La huelga de hambre de los presos políticos mapuches, que supera los 120 días en el caso de los prisioneros de Angol, y que depuso el machi Celestino Córdova tras lograr un acuerdo con el Gobierno chileno, ha relevado uno de los temas centrales de las reivindicaciones exigidas por el pueblo mapuche: la demanda por autonomía y territorio.
"El Convenio 169 de la OIT consagra importantes derechos en relación a los pueblos indígenas, no obstante, el Estado chileno demoró 20 años en ratificarlo. Esto es un claro indicio de la nula importancia que para este tienen los pueblos originarios. Por lo mismo, la invisibilización del mapuche por un lado y la criminalización de sus demandas por el otro son parte de una misma estrategia", señala Luis Ernesto Tricot, sociólogo y magíster en Gobierno y Política Latinoamericana, en diálogo con Sputnik.
Tricot, quien es autor del libro Autonomía, el movimiento mapuche de resistencia, indica que tras el fin de la dictadura cívico militar en el país sudamericano no ha existido ninguna voluntad política real de entregar autonomía, ni libre determinación a los pueblos originarios.
"Por lo demás, ni libre determinación ni autonomía, como una expresión de la anterior, se entregan, simplemente se ejercen. Para eso lucha el pueblo mapuche", aclara el sociólogo.
Un ejercicio que bien conoce Héctor Llaitul, vocero de la organización mapuche Coordinadora Arauco Malleco (CAM), expreso político mapuche, que pasó cerca de 10 años en prisión y quien fuera objeto del montaje de la policía chilena conocido como Operación Huracán. En conversación con Sputnik, Llaitul explica la importancia y el concepto que tiene para la CAM la autonomía.
"Toda vez que planteamos la recuperación de las tierras o del territorio, y hacemos ocupación efectiva de los espacios territoriales que cada vez son más amplios y quedan bajo control mapuche. Ahí se produce el conflicto real, que es histórico, ahí se produce el conflicto en los hechos", añade.
¿Qué es la autonomía indígena?
Para la CAM, en palabras de Llaitul, lo fundamental para reconstruirse como pueblo, y de donde surge todo el planteamiento de la resistencia mapuche, pasa por el control territorial.
"Es una forma que tenemos de defender lo propio, y lo que vamos recuperando sobre la base de ejercitar esta plataforma de control territorial. Entonces así nosotros entendemos la autonomía y obviamente así la vamos desarrollando como práctica política", precisa.
Para la CAM es un verdadero proceso por la vía de los hechos. Es el desarrollo de un tipo de autonomía que han denominado Autonomía Revolucionaria.
"Se trata de alguna manera del inicio de un proceso que implica el desalojo del poder burgués, la transformación de esa relación de poder que tiene el mercado, el Estado centralista en el Wallmapu ancestral (territorio mapuche), en el territorio ocupado".
De alguna manera, puntualiza Llaitul, es la recuperación del territorio despojado, para que se desarrolle o se reproduzca el mundo mapuche, "desde una perspectiva más integral y a decir no solamente de tipo material, sino de tipo simbólico, cultural, ideológica y espiritual que permita la reconstrucción del Pueblo Nación mapuche".
Tres dimensiones de la autonomía
Héctor Llaitul advierte que ellos asumen la autonomía como una concepción y lógica central en su práctica política, y la entienden en una triple dimensión. "El primer aspecto es que debe ser entendida como independencia política, organizativa. Eso implica dejar de ser subordinados o dependientes de los partidos políticos, de la institucionalidad, de todo el Estado".
Finalmente, se trata de desarrollar lo que entienden como autonomía de pensamiento, lo que está relacionado con "la descolonización ideológica que es, de alguna manera, reafirmar el pensamiento de nuestros antepasados, el rakiduam (pensamiento en mapudungun) que nos legaron nuestros antiguos".
Estas tres disensiones, en términos ideológicos o políticos, y el control territorial, como práctica política, son para la CAM la forma en la que han realizado la reivindicación de la autonomía en los hechos.
Este concepto de autonomía difiere totalmente con la que ostenta el Estado chileno, la que también contrasta con la que poseen otras organizaciones mapuche, según el sociólogo Luis Ernesto Tricot.
"La diferencia es esencial: para el Estado no existe ni existirá nunca autonomía y para el movimiento mapuche sí. Es decir, no hay una distinción solo conceptual, sino factual. El Estado Nación chileno es unitario y lo ha sido así desde su génesis en el siglo XIX", precisa.
El vocero de la CAM, por su parte, señala que los protagonistas que están hoy día en demanda por la autonomía entregan diferentes planteamientos: "Hay distintos horizontes en el escenario, hay expresiones que plantea la autonomía regional u autonomía pactada dentro del Estado".
"En donde nosotros, en base a la lucha y la resistencia, ejercemos control de esos predios, que disputamos a las forestales. Los que desarrollan la industria forestal con políticas extractivistas depredadoras", denuncia.
