El 28 de septiembre, el Tribunal Supremo de España decidió por unanimidad inhabilitar a Torra durante el próximo año y medio al hallarle culpable de un delito de desobediencia.
Por este gesto fue condenado por el Tribunal de Justicia de Cataluña en diciembre de 2019 y ahora, tras la confirmación del Supremo, cesado definitivamente de su posición a cargo del Ejecutivo catalán.
El vaivén político no es nada nuevo para esta región con aspiraciones de convertirse en Estado, que en el último lustro ya vio marchar a tres presidentes, dos inhabilitados y uno huido a Bélgica para esquivar a los tribunales españoles.
Sin embargo, este periodo de transitoriedad llega en un contexto crítico, dejando al Gobierno catalán con un líder interino, el vicepresidente Pere Aragonès, y competencias reducidas para hacer frente a la pandemia del coronavirus.
🇪🇦 @QuimTorraiPla y la crónica de una inhabilitación anunciada 👇 https://t.co/i62cUH1b3u
— Sputnik Mundo (@SputnikMundo) September 17, 2020
Aragonès asumirá la presidencia pero no podrá llevar a cabo ciertas funciones como, por ejemplo, hacer cambios en el gabinete o convocar elecciones.
También quedará limitado el propio Gobierno, que entre otras cosas no podrá aprobar los presupuestos de 2021 ni impulsar nuevos proyectos de ley.
Se retrasan las elecciones hasta 2021
En un documento hecho público poco después de la inhabilitación de Torra, los partidos de Gobierno en Cataluña —Junts per Catalunya (JxCat) y Esquerra Republicana (ERC)— acordaron que Aragonès asuma las funciones limitadas y eviten presentar un candidato para suceder a Torra.
La designación de un presidenciable debería ser el próximo paso para la coalición, según la ley que regula el Gobierno autonómico, pero los independentistas de JxCat, capitaneados a distancia por el expresidente Carles Puigdemont, quieren evitar este escenario a toda costa.
Considerado la mano derecha del exvicepresidente catalán y líder de Esquerra Republicana, Oriol Junqueras, el vicepresidente Aragonès tomará las funciones de presidente bajo la vigilancia de los socios de JxCat.
La reticencia de Torra y JxCat a convocar elecciones antes de su esperada inhabilitación tenía un objetivo claro: ganar tiempo de cara a una nueva cita en las urnas para recortar la ventaja que las encuestas electorales dan ahora a ERC.
Con la negativa a presentar un candidato a al cargo, el presidente del Parlamento catalán, Roger Torrent, fracasará a la hora de designar a un posible líder para someter a un pleno de investidura.
Este proceso dura 10 días hábiles y se agotará alrededor del 14 de octubre, momento en que se iniciará un periodo de otros dos meses para negociar una posible investidura.
Esto sitúa el horizonte de unos eventuales comicios en dos posibles fechas que dependen del tempo de las negociaciones parlamentarias: el 31 de enero o el 7 de febrero, tras cuatro meses de interinidad.
A la práctica, no obstante, teniendo en cuenta la probable dificultad de los partidos independentistas para llegar a un acuerdo tras los comicios, Cataluña podría no tener un Gobierno en funciones hasta la primavera de 2021.
El independentismo entra en campaña
"Las elecciones tienen que ser un nuevo plebiscito que ratifique el referéndum del 1 de octubre", afirmó Quim Torra en su último discurso desde la sede del Gobierno catalán.
Dirigidos por Puigdemont desde Bélgica, los dirigentes de Junts per Catalunya aprovecharán los próximos meses para arrancar una batalla electoral que se lleva fraguando desde principios de año, cuando dieron por agotada la legislatura con Esquerra Republicana.
El mismo Torra dio una pista sobre hacia dónde se encamina la estrategia: "ruptura democrática" y confrontación con el Estado español para convencer al votante independentista.
Está por ver si la carrera electoral y la gestión de la pandemia debilitará las aspiraciones de secesión en Cataluña o servirá como combustible para el "punto de inflexión" del movimiento independentista que pidió Torra en su último discurso.