Las gigantes tecnológicas estadounidenses Facebook, Google, Amazon y Apple, y la china Alibaba, han estado con frecuencia en el ojo de las comisiones de defensa de la competencia de varios países del mundo. Reino Unido, Francia o Australia se cuentan entre ellos y recientemente se sumó a los cuestionamientos el propio EEUU.
Mientras Facebook controla el mercado publicitario en redes sociales —a través tanto de la propia plataforma como de Instagram— y las comunicaciones a través de Whatsapp, Google hace lo propio en el mercado de búsquedas de Internet y en su canal de distribución de videos YouTube. Apple, por su parte, domina el mercado de electrónicos en el país y cuenta con aplicaciones propias. Amazon, en cambio, ocupa el mercado nacional de ventas digitales y cuenta tanto con la venta como con la distribución y producción de las mercancías.
El escenario se repite fuera de EEUU por todo Occidente y en algunos casos a nivel global. Los competidores, salvo Alibaba que pelea lugares con Amazon, no tienen capacidad de competir con estas tecnológicas que representan a las más lucrativas empresas de la primera economía mundial.
"Cada una de estas compañías ejerce, en distintos sectores de la economía digital, actividades que han sido calificadas como monopólicas y en las que tienen un comportamiento con abuso de su posición de dominio. Esta calificación proviene de exámenes muy minuciosos que han realizado las autoridades de defensa de la competencia del Reino Unido y de Australia, el subcomité antimonopolio de la Cámara de Representantes de EEUU, y tribunales europeos de justicia y de competencia", explicó Martín Becerra a Sputnik.
De acuerdo con el investigador argentino del CONICET, y profesor de la Universidad Nacional de Quilmes y de la Universidad Buenos Aires, la evidencia es clara y pone de manifiesto el problema que se observa en tres áreas. La primera refiere a las trabas a la competencia de los mercados, lo que se deja ver en la imposición de barreras a la entrada a competidores y en abusos de posición dominante como son la fijación de precios excesivamente altos.

Por último, Becerra agregó que el problema se nota en una tercera área que tiene que ver con los algoritmos. Estos son editados, removidos y modificados a gusto y necesidad de las compañías. Y no son públicos, por lo que tanto clientes como competidores se ven afectados por ellos sin tener capacidad de conocerlos o cambiarlos.
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