Los nombres de Jorge 40 o Salvatore Mancuso reaparecieron con fuerza en Colombia en los últimos meses. Es que la suerte de los dos exparamilitares parece haber confluido para su retorno al país sudamericano luego de cumplir penas en Estados Unidos, permitiendo que los dos exjefes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) paguen por los atroces crímenes cometidos entre finales de los años 90 y principios de los 2000.
Las Autodefensas Unidas de Colombia fueron un grupo paramilitar que se conformó como resultado del proceso de generación de ejércitos privados o paramilitares con el objetivo de combatir a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) o el Ejército de Liberación Nacional (ELN). Así como estos grupos guerrilleros manifestaban plataformas de izquierda, las autodefensas se caracterizaban por posturas de ultraderecha.
La AUC fue particularmente fuerte en la zona norte de Colombia, sobre la costa del Caribe, en los departamentos de La Guajira, Atlántico, Sucre, Santander, César y Magdalena. Según un perfil realizado por la fundación especializada en el estudio del crimen organizado Insight Crime, las Autodefensas Unidas de Colombia llegaron, en su momento de auge, a tener operaciones en dos terceras partes del territorio colombiano.
El carácter elitista en el que surgieron los paramilitares es fundamental para comprender cómo Jorge 40, cuyo nombre real es Rodrigo Tovar Pupo, y Salvatore Mancuso llegaron a ser referentes paramilitares a pesar de provenir de familias acomodadas.
Tovar Pupo era hijo de empresarios y sobrino de Edgardo Pupo Pupo, quien fue alcalde de Valledupar y gobernador del departamento del Cesar entre 1973 y 1982. Creció rodeado de una élite económica que le aseguraba un buen pasar y puestos de influencia en la política local. Tovar Pupo intentó seguir la carrera militar, pero fracasó y regresó a Valledupar a finales de los 80, cuando fue asesor financiero de la Caja Agraria del César.
Todo cambió a comienzos de los 90, época en que las acciones de las FARC ponían en jaque a hacendados y terratenientes colombianos con secuestros y extorsiones. El padre de Tovar Pupo sufrió un intento de secuestro, en lo que sería la chispa que despertaría en el joven la idea de emprender el combate armado a la guerrilla.
El caso de Mancuso presenta algunas características similares. Nacido en Montería, en el departamento de Córdoba, Salvatore no pertenecía a una familia con tantas influencias políticas como las de Tovar Pupo, pero sí provenía de un hogar con gran prestigio entre los empresarios y ganaderos de Córdoba. Viajó a Bogotá para estudiar ingeniería civil y administración agropecuaria, pero no culminó ninguna de las dos carreras, ya que tuvo que volver a Córdoba para administrar los campos heredados por su esposa, que también provenía de una familia acaudalada.
El paso a la clandestinidad de Mancuso coincide con el de Tovar Pupo en el detonante que significaron las acciones de la guerrilla contra los hacendados de la costa caribeña.
Castaño Gil es considerado el fundador de las AUC junto a su hermano Carlos. Los hermanos, con fuertes vínculos con el tráfico de cocaína —entre ellos con Pablo Escobar— conformaron grupos paramilitares en la década del 80 con la idea de vengar la muerte de su padre, asesinado tras un secuestro por las FARC.
Fue en la órbita de los hermanos Castaño que Mancuso y Tovar Pupo —ya por entonces apodado Jorge 40— se conocieron. Insight Crime recuerda que Tovar llegó a calificar a Castaño como su "Bolívar", en referencia al libertador, haciendo referencia a la influencia que tuvo en él. Para mediados de los noventa, y ante lo que consideraban la inacción del Gobierno de Colombia contra la guerrilla, todos se fueron consolidando como referentes del paramilitarismo colombiano.
El propio Jorge 40 contó que la primera vez que combatió como miembro de la AUC fue de la mano de Mancuso, durante una operación contra el ELN en el Magdalena.
