"La ciudad de Buenos Aires está cerca de la madurez de la epidemia, por lo que es probable que esté llegando a ese pico; se puede mantener durante un tiempo en una meseta con un alto nivel de contagios", dijo a esta Sputnik el funcionario.
La capital argentina registraba hasta el 23 de julio un total de 49.214 casos de la enfermedad respiratoria, con tres de cada cuatro contagios detectados en los barrios acomodados de la urbe y el restante en las zonas vulnerables de la ciudad, que desde hace semanas experimentan una merma de positivos de COVID-19, según los datos brindados por el Gobierno local.
"Los lugares más cercanos a la Ciudad de Buenos Aires son los que están más afectados y es probable que algunos días después llegarán al pico de contagio; luego irá hacia los lugares más alejados", agregó.
Medina explicó que el principal foco del COVID-19 está dentro del Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA), una de las 20 metrópolis más importantes del mundo.
Las autoridades del Gobierno local y nacional llevan adelante un operativo de detección de casos en 18 barrios de la ciudad y en siete zonas vulnerables.
En villas de emergencia y asentamientos precarios se detectaron hasta el momento 12.306 contagios, 119 en el último día.
En total fallecieron 129 habitantes de estos barrios, cinco en el último día.
Comparación con otros países
Por otro lado, Medina aseveró que las cifras de mortalidad de Argentina están "muy por debajo" que las de Brasil, EEUU, algunos países europeos y Chile.
"En este momento estamos en una franca aceleración de contagios. Sin embargo, las cifras de mortalidad están muy por debajo a la de otros países, como por ejemplo Brasil, EEUU, [algunos] países europeos y Chile", afirmó.
Las autoridades sanitarias argentinas anunciaron este 24 de julio la muerte de otras 20 personas con la enfermedad respiratoria COVID-19, defunciones que agregadas a las de la víspera suman 105 en el último día, en un país que alcanza 2.722 fallecidos por el nuevo coronavirus.
Por su parte, Medina dijo que las medidas de aislamiento social preventivo obligatorio decretadas por el Gobierno argentino, han producido, en un primer momento, una meseta en la curva de contagios, lo que le permitió a las autoridades tener un mayor tiempo para expandir las herramientas del sistema de salud.
El viceministro destacó que se logró tener una "buena" dotación de camas críticas (26 camas cada 100.000 habitantes), comprar insumos críticos, construir hospitales e impulsar investigaciones de tratamientos para el COVID-19.
Dilema
En las últimas semanas, sectores de la oposición criticaron la medida de cuarentena impulsada por el Gobierno, luego de que el presidente de Uruguay, Luis Lacalle Pou, resaltara en medios argentinos que el éxito de su país contra la pandemia se debió a que se apeló a la libertad y no se impulsó ninguna medida de confinamiento.
"Pero lo que está claro es que la salud colectiva y el bien común están por encima de las libertades individuales, por eso es muy importante preservar la salud; sobre todo en una megalópolis, como es el caso de la AMBA, es muy importante controlar el transporte público, no tener una sobrepoblación, porque eso inevitablemente lleva a una gran cadena de contagios", reflexionó.
El funcionario agregó que Uruguay y Argentina son países totalmente distintos tanto en lo cultural, como en lo social y lo demográfico.
"Lo demográfico es superlativo. Argentina tiene un conglomerado humano como es el AMBA, que significa mayor riesgo, por lo que se tienen que tomar medidas distintas. No son comparables en un país o en otro y creo que no se puede simplificar. Es muy compleja la salud y en particular esta pandemia como para hacer comparaciones tan lineales", afirmó.
Mientras Argentina tiene una población de más de 44 millones de personas, Uruguay tiene cerca de 3,5 millones de habitantes.
El Gobierno de Uruguay, país que actualmente registra menos de 200 casos activos, y ha tenido 34 fallecidos por COVID-19, ha sido destacado internacionalmente por el manejo que está realizando de la pandemia.