La crisis económica inducida por el periodo de confinamiento que ha paralizado la economía española entre marzo y mayo necesita de paliativos y estímulos para sofocarse. Con un Gobierno que busca no depender en exceso de ayudas comunitarias ligadas a la deuda, la financiación de las políticas públicas puede conducir a nuevos esquemas tributarios.
Pero las declaraciones de Sánchez son acogidas con circunspección. "¿A qué rentas se va a gravar? ¿Qué tipo de exenciones se eliminan? ¿Cómo se va a luchar contra el fraude?", se pregunta el economista Fernando Luengo. "Porque da la impresión de que el impuesto a las grandes fortunas queda fuera". "La cuestión no es hacer algo, sino lo suficiente para que el margen fiscal del Gobierno se amplíe", recuerda.
Repasando datos del CIS: El 78,4% de los ciudadanos a favor de mejorar los servicios públicos aunque haya que pagar más impuestos. Además el 83,1% opina que no paga más quien más tiene. Basta de engaños, hay una amplia mayoría social favorable a una reforma fiscal progresiva.
— Ferran Martínez (@FerranMtz) July 2, 2020
La propuesta del Banco de España
El 30 de junio el Instituto Nacional de Estadística (INE) publicó su informe contable referido al primer trimestre de 2020 y los datos resultaron ser demoledores: el PIB nacional menguó un 5,2%, el consumo cayó un 6,6% y las exportaciones se hundieron un 8,2%.
"Pero tampoco tiene problemas en tomar los datos del INE como referencia; su papel es más de arrojar proyecciones y recomendaciones influyentes en los gobiernos y en las expectativas de los agentes económicos".
Este economista sostiene que la propuesta del regulador español "consiste en combinar ajustes estructurales y elevar impuestos indirectos como el IVA, para conjugar recortes de gasto y aumentos de ingresos". En su opinión, no cabe esperar de este organismo un planteamiento nuevo para proponer políticas de inversión.
De similar parecer es Fernando Luengo, para quien la postura del Banco de España en materia tributaria es seguir dirigiendo la carga fiscal del país sobre las rentas del trabajo. "El Banco de España habla de los tipos superreducidos del IVA. Es decir, 'quiero impuestos pero no los quiero pagar yo'", explica a Sputnik este exprofesor universitario. "El grueso de los ingresos del estado son cotizaciones sociales, los impuestos sobre el trabajo y la imposición indirecta", afirma, señalando una situación que conviene excelentemente a "los ricos y las patronales".
El apartado del informe del Banco de España dedicado a la desigualdad (páginas 198 y siguientes), ni una sola palabra referida a la concentración de la renta y la riqueza y, claro está, ninguna propuesta de cómo corregirla. Lo de siempre, vamos.
— Fernando Luengo (@Fluengoe) July 1, 2020
El politólogo Víctor Prieto apunta al decreciente tipo impositivo de los impuestos directos a la renta, la propiedad y las sucesiones de bienes como factor de regresividad fiscal en España. "Los pobres y las clases medias empobrecidas han asumido durante años como propio el discurso neoliberal sobre la bajada de impuestos porque, en cierta forma, su pérdida de poder adquisitivo en cuanto al salario estaba siendo compensada con disminuciones de algunos impuestos y, sobre todo, con facilidad de acceso al crédito", declara a Sputnik.
"Ese recuerdo de los años gloriosos de la clase media en la España de la burbuja inmobiliaria todavía sigue operando con fuerza ahora. Es el viejo principio smithiano de la suma de los egoísmos individuales como sinónimo del bien común", explica.
"Crisis fiscal del Estado"
Así define Prieto la situación actual por la que atraviesa la política tributaria española. En su opinión, esta es "consecuencia de una contrarreforma fiscal, efectuada en las últimas décadas, que ha vaciado de recursos las arcas públicas".
En esta situación, ¿tiene España un ejemplo a seguir en el seno de la propia UE? "En Alemania, Dinamarca o Suecia", destaca Fernando Luengo, "el peso de los impuestos respecto al PIB está siete puntos por encima de lo que tenemos en España; es decir, hay margen para acercarnos al promedio comunitario", recuerda este exprofesor de Economía Aplicada de la Universidad Complutense. Es cuestión de voluntad política, y aporta un dato:
"Lo que plantea ahora UP y parece que también el PSOE, es que sólo con que el tipo efectivo se acercara al 15% tras eliminar exenciones y deducciones, habría un margen recaudatorio muy grande. Y sin subir los tipos, sólo suprimiendo los subterfugios que tienen las corporaciones para evitar pagar impuestos".
Una oposición de pensamiento fiscal contrario
Los partidos opositores PP, Vox, C's manifiestan en la actualidad una posición absolutamente contraria a la subida de impuestos. Las declaraciones al respecto de sus representantes son constantes. Una de las últimas las pronunció el 2 de julio el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, cuando dijo que el presidente Sánchez "debería descartar automáticamente la subida de impuestos" porque "no es el momento".
"Ellos dicen que la política fiscal no debe desincentivar el ahorro, porque el ahorro incentivado favorece la inversión productiva. Y esto es una falacia total: en las últimas décadas no se ha producido esta relación ahorro-inversión. Porque ese ahorro, ya sea de grandes fortunas o sueldos de grandes directivos, se ha destinado a los mercados financieros, no a la inversión productiva".
Si una EMPRESA PRIVADA pide rescate PÚBLICO, se le exigirá que el dinero se use para salvar la empresa, no para que sus dueños se repartan la pasta. Además, para colmo, se te pedirá responsabilidad medioambiental.
