De Guinness
Bolsonaro podría convertirse en un plus marquista mundial como jefe de Estado si continúa con esta dinámica de cambios en su gabinete. Y el Ministerio de Educación es un claro indicador de los continuos movimientos de tierra que hace en su parcela administrativa, y los jardines del Palacio de Planalto son testigos privilegiados.
"El mayor desorganizador de nuestra sociedad consolidada, institucional, de la economía capitalista brasileña, es el presidente Jair Bolsonaro", sentencia el Dr. en Ciencia Política Bruno Lima Rocha respecto a la gestión del mandatario.
"Infelizmente también Bolsonaro utiliza su contaminación para hacer propaganda de una medicación que no tiene validez, que es la cloroquina, y descubrieron que hay gente que está ganando mucho, pero mucho dinero vendiendo medicación derivada de cloroquina en Brasil. Anda a saber si hay vínculo, o no, o qué tipo de relación tiene él con la cloroquina que propaga Donald Trump. [Bolsonaro] puso al Ejército brasileño a producir cloroquina sin la menor necesidad", subraya.
"Yo diría que la sociedad brasileña es muy resiliente frente a un Gobierno de ultraderecha, y que aparte no quiere gobernar. Sería el resumen de la situación", observa Lima Rocha.
Gobierno Bolsonaro 'de perfil'
Lima Rocha explica que el ministro de Justicia de Brasil, André Mendonça, apuntaló la llegada de Milton Ribeiro a la cartera de Educación. El analista indica que Mendonça es una personalidad de carrera en la Fiscalía y tiene formación jurídica y teológica: también es un pastor presbiteriano.
El experto añade que los constantes cambios en el gabinete obedecen a que "Bolsonaro exige una lealtad al 100% con todo su programa, lo que incluye hacer hincapié en sus discursos absurdos y en su predicación de tipo ultraconservador, como si Brasil fuera una extensión del cinturón bíblico de EEUU".
"Y hay que reconocer una cosa —es una broma—: el último [anterior], el ministro [de Educación] Carlos Decotelli, quien duró seis días —mintió en su currículum—, fue el mejor ministro, porque no tuvo tiempo de hacer ninguna 'cagada'", ironiza el Dr. Bruno Lima Rocha.