Bastó que una decisión judicial prohibiera las operaciones policiales en las favelas del estado mientras dure la emergencia sanitaria para que, como por arte de magia, las muertes violentas cayeran 75% en el mes de junio.
"Las operaciones no son un método eficaz de combate al crimen. Probar que ese modelo de seguridad centrado en incursiones en la favela no funciona, es muy fácil. Basta fijarse en que en Río eso se hace desde hace 30 años y no funciona. Lo difícil es entender racionalmente por qué la policía insiste tanto en ese modelo", explica a Sputnik una de las autoras del estudio, Carolina Grillo.
Violencia policial durante la pandemia
A mediados de mayo, el adolescente João Pedro Mattos, de 14 años, fue baleado por la policía mientras jugaba con unos amigos dentro de su casa, en la localidad de São Gonçalo, a las afueras de la ciudad de Río de Janeiro.
Pocos días después de la muerte de João Pedro, un tiroteo entre policías militares y delincuentes armados sacudió Ciudad de Dios. Las balas interrumpieron el reparto de comida que un grupo de vecinos voluntarios estaban haciendo a las familias más vulnerables, algo que se ha vuelto habitual en los barrios más pobres de Río durante la pandemia.
En la balacera murió João Vitor Gomes da Rocha. La policía aseguró que era un narcotraficante armado. Los miembros del movimiento Frente Cidade de Deus afirmaron que estaba con ellos repartiendo comida.
Incidentes como estos motivaron al juez del Tribunal Supremo Federal, Edson Fachin, a aceptar una petición que estaba pendiente desde hacía tiempo, y que habían presentado el Partido Socialista de Brasil (PSB) y varios movimientos y entidades sociales.
El 5 de junio, la justicia suspendió las operaciones en las favelas "para no poner en un riesgo aún mayor a la población, la prestación de servicios públicos sanitarios y las actividades de ayuda humanitaria".
"Es impresionante tener que llegar al Supremo para pedir que la policía no dispare al lado de escuelas, guarderías y centros de salud, que no usen los helicópteros como plataformas de tiro, que lleven una ambulancia en las operaciones para recoger a los heridos… cosas básicas para una democracia", lamenta Grillo, doctora en Ciencias Humanas por el Programa de Posgraduación en Sociología y Antropología de la Universidad Federal de Río de Janeiro.
La especialista remarca que uno de los principales argumentos de la policía —que sin los agentes en la calle, aumentan los robos y los delitos comunes— no se sostiene. Los índices de correlación aplicados por los investigadores demuestran que la presencia policial no ayuda a reducir los robos, "sino que actúan ligeramente en su incremento".
Corrupción policial
Pero si la policía no contribuye a solucionar el problema o incluso lo agrava… ¿por qué insistir en esta guerra? Grillo apunta a la corrupción de parte de los policías, donde son habituales las coimas, y no sólo para que los agentes miren hacia otro lado.
En Río de Janeiro hay varias bandas rivales en disputa por el territorio: Comando Vermelho (CV), Terceiro Comando Puro (TCP), Amigos dos Amigos (ADA), entre otras, y la policía es una pieza clave en su particular ajedrez.
"Algunos policías pueden recibir dinero ilegalmente para aumentar la represión contra un grupo y favorecer a otro. Esas operaciones forman parte de unos juegos de poder totalmente ilícitos", dice Grillo.
Según los datos oficiales del Instituto de Seguridad Pública (ISP), los delitos violentos intencionales (homicidio, robo seguido de muerte y lesión corporal seguida de muerte) en el estado de Río provocaron 1.987 víctimas mortales en los seis primeros meses de 2020, la cifra más baja desde 1998.