"Hoy nos vemos obligados a responder a los desafíos tanto internos como externos, con la particularidad de que los últimos determinan en grado considerable los primeros. No obstante, puedo decir que resistimos el primer empuje y no permitimos realizar en Bielorrusia el guión ucraniano de una revolución de colores organizada desde el exterior", constató agregando que la confrontación política continúa pero el grado de intensidad ha disminuido sustancialmente.
El canciller destacó la posición sopesada de Rusia que ayuda a impedir una injerencia extranjera abierta en los asuntos internos de Bielorrusia.
"Yo quisiera expresar agradecimiento a la parte rusa por su reacción sopesada, competente y clara a los acontecimientos que se desarrollan en Bielorrusia. Es obvio que tal posición de Rusia actúa como un contrapeso a una injerencia abierta en los asuntos internos de la República de Belarus que podrían emprender unas fuerzas exteriores", dijo.
También señaló que tal posición de Moscú permite lograr que la situación se tranquilice, entablar un diálogo con la sociedad civil y determinar las vías que lleven a solucionar la crisis.
"Yo quisiera expresar agradecimiento a la parte rusa por su reacción sopesada, competente y clara a los acontecimientos que se desarrollan en Bielorrusia. Es obvio que tal posición de Rusia actúa como un contrapeso a una injerencia abierta en los asuntos internos de la República de Belarus que podrían emprender unas fuerzas exteriores ", dijo.
También señaló que tal posición de Moscú permite lograr que la situación se tranquilice, entablar un diálogo con la sociedad civil y determinar las vías que lleven a solucionar la crisis.
Provocaciones desde el exterior
Asimismo, Makéi declaró que las protestas en Bielorrusia fueron preparadas por fuerzas exteriores, Minsk afronta tal situación por primera vez.
"Son las quintas elecciones [las presidenciales del 9 de agosto] desde que empecé a desempeñar diversos cargos, pero nunca antes hemos chocado con tan sofisticada preparación extranjera de las protestas", dijo.
Unas fuerzas exteriores e internas aprovecharon los comicios para desestabilizar la situación socio-política y económica en Bielorrusia, afirmó el canciller y recordó que eso se practicó antes en otras repúblicas de la desaparecida Unión Soviética.
Tan solo un tranquilo avance evolucionista puede llevar a que la paz y la estabilidad se impongan en el país y en la sociedad, subrayó.
Al comentar las conversaciones sostenidas con Lavrov, Makéi dijo que las partes llegaron a la conclusión de que Bielorrusia eliminará las contradicciones internas en el futuro próximo y "recuperará su estatus de un Estado tranquilo, abierto y hospitalario del centro de Europa".
Financiación extranjera de la oposición
Además, Makéi cuestionó la financiación extranjera a los grupos de opositores del país.
"Esto es absolutamente inaceptable y lo vemos como una injerencia en los asuntos internos de nuestro país", dijo Makéi.
Lituania prohibió la entrada a 30 ciudadanos bielorrusos, entre ellos al presidente de este país, Alexandr Lukashenko. Letonia y Estonia también anunciaron medidas similares.
"En su tiempo cuando nos reuníamos con nuestros pares de esos países debatimos muchas veces el uso de las sanciones como instrumento de la cooperación internacional y siempre coincidíamos de que eran totalmente inaceptables", recordó.
Makéi enfatizó que su Gobierno concordó y aprobó restricciones contra ciertos personajes de Lituania, Letonia y Estonia.
"Si otros países imponen sus sanciones, Bielorrusia responderá apropiadamente", advirtió.
Según el escrutinio oficial, Lukashenko obtuvo el 80,1% de los votos, pero la oposición insiste en que su candidata, Svetlana Tijanóvskaya, ganó las elecciones y exige una repetición de los comicios, opción que Lukashenko ha descartado en términos contundentes.
En los primeros días de las protestas las fuerzas del orden recurrieron al gas lacrimógeno, las balas de goma, los cañones de agua y las granadas aturdidoras para dispersar a los manifestantes.
Según el Ministerio del Interior, las movilizaciones se saldaron con tres muertos, centenares de heridos, entre ellos más de 120 agentes y más de 6.700 detenciones.