El vuelo transcurrió sin problemas hasta las 9:45 UTC, cuando desapareció de las pantallas de los radares. La nave se encontraba entonces a 11.000 metros sobre el Mar Negro, a unos 200 kilómetros de Sochi.
Inmediatamente, los operadores de vuelos recibieron un mensaje procedente de un An-24 de la compañía Armavia que se encontraba en la zona. Los pilotos reportaron haber visto un destello brillante en el cielo.
"No hay razones para no creerle a la parte ucraniana"
Después de eso, no quedaba duda de que se trataba de una explosión en el aire. Barcos de rescate y aviones de reconocimiento del Ministerio de Defensa y el Servicio Federal de Fronteras ruso partieron hacia la zona donde el avión pudo haber impactado el mar.
Lograron recuperar algunos de los restos del Tu-154 y varios cuerpos de las víctimas, aunque gran parte de la estructura de la aeronave se había hundido junto con la mayoría de los pasajeros. La profundidad del mar Negro en el lugar donde cayó el avión alcanza los 2.000 metros y su fondo es difícil de localizar ya que consiste mayoritariamente de lodo. Esto jugaría un papel importante en esta historia.
Había pasado menos de un mes de los ataques terroristas en Nueva York. Además, el avión realizaba un vuelo desde Tel Aviv, por lo que la explosión de una bomba a bordo se convirtió en la primera hipótesis de la investigación.
A diferencia de la catástrofe del MH-17 en 2014, en 2001 Estados Unidos no tachó de secretos los datos de los que entonces disponían. A pocas horas del siniestro, los medios estadounidenses se apresuraban a informar a sus espectadores: el avión ruso, aparentemente, había sido derribado por un sistema de misiles antiaéreo S-200 perteneciente a Ucrania.
Inicialmente, Moscú no tomó en serio esas afirmaciones, creyéndole a los datos que le había proporcionado Kiev.
"En primer lugar, todas las partes involucradas de Ucrania dicen haber estado informadas sobre este avión. En segundo lugar, sus armas no cuentan con las capacidades tácticas y técnicas para alcanzar los corredores usados por el avión. Sea como sea, no tenemos razones para no creerle a la parte ucraniana", afirmó el día de la catástrofe el presidente de Rusia, Vladímir Putin.
"¿Dónde nos dieron?"
Aunque inicialmente el Ministerio de Defensa de Ucrania confirmó que ese día en el polígono de Opuk (Crimea) se llevaron a cabo entrenamientos de tiro de sus sistemas de defensa aérea, en el marco de los cuales habían sido lanzados 23 misiles, también agregó que los S-200 utilizados no tenían la capacidad de derribar el Tu-154 de Siberia Airlines. Pero ya el día siguiente, el 5 de octubre, el primer ministro de ese país Anatoliy Kinaj informaba que la versión del misil "tiene derecho a existir".
Las sospechas tomaron más fuerza aun cuando se publicaron los datos grabados por el control de tráfico aéreo Strelá, el cual recibió a las 13:45 hora local (9:45 UTC) una transmisión de pocos segundos con gritos a bordo. Una de las frases que pudo ser restablecida fue "¿En dónde nos dieron?", exclamada por uno de los pilotos.
El 9 de octubre un representante de la comisión de investigación destacó que el análisis de los agujeros en el fuselaje indicaba que el avión pudo haber sido impactado por un misil 'tierra-aire' del complejo antiaéreo S-200, ya que el tamaño y la forma de los orificios concuerdan con las que deja el elemento explosivo de ese sistema.
"No hagan de eso una tragedia"
Para ese momento el equipo de rescate informaba que era imposible extraer la sección principal del fuselaje del fondo del mar. Las aguas lodosas de dos kilómetros de profundidad hacían que la visibilidad fuese casi nula, lo que hacía imposible realizar los trabajos.
El 10 de octubre, el fiscal general adjunto, Sergei Fridinskiy, anunciaba que el examen forense de los cuerpos rescatados de la superficie reveló que todas las víctimas fallecieron a causa de una descompresión. Esto significaba que la aeronave se había destruido rápidamente a gran altura. La presencia de monóxido de carbono en la sangre de las víctimas indicaba que se había producido un incendio a bordo.
La totalidad de los hechos no dejaba duda alguna: el Tu-154 había sido destruido por un misil antiaéreo. Ese mismo día el presidente de Ucrania decía:
"Observe lo que ocurre en el mundo, en Europa. No somos los primeros, ni los últimos. No hagan de eso una tragedia", dijo el entonces presidente ucraniano Leonid Kuchma.
