Aunque no fue en un ring de boxeo ni hubo golpes reales, ese día se registraron varias peleas en el Congreso Nacional de Chile. Fue una de las jornadas más tensas del año en el hemiciclo.
A Piñera, que no apoya la iniciativa, durante varios días se le vio relajado. Como muchos otros, pensó que sería casi imposible que se consiguieran los 93 votos necesarios para su aprobación. Pero a última hora sucedió algo inesperado.
La oposición dejó atrás sus rencillas y se cuadró en bloque para aprobar. Además, algunos parlamentarios del oficialismo empezaron a coquetear con la idea. Esto último generó desesperación en Santiago.
El lobby frenético
Cuando Piñera entendió que uno de los proyectos emblemáticos de la oposición podía concretarse, dio inicio a un enorme despliegue de negociación con los parlamentarios de su coalición para ordenarlos, buscando que rechazaran.
Los ministros Ignacio Briones, de Hacienda, Cristián Monckeberg, de Desarrollo Social, y Claudio Alvarado, de Secretaría General de la Presidencia, tomaron un auto y viajaron rápidamente a Valparaíso, donde se encuentra la sede del Congreso. En Santiago, el ministro del Interior, Gonzalo Blumel, y el mandatario digitaron decenas de números de teléfono para conversar directamente con sus diputados.
Las negociaciones fueron complejas. Ásperas. Sobre todo porque ya venían arrastrándose varias rencillas internas entre la derecha y el Gobierno. Incluso, entremedio de tanta tensión, el diputado de la Unión Demócrata Independiente, Christian Moreira (derecha) se desmayó.
Finalmente, todos sus esfuerzos fueron en vano. Trece diputados de derecha votaron a favor, 30 se abstuvieron y sólo 25 rechazaron. Es considerada por muchos como una de las peores derrotas políticas de Piñera, tras no poder alinear a su propio sector.
Los coletazos del día posterior fueron varios: la Bolsa de Santiago retrocedió más del 3%, ocho diputados de Renovación Nacional renunciaron a su bancada y ya se habla de un posible cambio de gabinete.
El otro Piñera y las AFP
A fines de los años 70, el dictador Augusto Pinochet (1973-1990) tenía en mente debilitar los movimientos sindicales, y decidió acudir a un hombre de la academia para concretar esa idea. En 1979 designó como ministro del Trabajo un economista que venía llegando de estudiar en la Universidad de Harvard: José "Pepe" Piñera, el hermano mayor de Sebastián.
Como ministro de la dictadura, José Piñera ideó varias políticas laborales, y entre ellas una que perdura hasta hoy: las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP).
Este modelo ha sido constantemente cuestionado durante las últimas décadas debido a las bajas pensiones que entregan a los trabajadores en su vejez, al poder e influencia que tienen en la política chilena y por la concentración de capital que generan.
Las AFP administraron 195.847.036.075 dólares el año 2019. El dinero ahorrado durante toda una vida por más de 10 millones de trabajadores chilenos. Gestionando e invirtiendo ese dinero, estas empresas alcanzaron ganancias por sobre los 649.000.000 dólares el mismo año.
La pensión mínima de un anciano es de 180 dólares al mes.
"Más del 80% de la ciudadanía rechaza hoy el sistema de AFP. Por eso la aprobación del retiro del 10% del ahorro previsional de los trabajadores significó una alegría para nosotros y para millones de chilenos, que salieron a celebrar a la calle. Y esperamos que este sea un paso para finalmente, terminar con este sistema", dijo entusiasmado a Sputnik el dirigente de la Coordinadora No+AFP, Luis Mesina.
No+AFP es el movimiento que lleva más años en Chile luchando para derogar el sistema, movilizando a cientos de miles de personas en multitudinarias manifestaciones callejera. Además, tuvo una preponderancia fundamental en las protestas del estallido social del año pasado en el país.
"Con la votación del miércoles (8 de julio), podemos decir que Chile, de cierta manera, ya cambió un poco", afirmó.
En una biografía del presidente Piñera escrita por las periodistas Bernardita del Solar y Loreto Daza se cuenta que el padre del clan Piñera instaló un ring de boxeo en el patio trasero de la casa, para que sus dos hijos mayores, Sebastián y José, resolvieran sus diferencias. Seguramente, en ese tiempo no recibieron ningún golpe tan doloroso como el que esta semana les propinó el Congreso de Chile.