gritos y la frase "dónde nos ha impactado".
Al principio, los servicios especiales rusos e israelíes barajaron la versión de un atentado terrorista, pero después de que fueron sacados los primeros 15 cuerpos del agua y algunos fragmentos de la aeronave se hizo claro que la razón era otra.
Así, en los 404 fragmentos que fueron encontrados, los expertos hallaron 460 orificios de bolas metálicas. Mientras tanto, los militares rechazaban de manera categórica estar involucrados en el accidente.
Varios días más tarde, el 9 de octubre, el representante del comité internacional que investigaba esta catástrofe, afirmó que el análisis de los agujeros indica sin lugar a dudas que el avión fue alcanzado por un misil del sistema S-200. La ojiva de este misil contiene 217 kilos de explosivos y 32.000 fragmentos destructores.
Después de ello, la Fiscalía General de Ucrania se vio obligada a abrir una investigación penal, mientras que el ministro de Defensa del país, fue retirado del servicio. Junto con él, varios generales y coroneles ucranianos fueron despedidos.
Un comité de investigación internacional llegó a la conclusión de que el Tu-154M fue derribado accidentalmente por un misil del sistema S-200 ucraniano. El avión resultó encontrarse en el sector de vuelo del blanco de entrenamiento, la aeronave no tripulada Ty-143 Reis, que volaba a una velocidad similar. Como resultado de ello, el sistema reconoció por error a la aeronave civil como blanco.
Más tarde, las autoridades ucranianas se negaron a pagar una compensación a la aerolínea por el avión T-154M que fue derribado por sus sistemas de defensa antiaérea.