Las palabras del presidente de Ucrania causaron entonces un gran descontento. El servicio de prensa del primer ministro de Israel, emitió la siguiente respuesta: "Cuando los fallecidos no son de su pueblo, entonces, tal vez, es posible hacer tales reflexiones académicas. Murieron 78 personas, la mayoría de los cuales eran israelíes. Esto es una enorme tragedia para nosotros".
Objetivo erróneo
El informe final del Comité Interestatal de Aviación (IAC) decía que el avión fue derribado por accidente por un misil antiaéreo S-200 perteneciente a Ucrania, lanzado en el marco de los ejercicios militares que tenían lugar en Crimea.
El complejo antiaéreo S-200 utiliza un sistema de guía semiactiva por radar. La cabeza receptora de los misiles se orienta por las ondas electromagnéticas emitidas por el operador desde tierra y que al rebotar con un objeto lo marca como su blanco.
Según la versión principal, aquel trágico día el operador del S-200, en presencia de oficiales de alto rango de varios países, en vez de marcar el objetivo planificado según los ejercicios marcó por error al Tu-154. Al igual que en el caso del MH-17, la zona que el Tu-154 sobrevolaba no había sido declarada como prohibida para los vuelos comerciales.
Veinte días más tarde, el ministro de Defensa ucraniano Oleksandr Kuzmuk, fue despedido. Otros generales y coroneles de Ucrania fueron o despedidos o reducido en rango. Pero estas decisiones no fueron oficialmente relacionadas con el derribo del avión ruso.
A diferencia de la investigación sobre el MH-17, cuyos datos fueron rápidamente categorizados como secretos tanto por Ucrania, como por Estados Unidos, la investigación del accidente del Tu-154 sobre el Mar Negro fue culminada con éxito gracias a la publicación de toda la información técnica recopilada por los sistema de control objetivos, sin necesidad de utilizar fotos y vídeos de internet. Según los expertos, el material recopilado era suficiente para ganar un proceso contra Ucrania en un tribunal internacional.
Compensación sin culpa
Sin embargo, en ese momento Rusia consideró posible resolver el caso sin presentar cargos, ya que Ucrania había expresado el deseo de llegar a un acuerdo de compensación antes de llegar a juicio.
El 26 de diciembre de 2003, Ucrania y Rusia firmaron un acuerdo según el cual los familiares de los pasajeros rusos muertos recibirían un total de 7,8 millones de dólares. El acuerdo similar que Ucrania firmó con Israel sumaba otros 7,5 millones de dólares. La compensación se realizaba bajo condiciones ex gratia, es decir, sin la necesidad de admitir su responsabilidad legal.
En septiembre de 2004, el Fiscal General de Ucrania cerró el caso, por la imposibilidad de realizar una investigación, ya que la mayoría del material relacionado permanecía en el fondo del mar Negro sin la posibilidad de ser recuperado. Además, los ciudadanos extranjeros afectados habían retirado sus cargos.
De esta manera, tanto Israel como Rusia habían permitido a Ucrania salvar su reputación, evitando la necesidad de admitir oficialmente su culpa por la destrucción del Tu-154.
Ucrania busca culpables
Sin embargo, ahí no culminó la historia. No todos se sintieron satisfechos con ese resultado, especialmente con el hecho de que los culpables del siniestro nunca fueron castigados.
Es por eso que en 2008 el Ministerio de Defensa de Ucrania realizó su propia pesquisa, la cual tachaba las conclusiones de la IAC de insostenibles. En base a esa investigación en 2011 un tribunal de Kiev negó la demanda de la compañía Siberia Airlines contra el Ministerio de Defensa de Ucrania por una suma de 15 millones de dólares.
Después del cambio de poder en 2014 en Kiev y, sobre todo, después de la tragedia del MH-17 en Donbás, entre los medios de comunicación ucranianos tomó popularidad la versión que el Tu-154 había sido derribado por el Ejército ruso. Así, se insinuaba que el presidente Vladímir Putin había acordado en secreto con su homólogo ucraniano Leonid Kuchma, que este último asumiera la responsabilidad a cambio de "ciertas preferencias económicas".
Hoy día, la mayoría de los que perdieron a sus seres queridos el 4 de octubre de 2001 no pueden visitar su tumba. El oscuro y lodoso fondo del Mar Negro se ha convertido en el lugar de último descanso para los pasajeros y la tripulación del Tu-154. Su memoria ha sido usada como un arma política por diferentes 'expertos', periodistas y políticos.