"Para mí sería un honor desde lo simbólico (ser ciudadana); claramente yo no voy a ir a vivir a Rusia, tengo mi residencia en Argentina y mi hijo va a la escuela en Argentina, pero es una forma de agradecer todo ese amor que ellos me dan y que de alguna manera queda plasmado en la película", dice Oreiro a días del estreno mundial de Nasha Natasha, un documental que cuenta la vida de la artista y su relación con el país euroasiático.
El fanatismo ruso por la figura de Oreiro comenzó con Muñeca brava, telenovela del canal argentino Telefé que protagonizó en 1998 junto al actor Facundo Arana y que ya lleva 14 repeticiones en el país euroasiático.
Desde entonces, la también embajadora de Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia) suele realizar recitales multitudinarios en Rusia.
"Desde la primera vez que fui sentí una cercanía muy fuerte con ellos y también de ellos hacia a mí, que es emocional y muy difícil de ponerlo en palabras, un poco por los personajes que en un principio conocieron y fue el inicio de este vínculo, pero después también porque yo estuve allá filmando una serie en ruso (Al Ritmo del Tango, en Pervy Canal), trato de aprender su idioma y tengo un nombre que en Rusia es muy común", cuenta la artista.
Las muestras de cariño que Oreiro recibe en Rusia son permanentes.
Sus fans la esperan en los aeropuertos a altas horas de la madrugada y con temperaturas bajo cero y le regalan felpas gigantes que no parecen pensadas para alguien que tiene su casa a más de 13.000 kilómetros de distancia.
"A Rusia he ido con una valija y he vuelto con seis de tantos recuerdos, porque me hacen "mamushkas" con mi cara, la de mi esposo (el guitarrista argentino Ricardo Mollo) y la de mi hijo; me tejen bufandas, acolchados, me hacen pinturas, todo eso que para ellos es importante y quieren trasladármelo a mí, y yo no dejo nada allá de lo que es hecho con sus manos", aclara.
Una de las ofrendas que la acompaña en todas las filmaciones es una manta de dos plazas hecha con pequeños cuadrados de crochet unidos, provenientes de numerosas ciudades de Rusia.
"Los rusos tienen una dedicación muy especial para demostrarle a alguien que lo quieren. Para ellos el presente es algo que va más allá del mero hecho de regalar algo material, sino que es un sentimiento de que ahora vos tenés algo mío. Esas cartas no me pedían una foto firmada sino que me trasladaban un esfuerzo muy grande por aprender español, algo que a mí me llamó mucho la atención", describe.
De Montevideo a Siberia
Los comienzos de Oreiro fueron en el popular barrio del Cerro, en Montevideo, más específicamente en un galpón de la casa de su abuela, donde jugaba a ser actriz y bailarina.
Luego llegó la adolescencia, la formación y un viaje a Buenos Aires que cambió su vida para siempre.
"Cuando estudias teatro, los autores rusos como Antón Chéjov, Alexandr Pushkin, León Tolstói, son autores que uno lee, y luego si te gustan empezás a estudiar de dónde vienen. A mí de chica me gustaba mucho el ballet y Anna Pávlova, me acuerdo que tenía nueve años y le pedí a mi mamá que me mandé a estudiar ballet, pero como no había cerca de casa me mandó a estudiar corte y confección, lo cual le agradezco un montón porque me vino muy bien después", recuerda entre risas la cofundadora de Las Oreiro, la marca de ropa que montó junto a su hermana Adriana.
Ahora es ella quien asume el papel de madrina de cientos de niños y niñas que participan en el programa Got Talent, el más visto de la TV uruguaya, donde Oreiro es conductora, y que la llevó a la caza de artistas por todo el interior uruguayo.
Y a quienes le piden un consejo, ella les confiesa el secreto de su propio éxito: "escucharse a sí mismo, rodearse de gente que, de verdad, te pueda dar una crítica constructiva desde el amor".
Y, sobre todo, contener y dejarse contener, porque el amor es la llave que abre muchas puertas, por más lejos que estén.