La dolencia, causada por la bacteria Yersinia pestis, la transmiten las pulgas que viven en roedores salvajes, y hace que los ganglios linfáticos del cuerpo humano se inflamen. Los infectados desarrollan cuadros de fiebre, vómitos, diarrea y hasta convulsiones.
No obstante, por ahora no hay motivo para preocuparse. Los expertos de la Organización Mundial de la Salud están convencidos de que el diagnóstico y el tratamiento precoces dentro de las 24 horas posteriores a la aparición de los síntomas de la peste bubónica "pueden salvar vidas humanas".