La fractura hidráulica, como también se conoce al fracking, volvió a convertirse en tema de discusión. El método se utiliza en zonas donde los recursos —gas y petróleo— no son fácilmente extraíbles. Consiste en la perforación del suelo y la inyección de agua y químicos para retirarlos.
"Creo que nosotros podríamos estar asistiendo, en esta transición energética que estamos viviendo, a un nuevo escenario todavía muy confuso, que va hacia una menor dependencia global de las fuentes hidrocarburíferas", dijo a Sputnik Gustavo Lahoud, docente de relaciones internacionales especializado en recursos naturales y geopolítica.
Esta preocupación fue retomada por el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien volvió a decir que lo prohibirá para futuros proyectos. Sus palabras vienen en la línea de lo prometido en la campaña pero preocupan ya que el país lo puso en práctica como forma de obtener soberanía energética.
En EEUU, el presidente, Donald Trump, también se refirió al método. En medio de la campaña electoral en la que pretende ser reelecto, el republicano afirmó que su rival, Joe Biden, lo prohibiría en caso de ganar.
Sin embargo, la pertinencia del método es dudosa para aquellos países que cuentan con el recurso y aún no lo han explotado. El motivo es que el costo de estos yacimientos podría no compensarse en un futuro en el que la movilidad eléctrica y las fuentes renovables se posicionan con fuerza por la crisis climática.
"En las políticas de diversificación de la energía de China, de la Unión Europea, o de la India, por ejemplo, empieza a visualizarse que podrían haber cambios importantes en la demanda en el futuro. Si bien esto no se va a expresar de manera repentina, podría generar a largo plazo (….) menos atractivo para el desarrollo masivo de fuentes hidrocarburíferas", agregó Lahoud.
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