Caracas quedó prácticamente detenida a mitad de marzo. La cuarentena obligatoria y el desabastecimiento de gasolina cambiaron el ritmo de una ciudad que se mueve rápido, caribe, y desde temprano en la mañana. Cerraron tiendas, instituciones, centros comerciales, las calles quedaron con poca gente y poco tránsito.
La simultaneidad de cuarentena y combustible volvió a repetirse: el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunció el 30 de mayo la nueva flexibilización de la cuarentena, y el regreso, bajo nueva modalidad, de la gasolina a las estaciones de servicio.
Aumentar el precio significaba, en realidad, ponerle precio. Hasta el lunes 1 de junio, día de comienzo del nuevo sistema, quien cargaba combustible le pagaba al trabajador de la gasolinera una suerte de propina, según un monto decidido por el usuario, y nada más.
El consenso mayoritario en la sociedad era favorable a un aumento, a fijar un precio. Las preguntas eran: cómo y de cuánto sería, teniendo en cuenta la situación de dificultad económica que atraviesa el país. No era un debate nuevo: Maduro había intentado dar ese paso en varias oportunidades.
El tercer intento
Ese planteo, hecho en el congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela, fue luego trasladado a la Asamblea Nacional en enero de 2015 donde, durante su discurso anual, afirmó que era necesario "equilibrar una tabla de precios de la gasolina que se vende en el mercado nacional". Abrió, allí también, "formalmente el debate".
En febrero del 2016 tuvo lugar el primer aumento, acompañado por una suba salarial, y antecedido por una campaña mediática para dar cuenta de la diferencia entre el costo de producción y el precio de venta. El incremento no generó rechazo social, ni impacto económico: fue licuado por la inflación y la gasolina volvió a perder su precio.
En agosto del 2018 ocurrió otro intento de aumento, anunciado dentro de un conjunto de medidas económicas conocidas como el Programa de Recuperación Económica, Crecimiento y Prosperidad, que incluía, entre otras cosas, un incremento salarial y una reconversión monetaria. Allí fueron diseñados algunos puntos que comenzaron a implementarse esta semana.
El peligro que se buscaba evitar era que la equiparación a precios internacionales generara un aumento impagable para los usuarios debido al bajo monto de los salarios, y que, a su vez, no tuviera lugar un incremento de las estructuras económicas de producción, transporte, y precio final.
La reacción de la población, como en el 2016, fue receptiva. La medida no fue implementada y el debate sobre la gasolina quedó fuera de agenda. El desabastecimiento generalizado de este año volvió a abrir las puertas de la discusión y, esta vez, de su implementación.
La emergencia
El incremento de la gasolina fue anunciado pocos días después del arribo de los barcos petroleros iraníes a las refinerías venezolanas. Ese cargamento, estimado en alrededor de 1,5 millones de barriles, fue el que comenzó a surtirse en las gasolineras.
"Tenemos la reserva de gasolina suficiente para dar este paso, gracias a Irán, a mucha otra gente, a los trabajadores de PDVSA (…) es necesario tener una revalorización de este producto tan importante, es un producto que hemos comprado en el exterior", afirmó Maduro al explicar los cambios.
Cada dueño de un vehículo de uso personal, dispone de 120 litros mensuales de combustible subsidiado, en caso de ser un carro, y 60 en caso de moto.
Ese subsidio directo al consumidor retomó el plan elaborado en el 2018. La particularidad es que en esta oportunidad el Gobierno anunció que también existirán 200 estaciones de servicio manejadas por empresarios privados, que venderán sin límite de cantidad a un precio de 0,50 de dólares por litro.
Por último, para evitar el aumento del transporte y de las mercancías, se puso en marcha un subsidio del 100% por un lapso de tres meses a todo el transporte del país, tanto de pasajeros como de carga. Durante ese tiempo se realizarán mesas de trabajo con los diferentes sectores para acordar los precios.
El anuncio significó así la aparición de dos tipos de gasolineras: las subsidiadas por el Estado, y las manejadas por privados, algo nuevo dentro de las políticas petroleras de la Revolución Bolivariana.
Maduro centró en el bloqueo económico la principal causa de las dificultades de gasolina. Ese cerco volvió a incrementarse luego de la llegada de los barcos iraníes. Elliott Abrams, encargado para el caso Venezuela, afirmó haber "alertado a la comunidad naviera de todo el mundo, a los propietarios de buques, aseguradoras, y a los puertos en el camino entre Irán y Venezuela", que no permitan la llegada de gasolina al país.
El objetivo de EEUU, explicó, es "asegurarse de que todos reconozcan que ayudar sería una transacción peligrosa". Parte de la estrategia de Washington es asfixiar la economía e impedirle que se recupere, bajo la premisa de que cuanto peor esté, mayores condiciones habrá para el derrocamiento.
Las calles
La demanda acumulada era mucha. Durante los dos meses de desabastecimiento en Caracas la gasolina revendida llegó a tres dólares por litro. Las colas, en las pocas gasolineras abiertas, eran de cerca de dos días.
Las gasolineras en dólares, por el contrario, no tienen límite de días ni de cantidades. La limitación, como comenzó a comprobarse el martes 2 y el miércoles 3, es que la demanda fue en varios sitios mayor a la oferta, es decir la totalidad de combustible surtido en la estación de servicio.
Junto con eso, el sistema de pago de la gasolina subsidiada resultó más lento que el pago en efectivo en dólares. El resultado es que una parte de quienes esperaban para pagar con subsidio se trasladaron a las gasolineras en dólares, y ambas colas se hicieron largas, y veces inciertas en cuanto a si finalmente se podría cargar.
Se trata del período de prueba de 90 días anunciados por el Gobierno. La estabilización del abastecimiento de gasolina dependerá de varios factores, como la llegada de nuevos buques y la puesta en pleno funcionamiento de las refinerías dentro del país, para lo cual, según explicó el gobierno, los buques iraníes trajeron insumos.
En cuanto a la flexibilización de la cuarentena también dependerá de la evolución de la curva de contagios. Por el momento varios sectores han vuelto a abrir sus puertas, como peluquerías, consultorios médicos, ferreterías, talleres mecánicos, industrias textiles, de calzado o materia prima química. Cada uno con sus horarios y días específicos, como la gasolina.