"Ahí está el problema que es por cierto de estructura. Ahí está el punto de inflexión de este conflicto, cuando nosotros chocamos contra esos intereses del gran capital en nuestra realidad inmediata. ¿Para qué? Para recuperar esos territorios, desalojando ese poder y reinstalando el poder mapuche o la realidad mapuche", añade.
Plurinacional y multicultural
Declarar la región de la Araucanía como plurinacional y multicultural, como lo sugirió en 2014 la Comisión Asesora Presidencial para la Descentralización, en el segundo mandato de Michelle Bachelet, para los involucrados no alcanza a resolver el tema de autonomía en el caso del pueblo mapuche.
Esto porque para Tricot, el movimiento mapuche es muy heterogéneo y coexisten distintas propuestas en torno a las ideas de plurinacionalidad y pluriculturalidad. Una contempla participar en la institucionalidad chilena, "transformando el carácter uninacional y unicultural del Estado decimonónico chileno, declarándose como Estado plurinacional como un paso importante hacia la libre determinación".
Para Héctor Llaitul, justamente, esta no es una solución política viable, porque "la plurinacionalidad nunca ha sido ni es nuestro objetivo político, porque en el fondo representaría más de lo mismo en esta relación de opresión que sufrimos por parte de dos Estados [Chile y Argentina]".
Son solo derechos culturales y de tipo político mínimos que estarían igualmente "subordinados al ordenamiento estatal, el que por cierto es capitalista y de formato colonial, expresado en concreto hoy en la imposición de un modelo neoliberal al servicio de los grupos económicos que, a través de sus inversiones, depredan los territorios con políticas extractivistas".
"A nosotros se nos puede entender como más rupturistas, porque nosotros hemos hecho el uso de la violencia política, con fines de lograr el control territorial y avances concretos para derechos políticos y territoriales, pero todo en base a la resistencia y la autodefensa", explica Llaitul.
"Por eso es que como CAM reafirmamos con más fuerza que nuestro camino es luchar por la verdadera autonomía, la revolucionaria, la de facto, la de hecho. Con un proceso de acumulación de fuerzas mapuche, en base a los dos pilares estratégicos que son la resistencia y reconstrucción de nuestro pueblo, y sentar así las bases de un verdadero proceso de liberación nacional mapuche", declara.
De igual a igual
Para el sociólogo Luis Ernesto Tricot todas las políticas indígenas de los últimos 30 años, ya sean de los gobiernos de la Concertación, la derecha y la Nueva Mayoría "han sido un absoluto fracaso, de lo contrario no se mantendría el conflicto".
Esto porque en primer lugar, según Tricot, se han excluido siempre a los actores centrales de la problemática chileno mapuche, "a las organizaciones y comunidades en resistencia". Y en segundo lugar, porque justamente "se ha dejado fuera de toda discusión el tema de la autonomía".
Además, para el sociólogo el Estado chileno se ha equivocado rotundamente en su búsqueda de resolver el conflicto mapuche, esto "porque lo ha tratado como un conflicto mapuche, y no como un conflicto chileno-mapuche, para ser más precisos aún, entre el Estado chileno y el pueblo mapuche".
A lo que se suma, según Tricot, que lo ha intentado solucionar policialmente, "es decir militarizando las comunidades, reprimiendo, aplicando la ley de seguridad interior del Estado y la Ley antiterrorista".
Junto con la entrega de recursos económicos, "convirtiendo a los mapuche en pequeños emprendedores, en beneficiarios de magros proyectos, créditos o retazos de tierras. Nunca ha entendido que la solución es política y que ello pasa por aceptar que el movimiento mapuche solo está dispuesto a conversar de autonomía. Eso significa conversar de igual a igual".
Hacia una Nación mapuche
La reconstrucción de la Nación mapuche es una aspiración de gran parte de este pueblo originario, una reconstrucción que en caso de la CAM "implica desobedecer, rebelarse, e insubordinarse a todas las formas de expresión no mapuche, de tipo occidental winka (chilenos no mapuche)".
Un restablecimiento que también pasa por la recuperación del ordenamiento mapuche, las entidades y autoridades tradicionales.
Una reconstrucción que impide a la CAM hacerse parte de las invitaciones de las autoridades locales como alcaldes o concejales, y también a toda la institucionalidad del Estado chileno.
"Nosotros como CAM, no participamos en la institucionalidad, porque es opresora y antimapuche y por eso nuestros esfuerzos van en la dirección también de reforzar a las autoridades tradicionales, reforzar a nuestros lonko (cabeza jefe), nuestras machi (médicas), nuestros werkén (voceros), nuestros ñempin pu ñidol (líder referente)", señala el vocero de la CAM.
"Con ellos nosotros nos vamos a ordenar y a direccionar esta lucha autonomista, y con ellos nosotros vamos a trabajar para reconstruir los 'lof' (comunidad), reconstruir los 'rehue' (espacios sagrados ), los 'butalmapu' y finalmente la liberación del Wallmapu (todo el territorio ancestral mapuche)", sentencia Llaitul.