Una de ellas es la vida relajada que se puede hallar en el distrito emblemáticamente bohemio de Lima: Barranco, un lugar frente al mar, con solares antiguos y árboles añosos que ha sido lugar de residencia y reunión de escritores, poetas, artistas y gente inquieta en general.
Auténtico y limeño
Barranco está clausurado por la pandemia y, más precisamente, el Bar Juanito está cerrado desde que el 15 de marzo el presidente, Martín Vizcarra, anunció el estado de emergencia. Y es que "El Juanito, como lo llaman los limeños de manera breve y cariñosa, era algo intocado en una ciudad que se transforma desordenadamente por proyectos inmobiliarios modernos y donde la mística de la vieja urbe se pierde.

El 16 de junio de este año, El Juanito está cumpliendo 83 años funcionando en el corazón mismo de Barranco, y de no haberse sucedido el golpe imprevisto del virus sus viejas mesas de madera estarían llenas de clientes conversando, disfrutando sándwiches de jamón del norte con ají, de sardinas, vasos de cervezas o copas de pisco con César Casusol y su hermano, Juan, al otro lado del mostrador.
"El domingo (15 de marzo) cuando habló el presidente Vizcarra (anunciando el estado de emergencia), realmente nos sentó en la silla porque nos dijo no se abre y no se abre, no había nada que hacer. Como la cuarentena en un inicio era solo por 15 días dijimos: bueno, cerramos 15 días, pero ya van tres meses y la cosa es bien difícil. No vamos a poder reactivarnos hasta que se encuentre la vacuna", dice César Casusol a Sputnik.
Resistencia Bohemia
Nelson Hinojosa, con 42 años y cliente de El Juanito desde sus épocas universitarias, habla desde el hastío entendible. Como todo limeño, quiere de vuelta a su ciudad y eso incluye las conversaciones con sus demás colegas escritores en una mesa del bar. "De haber sabido esto del covid, hubiera pedido más sándwiches y hubiese ido más veces al bar, ¿porque de acá a cuándo se podrá estar de nuevo en El Juanito? No sabemos lo que tenemos hasta que lo perdemos, dicen, y creo que es verdad", afirma con leve pesar.
"Este año yo lo llamo 'un año para sobrevivir', y si sobrevivimos, el próximo año será para pagar todo lo que se debe", dice el dueño del bar, pero que también hace de mesero, de barman y de cocinero, porque esa mística de trabajo duro ha sido otro componente que ha levantado la leyenda de El Juanito, que no cerraba un solo día en la semana.
Tiempos duros corren en Perú, y Lima trata a su manera de conservar las cosas hermosas que la componen. Atados a la esperanza de una vacuna, El Juanito de Barranco aguarda el momento de volver como antes, con mesas abarrotadas, bohemia, música criolla en vivo y tragos futuros para celebrar lo que desean los limeños que alguna vez se convierta en un mal recuerdo dentro de los 83 años de historia de su bar de toda la vida.