El lanzamiento del T-MEC no puede separarse del contexto político-económico que lo precede, es decir, de la disputa económica entre el actual Gobierno de Estados Unidos y China. Un conflicto que, eventualmente, podría afectar las relaciones comerciales de los países que lo integran.
"La implicación geopolítica inmediata en la relación con China es que se cuestiona la participación de aquellos Estados no democráticos, dicho explícitamente de esa manera en el tratado. Eso influiría en que México tuviera relaciones parciales-bilaterales con China a nivel comercial dentro del marco del T-MEC", advirtió José Luis Valdés Ugalde, politólogo e internacionalista del CISAN, en entrevista con Sputnik.
Aunado a esta situación, la cercanía de los Gobiernos de Donald Trump y Andrés Manuel López Obrador está orientada a profundizar la relación de ambos países, lo cual podría limitar el margen de acción de México para establecer nuevas relaciones comerciales que fortalezcan su economía interna a largo plazo.
¿Integración o dependencia económica?
El nuevo tratado de libre comercio entre los países de América del Norte tiene como objetivo establecer un área de intercambio comercial en la región; esto, a su vez, está dirigido a establecer un nuevo enfoque de integración entre los tres países que se sustente esencialmente en el flujo económico.
En consecuencia, las limitaciones que se establecen en el T-MEC podrían ocasionar que México no solo amplíe su relación económica con Estados Unidos —a quien va dirigido más del 70% de su comercio exterior—, sino que profundice su dependencia económica hacia el país con el que comparte la frontera norte.
Para Valdés Ugalde este desalentador panorama podría regularse con la diversificación de las exportaciones mexicanas y con la generación de condiciones que permitan la inversión —nacional y extranjera— en el desarrollo de proyectos de infraestructura del Estado.
"Es un freno inicial porque si funciona el T-MEC, como funcionó el tratado de libre comercio anterior [TLCAN], entonces sí se prevén que va a haber más inversiones. Aquí México tiene que aclarar las condiciones en las que va a haber buenas inversiones", apuntó Benítez Manaut respecto a las limitantes que el T-MEC impone a México sobre otros tratados económicos que pudiera conformar.
El factor geopolítico del T-MEC
La confrontación actual entre los Gobiernos de Donald Trump y Xi Jinping marcará el inicio del T-MEC, a menos de que gane Joe Biden del Partido Demócrata las próximas elecciones de Estados Unidos y se reconfiguren las dinámicas comerciales con China.
Por otro lado, las dinámicas comerciales no solo podrían modificarse en términos de las relaciones que México puede establecer con China —en este caso—, sino también en lo que se orienta al flujo comercial de mercancías que regularmente transitan por el país para llegar a Estados Unidos.
"Para muchos de los asiáticos, [México] ha funcionado como un territorio de triangulación para entrar al mercado de Estados Unidos y esto de algún modo el T-MEC ahora lo está reglamentando, entonces en principio frenaría un poco la entrada de productos asiáticos en general", apuntó Ceceña.
A pesar de ello, Valdés Ugalde opinó que el T-MEC no tiene el suficiente potencial para reconfigurar el actual panorama geopolítico en términos de una nueva disputa económica entre los países aliados.
"El T-MEC es un acuerdo comercial fuerte y poderoso, que representa un volumen muy grande de mercancías comerciándose entre los tres países. Es una posibilidad para poder abrirle a la América del Norte frentes comerciales interesantes y nuevos, pero no representa geopolíticamente una amenaza para la Unión Europea, ni para Asia, ni para China, ni para el conjunto de aliados que tiene China en el sureste asiático, sino en todo caso representa una posibilidad para poder desarrollar regionalmente al país", agregó.
Sobre este punto, señaló que con el anterior Tratado de Libre Comercio con América del Norte (TLCAN) no solo se integró una visión de intercambio de mercancías, sino también una suerte de tratados alternos que incluían aspectos de seguridad en territorio mexicano —como la Iniciativa Mérida— que tenían la intención de establecer un circuito de seguridad hemisférica.
"En este caso, pensando en América del Norte y ahora con la revitalización del T-MEC, pues a EEUU y más con la idea de los megaproyectos del sur, a Estados Unidos le interesa mucho que toda esa región tenga una coraza, un envolvimiento de seguridad donde él pueda meter la mano. (…) Eso le permitiría a Estados Unidos tener más injerencia en la política de control de migrantes que se ha establecido en esa frontera [al sur de México] y que se detendría en la barrera del Corredor Transístmico, pero también le permitiría tener el control de ese Corredor Transístmico y eso realmente un punto estratégico para el comercio del futuro, como para el reordenamiento territorial del continente", expuso la coordinadora del Observatorio Latinoamericano de Geopolítica.