En una finca de Huelva, los responsables de una granja de burros pensaron en ideas para ver cómo podían agradecer a los sanitarios su ardua labor, después de haberse dejado la piel trabajando en primera línea de batalla durante la pandemia por coronavirus.
"El proyecto 'Doctor Burro' es una idea de devolver un poquito, como premio, una deuda que tenemos con el personal sanitario. Con todas las personas que trabajan en un hospital, celadores, conductores [de ambulancias], y que han trabajado tan duramente y siguen trabajando a día de hoy contra esa pandemia del COVID-19", dice Luis Manuel Bejarano, presidente de la asociación El Burrito Feliz.
Cristina, una trabajadora del Hospital de Huelva, cree que interactuar con los burros la ayuda a relajarse. "Estar aquí, además en este entorno, de los bosques de Doñana, de los Bosques de Hinojos del Parque de Doñana, es un entorno natural muy bonito". Otra empleada del hospital, la doctora Teresa Lozano, comprobó por sí misma que la terapia del 'Doctor Burro' le ha servido para superar "el miedo y la incertidumbre" al que se ha visto sometida los días pasados a causa de la pandemia de COVID-19, afirma en declaraciones a Efe.
En las imágenes del vídeo se puede ver la granja de burros y a los animales relacionándose tranquilamente con las personas que se relajan acariciándolos mientras los alimentan con sus vegetales favoritos.
Las actividades que realiza la asociación son completamente gratuitas y aunque, según Bejarano mantener a los más de 20 burritos sale muy caro, asegura que solo el 20% de los gastos se obtienen a través de "pequeñas aportaciones" como apadrinamientos de los animales.
En total son 21 burritos los que conforman esta iniciativa. Entre ellos está Magallanes, que, según Bejarano, es un asno "con un don especial" que se ocupa de visitar a enfermos de alzheimer en residencias de la tercera edad; la burrita Orejitas, la más matriarcal del grupo y el burro Dinio, que tiene 6 años, es canario y un "latinlover" porque es el 'padre' de casi todos los demás asnos, asegura en su web.
Asimismo, el presidente de la asociación considera que a través de este proyecto se busca que el personal sanitario logre la "desprogramación" y así desconecte de sus obligaciones laborales diarias, al menos durante unas horas.
Al igual que en la obra de Juan Ramón Jiménez, Platero y yo, los que decidan adentrarse en esta experiencia por el paraje de Doñana disfrutarán tanto o más que su protagonista: "Yo trato a Platero cual si fuese un niño. Él comprende bien que lo quiero, y no me guarda rencor. Es tan igual a mí, que he llegado a creer que sueña mis propios sueños (…) De nada protesta. Sé que soy su felicidad", narraba su autor. Seguramente para los sanitarios de los hospitales, estos cuadrúpedos ahora también sean parte de su felicidad.