Los crímenes atroces
Jorge 40 y Mancuso participaron de infinidad de crímenes durante su paso por las AUC. Además del narcotráfico y el tráfico de armas, fueron recurrentes las masacres de campesinos que, en la mayoría de los casos, ni siquiera estaban vinculados a los grupos que presuntamente las autodefensas combatían.
Durante sus años de actividad, las Autodefensas Unidas de Colombia se vieron involucradas en cientos de miles de asesinatos y masacres.
Al llegar a la Presidencia en 2002, Álvaro Uribe Vélez promovió un proceso de diálogo con las Autodefensas Unidas de Colombia para lograr su desmovilización. Mancuso tuvo un rol crucial, convenciendo a muchos de sus integrantes de aceptar el trato, abandonar las armas y presentarse voluntariamente ante los tribunales de Justicia y Paz, obteniendo ciertos beneficios procesales. En total, se movilizaron más de 30.000 integrantes de grupos armados.
Luego de la desmovilización y antes de ser extraditados a EEUU, Jorge 40 reconoció haber sido autor de unos 600 crímenes y haber participado en más de 3.000 a pedido de otros. Mancuso, por su parte, recibió condena por unos 1.500 hechos criminales en los tribunales transicionales de Justicia y Paz y podría recibir condena por un total de 5.000. De todos modos, organizaciones de derechos humanos aseguran que debería responder por cerca de 80.000 crímenes.
Entre los delitos más sonados en los que han participado aparecen las masacres de El Aro y El Salado, en 1997 y 2000.
La complicidad de la Gobernación de Antioquía —en ese momento en manos del expresidente colombiano Álvaro Uribe Vélez—sigue siendo uno de los puntos a desentrañar de la masacre. De hecho, el propio Mancuso involucra a la gestión de Uribe, indicando que se utilizó un helicóptero oficial para transportar a los perpetradores.
Actualmente, Uribe se encuentra en prisión domiciliaria, imputado por delitos de soborno y manipulación de testigos. El expresidente debió dejar su banca en el Senado a partir de la investigación de la Suprema Corte de Justicia, que el 1 de septiembre, y al entender que los delitos de Uribe no se relacionan con su actividad como legislador, dejó el caso en manos de la Fiscalía General de la Nación.
En la masacre de El Salado, otro pequeño pueblo del departamento de Bolívar, fueron asesinadas a unas 60 personas. Unos 150 paramilitares bloquearon las entradas al pueblo y fueron casa por casa escogiendo víctimas al azar para ejecutarlas, torturarlas y violarlas en la plaza principal, ante la vista de los demás y mientras tocaban gaitas y tambores. Permanecieron cuatro días en el pueblo mientras continuaban con los crímenes. La operativa fue ordenada por Jorge 40, quien aseguró que Mancuso también la apoyaba.
El regreso de ambos a Colombia
Luego de su desmovilización, algunos paramilitares como Mancuso y Tovar lograron evitar ser encarcelados en Colombia porque la Justicia de EEUU reclamó su presencia para responder por delitos de narcotráfico, una actividad que había sido recurrente para la AUC.
Mancuso había sido extraditado desde Colombia hacia EEUU en 2008. Terminó de cumplir su condena en 2020 y en principio pretendía ser devuelto a Italia, país del que Mancuso es ciudadano. Colombia intentó impedir la salida de Mancuso a Italia, pero sus primeros recursos fueron rechazados por cuestiones de forma. Finalmente, trascendidos en la prensa colombiana reforzaron la posibilidad de que el exparamilitar regrese a Colombia.
Tovar, en tanto, tiene prevista la salida de la cárcel para los primeros días de septiembre. Luego será trasladado a Colombia donde, si bien ya respondió por algunos crímenes ante los tribunales de Justicia y Paz, deberá volver a declarar para esclarecer varios otros de sus crímenes.