A comienzos de mayo los presidentes de Chile, Sebastián Piñera, y de Perú, Martín Vizcarra, habían solicitado ayuda del FMI para enfrentar la crisis sanitaria. Una vez otorgada, los desembolsos en la región desde el inicio de la pandemia se elevaron a 3.517 millones de dólares.
A raíz de esta situación se han renovado las campañas nacionales e internacionales que piden la suspensión del pago como forma de permitir que las economías destinen los recursos previstos para "honrar la deuda" a sobrellevar la crisis y no seguir endeudándose.
Así lo cree también el académico argentino Julio Gambina, quien desde 2016 integra la presidencia de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico (SEPLA).
Desde su perspectiva, los créditos que reciben los gobiernos, lejos de redundar en beneficios para sus sociedades, las condicionan porque "limitan el gasto político, y entonces no hay recursos para vivienda, salud, educación alimentación".
Esos recursos públicos no están porque "tienen que orientarse al pago de los intereses de la deuda, porque encima no se cancela la deuda de capital, se pagan intereses. Entonces es una máquina de transferir riquezas socialmente generadas a través de los mecanismos de la deuda, que potencian la dependencia económica y profundiza los problemas sociales de la región".
Leña (y dólares) al fuego
Este es el panorama de Chile y Perú, dos países que a finales de 2019 veían a sus sociedades movilizadas contra un modelo económico que denunciaban como contrario a los intereses de las grandes mayorías. Hoy por hoy son, detrás de Brasil, los países con peores registros y pronósticos en cuanto a contagios y muertes por la pandemia.
Algo parecido ocurre en Brasil, epicentro continental del brote de COVID-19. Si bien su deuda pública es muy fuerte, es en moneda local, lo cual supone una ventaja con respecto a Chile y Perú.
"Sin embargo en los últimos meses lo que empezó a crecer de manera preocupante es la deuda dolarizada, por lo cual América Latina entra en la mira de los problemas globales", apuntó Gambina.
"Pensemos que América Latina está constituyéndose en el epicentro de la pandemia. Una cosa es que el epicentro sea EEUU, Europa o incluso China que disputa la preeminencia económica y productiva, y otra que lo sea Latinoamérica, un territorio de pobreza, desigualdad, de problemas. Que se resuelvan, entre comillas, los temas con deuda es para preocupación no solo para el presente sino para el futuro".
La senda está marcada
"El camino de México es el adecuado", afirmó Gambina al comentar el anuncio del mandatario, Andrés Manuel López Obrador, acerca de que su país no recurrirá a préstamos internacionales para superar la crisis sanitaria y sus consecuencias.
Esto determina "la subordinación de los países de América Latina a la lógica de decisiones de política monetaria que se deciden en otras fronteras, y no resuelven los problemas de autonomía y desarrollo independiente de los países. Por lo tanto es atinada la posición del presidente mexicano que intenta buscar soluciones alternativas", afirmó Gambina.