"Desde hace un par de años observamos en Italia el pasaje de un racismo de tipo étnico a un racismo de tipo económico", acotó Stasolla.
La percepción de los extranjeros también depende del aspecto económico: "El italiano no odia al americano que llega como turista, pero odia a las personas que arriban con los botes", o sea a los migrantes indigentes de los países del Tercer mundo.
Carlo Stasolla dijo a Sputnik que durante la cuarentena, impuesta para contener la propagación del COVID-19, el problema del racismo "se neutralizó", pero con el desconfinamiento podrían surgir "verdaderas luchas de clase".
Racismo antigitano
Los italianos tienen sentimientos racistas contra aquellos gitanos que viven en los campos, aseveró Carlo Stasolla.
"Los fenómenos de racismo, explícitos e implícitos, están dirigidos contra los gitanos que viven en condiciones de pobreza extrema y de segregación", a saber, los que están en los campos, puntualizó Stasolla.
Según destacó el experto, la vida en los campos "estigmatiza" a sus habitantes que están en Italia desde hace décadas, la mitad de los cuales todavía no ha logrado obtener la ciudadanía.
"Con la propagación del COVID-19 la gente que está recluida en los campos vivió una cuarentena dentro de una cuarentena, porque son personas que pasan toda la vida aislados del resto de la población", dijo Stasolla.
Según un sondeo de la agencia Swg, publicado en noviembre de 2019, el 55% de los italianos justifica actos de racismo, mientras que antes del 2010 la mayoría de los encuestados los condenaba.