El catador del portal soranews24 Seiji Nakazawa se atrevió a probar un huevo que pesaba 400 gramos y le costó un poco más de 10 dólares en una tienda de Tokio.
"Es lo suficientemente grande por ello usted necesita usar ambas palmas para sostenerlo adecuadamente. Nos inclinamos para observarlo más de cerca, notando que su superficie exterior era viscosa con una membrana transparente", explicó.
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Esa membrana es particularmente fuerte por una simple razón: en la naturaleza los huevos de los octópodos deben ser capaces de resistir las rocas puntiagudas que se encuentran en los fondos marinos y las fuertes corrientes oceánicas.
Según el mercado Yoshiike, no hace falta cocinar los huevos de pulpos. Basta solo con condimentarlo con salsa de soja mezclada con el wasabi o la salsa ponzu. Seiji Nakazawa optó por el de soja que le ayudó a crear un espectacular contraste de color.
Tras una inspección más detallada, resultó que el gran huevo no era nada más que un gran saco para una multitud de huevos pequeños de forma alargada, también transparentes.
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Finalmente, tras probar la primera cucharada, se dió cuenta de que a pesar de que no le gustara la apariencia del huevo y sus contenidos, le encantó comérselo.
"Cuando muerdes ese huevo, vives un momento de elasticidad antes de que salga un sabor rico y cremoso. Es como comer ikura [huevas de salmón que se utilizan como una cobertura popular de sushi], y realmente no sabe a pulpo. Es como comer un delicioso híbrido de ikura y pulpo, y creo que incluso podría gustarme más que el ikura normal", explicó.