El coronavirus no entiende de fronteras y, si bien su efecto más negativo estuvo en las grandes ciudades del mundo, la pandemia se presentó como un problema delicado en localidades fronterizas que en las que varios países se vieron obligados a coordinar sus políticas contra el COVID-19. En Sudamérica, hay un caso muy complejo: el de la triple frontera que une a Brasil, Argentina y Paraguay.
La explosión de la pandemia de COVID-19 modificó abruptamente la realidad en la zona, ya que tanto el Puente de la Amistad (que conecta a Paraguay con Brasil) como el puente Tancredo Neves (que une el territorio brasileño con el argentino) cerraron el tránsito. En realidad, los que cerraron el tránsito fueron los Gobiernos de Paraguay y Argentina, ya que Brasil insistió en su política de priorizar el funcionamiento de economía.
"Brasil hizo oídos sordos a este conflicto. Nunca cerró la frontera. Siempre se mantuvo sin cuarentena y sin medidas sanitarias", dijo a Sputnik el periodista argentino Hugo Armoa, de radio NEA en Puerto Iguazú, que pertenece a la provincia de Misiones, en el noreste argentino.
La coordinación entre los países fronterizos no estuvo exenta de rispideces. Paraguay, por ejemplo, debió enviar efectivos militares a la frontera para garantizar que no continuaran ingresando personas.
Según Armoa, la respuesta más estricta de Paraguay y Argentina tuvo sus resultados: mientras Ciudad del Este y Puerto Iguazú lograron reducir sus casos en los últimos meses (excepto por un rebrote registrado en Penitenciaría Regional de Ciudad del Este), Foz do Iguaçu registra 18 personas en terapia intensiva por COVID-19 en el sexto mes del año. La localidad brasileña arañaba los 700 casos activos al 28 de junio.
"En Foz do Iguaçu nunca se detuvo la actividad económica. Hubo cuarentena solamente por diez días pero ahora vuelven los rebrotes y se va a generar un desborde sanitario", lamentó el periodista argentino.
Armoa advirtió sobre el temor que la situación de la localidad brasileña genera entre los habitantes de la argentina Puerto Iguazú, que registra un único caso activo proveniente de otra localidad de la provincia. Es que el interior de la provincia de Misiones cuenta con 300 kilómetros de frontera seca con Brasil y si bien el puente entre Puerto Iguazú y su hermana brasileña está cerrado, el periodista advirtió que puede seguir ingresando gente de manera informal a través de esos "pasos clandestinos".
"Hay 300 kilómetros que se pueden cruzar en bote, tanto a motor como a remo, y es imposible controlar esos 300 kilómetros", contó el periodista local.
Armoa alertó sobre la dificultad de que la situación de Brasil no genere un "desborde" en la Triple Frontera producto de la falta de controles sanitarios en esos pasos informales, por los que hay personas que todavía transitan.
Puerto Iguazú, asolada por el desempleo
A pesar del riesgo de un rebrote, la situación sanitaria no es el único problema para los habitantes de Puerto Iguazú, una localidad tradicionalmente dedicada al turismo, que según Armoa se encuentra "100% paralizado".
El dato manejado en Puerto Iguazú es estremecedor: desde que comenzó la cuarentena obligatoria, el desempleo trepó al 95%. "Solo están en actividad los agentes sanitarios, la Policía y los gendarmes", ilustró el periodista.

Según Armoa, las asistencias del Estado Nacional —como el Ingreso Familiar de Emergencia— y otros planes provinciales "no llegan a tiempo" o son insuficientes para la cantidad de habitantes que ya no perciben ningún tipo de ingreso.
La esperanza de los habitantes de Puerto Iguazú de una reapertura de los vuelos internos en Argentina para el mes de septiembre se ha visto derribada por los rebrotes en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).
Otra posibilidad para reactivar a la ciudad fronteriza es poder atraer a otros habitantes de la provincia de Misiones. Sin embargo, lamentó Armoa, el golpe que la pandemia significó para todo Misiones dificulta que las familias piensen en gastar en turismo en los próximos meses.