En ese escenario y luego de aplicar un sinceramiento de la economía en agosto de 1990, con el que se corrigió el problema inflacionario de manera brusca, Fujimori no tardó mucho para empezar a dejar su impronta en la historia de Perú, en un Gobierno que hasta ahora divide a sus incondicionales, y a quienes señalan su mandato como uno de los más nefastos en términos de corrupción, violación de derechos humanos y debilitamiento de la institucionalidad.
Cierre del Congreso
El 5 de abril de 1992, menos de 2 años luego de asumir la presidencia, Fujimori cerró el Congreso de manera inconstitucional, tomando control también del Poder Judicial, el Ministerio Público, el Tribunal Constitucional y la Contraloría. La justificación para la medida fue, básicamente, que se necesitaba una reforma institucional profunda para un país quebrado y amenazado por la acción del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru y, sobre todo, Sendero Luminoso, agrupación terrorista maoísta cuyos atentados ya se ejecutaban con más frecuencia en Lima.
Ahora que Perú recordará las tres décadas desde que Fujimori subió al poder, los actuales defensores del fujimorismo, reunidos en el en el partido Fuerza Popular, liderado por la hija del expresidente, Keiko Fujimori, poseen dos argumentos para validar 10 años que terminaron con el exjefe de Estado con cinco condenas de prisión por delitos de corrupción, peculado, usurpación de funciones y asesinato (crímenes de lesa humanidad).
Los argumentos del fujimorismo de entonces y de ahora son que en esos 10 años se derrotó al terrorismo y se logró estabilizar la economía, dando paso a un modelo de libre mercado, con una privatización intensiva de las empresas estatales.

"Es evidente que en su Gobierno se derrotó militarmente a Sendero Luminoso y al Movimiento Revolucionario Túpac Amaru, pero ¿cuánto de esa historia puede ser atribuida al presidente Fujimori o en concreto a la actuación del GEIN (Grupo Especial de Inteligencia?", dice Gamarra a Sputnik.
Derrota del terrorismo
El GEIN fue un grupo creado al final del Gobierno de Alan García y que tuvo como misión hacer labores de inteligencia contraterrorista pero que, indican diversas investigaciones, fue desestimado por la administración de Fujimori, la cual optó por plantear una estrategia contra Sendero Luminoso a través del Grupo Colina, destacamento paramilitar dedicado al asesinato de miembros de la agrupación terrorista. De hecho, fueron los asesinatos de este grupo los que llevaron a Fujimori a enfrentar una sentencia de 25 años de cárcel, impuesta en 2009.
"Uno puede decir que en estructuras absolutamente verticales como las de Sendero Luminoso, donde se endiosaba a su jefe Guzmán, capturarlo significó la derrota de la agrupación", dice Gamarra, quien sostiene que Fujimori se encargó de hacerse suyo el logro de la captura; algo que se confirmaría cuando, a pesar del éxito del GEIN, éste fue desarticulado casi al año de haber logrado la captura en una decisión política contradictoria.
Por otro lado, los logros económicos trajeron un modelo neoliberal que desapareció a los sindicatos y eliminó varios derechos laborales, señala el analista.
"Seguimos poco menos que exportando piedras (minería), no tenemos una industria consolidada, y Perú puede tener cifras macroeconómicas en azul, pero la desigualdad está ahí", dice Gamarra sobre un periodo que es difícil de entender como beneficioso cuando la justicia, probadamente, ha determinado a su líder como un criminal. Algo que es episteme y no doxa, aunque la polémica seguirá, quizá por siempre, en Perú.