— gerardo tecé (@gerardotc) July 3, 2020
Una maldita dictadura, como bien señala ABC. pic.twitter.com/AAtrhVbi4M
Y un Partido Socialista cambiante
La dificultad que entraña cualquier viraje en la política de ámbito fiscal en España reside también en el hecho de que el propio PSOE ha practicado profusamente las orientaciones que en esta materia ahora parece querer abandonar.
Pedro Sánchez declara la necesidad de una reforma fiscal en aras de la "justicia fiscal", un término que Prieto califica de "abstracción sin sentido práctico". Y tampoco cabe tildar de revolucionario un incremento de los tipos impositivos a las corporaciones y rentas altas. "Aun cumpliéndose las pretensiones de UP, en realidad solo estaríamos acercando la carga fiscal a las rentas altas a los parámetros europeos", afirma.
Perspectivas de una nueva fiscalidad
La crisis económica, la oposición frontal de organizaciones patronales y partidos de credo económico neoliberal, así como la habitualmente poco enérgica persecución del fraude fiscal, en principio no auguran un gran recorrido a cualquier iniciativa de cambio en materia tributaria.
"tenemos siete puntos menos de ingresos públicos con respecto a la media europea". Pero también tenemos el doble de fraude fiscal, y cinco puntos menos de gasto público. https://t.co/cBcWk5u2fV
— Santiago Niño (@sninobecerra) July 2, 2020
Pero las circunstancias son excepcionales. "El contexto se encuentra marcado por la emergencia de la crisis sanitaria y la necesidad de la reconstrucción económica tras la pandemia", puntualiza Víctor Prieto. "Y en este clima, es factible que sectores sociales y políticos que tradicionalmente no quieren ni oír hablar de aumentos impositivos, acepten esfuerzos circunstanciales". Y señala una contradicción:
"Algunos de esos sectores 'antiimpuestos' son los que más se están beneficiando ahora de las ayudas públicas, vía exenciones fiscales, ERTE o financiación barata. El profesor Luengo concuerda con él: "Que esos sectores digan ahora que es necesario una inyección financiera ilimitada en las empresas, es una paradoja de un cinismo total".
¿Motivo de fricción en el Gobierno?
El sentir general apunta a que el debate en el seno del Gobierno sobre la conveniencia de gravar con impuestos a las grandes fortunas puede erosionarlo desde dentro. "Pero eso va a depender de aspectos coyunturales, como por ejemplo la inminencia de elecciones autonómicas en Galicia y País Vasco, y, seguramente, también pronto en Cataluña", explica Prieto.
Este politólogo cree que PSOE y UP han chocado en temas como la derogación de la Reforma Laboral, pero en el resto de temas se han entendido porque, en general, "ha predominado la negociación con la patronal y los sindicatos, incluso por delante de las negociaciones parlamentarias".
"Es evidente que en el tema fiscal esto no va a poder ser así, y que solo un acuerdo amplio de las fuerzas de la investidura podría vencer las resistencias de la derecha y la patronal a este respecto. Pero hay que tener en cuenta que en cuestión de impuestos el Partido Nacionalista Vasco, por ejemplo, históricamente ha solido ir de la mano de la derecha", remata.
El telón de fondo de la vocación evasora
España podría recaudar mucho más dinero de no ser por el enraizado fraude fiscal. ¿Por qué es tan difícil de perseguir? Según datos del Sindicato de Técnicos del Ministerio de Hacienda (Gestha), en España se defraudan anualmente 60.000 millones de euros. Gestha asegura que con una ley de prevención y lucha contra el fraude, a medio plazo podrían recaudarse 34.500 millones adicionales cada año, procedentes en su mayor parte de la evasión de las grandes empresas y multinacionales.
Gestha, que agrupa a técnicos e inspectores de Hacienda, declara que el 72% del fraude fiscal que se produce en nuestro país lo llevan a cabo las grandes empresas y las grandes fortunas. | @ctxt_es https://t.co/OChPMdRpsk
— Mónica Andrade (@monicaadepe) April 19, 2018
En un país donde la picaresca está elevada a género literario, puede pensarse que hay una cierta cultura del fraude. "También influye la idea que impera en el inconsciente colectivo de que la política es corrupción", explica Fernando Luengo. "Es decir, para qué vamos a pagar si el principal fraude es el de la clase política. Y eso lleva a pensar que lo privado es eficiente y que donde están todas las corruptelas es en lo público, pero el Estado del Bienestar necesita recursos para mantenerse".
No existe ningún "infierno fiscal" en España y cada vez hay más evidencia que muestra el apoyo mayoritario de la opinión pública a una mayor recaudación fiscal para ponernos al nivel de nuestros socios europeos. https://t.co/y32x9XK1Id
— José Antonio Noguera (@josenoguerauab) July 3, 2020
"El problema ahora mismo es que ese juego se ha revelado una trampa", prosigue en su explicación, "y nos encontramos con Estados sobreendeudados que, ante la falta de recursos fiscales, han de recurrir a los mercados internacionales para financiar ―con un altísimo coste― sus debilitados sistemas sociales. Eso, o vender a precio de saldo pedazos del Estado de Bienestar. Por eso no se puede entender el comportamiento actual de los gobiernos europeos, y de las instituciones comunitarias en general, sin ponerlo en relación con la crisis de 2008 y su precaria e insuficiente superación", concluye Víctor Prieto.