En un comunicado, la Policía Federal informó que la investigación terminó este lunes y que "el laudo de los peritos descartó la hipótesis de que el fuego fuera provocado o que hubiera una actitud delictiva".
"A pesar de que las obras de restauración aún no habían comenzado, en la época del incendio, la obtención de los recursos para la reforma del edificio ya había sido definida, meses antes del accidente", asegura la policía.
La policía recuerda que tanto el rector de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) como la directora del Museo Nacional habían iniciado trámites con el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social (BNDES) para restaurar el edificio y entre otras cosas, adecuarlo al código de seguridad y anti incendios.
El contrato para iniciar esas obras de reforma fue firmado en junio de 2018, pero no dio tiempo de empezarlas: el museo ardió poco después, el 2 de septiembre de ese año.
Según las conclusiones de la policía, el fuego empezó en un auditorio del primer piso, cerca de la entrada principal, probablemente por culpa de un fallo en un aparato de aire acondicionado.
Sin embargo, ese trabajo de control externo no fue concluido, y el oficial del cuerpo de bomberos que dejó el trabajo sin concluir "tuvo un castigo administrativo", según la policía.
El Museo Nacional de Brasil, inaugurado en 1818, era la primera institución científica del país, y albergaba más de 20 millones de objetos, desde esqueletos y animales disecados hasta momias egipcias y valiosos documentos sobre los indígenas brasileños.
El museo se formó en base a las colecciones del rey Juan VI de Portugal, que se trasladó a este edificio de Río de Janeiro con la familia real cuando dejó Lisboa huyendo de Napoleón.
Prácticamente toda la colección fue destruida por el fuego, y ahora el edificio está siendo restaurado con ayuda de la UNESCO y de algunos países europeos, aunque las obras avanzan lentamente por la escasez de recursos.