Este 5 de junio se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente, en un contexto particular debido a la pandemia y a los efectos positivos que está provocando el aislamiento social y la paralización económica, en cuanto a reducción de emisiones y de contaminación en general.
"El aislamiento está evidenciando y potenciando esas problemáticas ambientales, sociales y hasta estructurales. Nuestro llamado desde Greenpeace Colombia es que repensemos nuestros hábitos de consumo y en qué forma queremos volver a nuestra cotidianeidad", indicó la entrevistada.

Céspedes se refería a una campaña lanzada recientemente, que invita "reiniciar la ciudad", con foco en Bogotá. "No podemos depender de una pandemia para respirar un mejor aire”, dice una de las notas que impulsan esta iniciativa.
A dos meses de la cuarentena, de acuerdo con una investigación de Greenpeace, la disminución de las emisiones de dióxido de nitrógeno en esa ciudad se redujeron 27% respecto del mismo período del año pasado.
"La nueva realidad debería estar pensada en ciudades que sean más limpias, seguras, con alimento más saludables, con carriles más amplios para bicicletas para lograr esa reducción de emisiones", enumeró Céspedes.
La entrevistada puso el foco en otro de los problemas que dejó al descubierto la pandemia en Bogotá. "En el contexto que estamos viviendo cobra relevancia la seguridad alimentaria (...) la FAO puso como ejemplo la ciudad de Medellín, donde ya tenían todo un modelo estructurado. Los mismos agricultores que están cercanos a las urbes están proveyendo de alimentos a las personas que están en las ciudades", afirmó.
Pero en Bogotá, además de carecer de esa estructura alimentaria, "las zonas de contagio con COVID-19 están muy cercanas a las plazas de abastecimiento, lo cual perjudica mucho nuestra alimentación". (...) Entrar en la agricultura urbana es básico para tener una ciudad sostenible y asegurar alimentación de todos los bogotanos y bogotanas", señaló Céspedes.
Hacer agua
Según aportó Estefanía González, coordinadora de la campaña Suelta el Agua, la escasez no se debe a razones de cambio climático o sequías, sino de mercado. "En Chile hay una situación muy característica con el agua y es que es privada, es sujeto de derechos de aprovechamiento que han sido entregados completamente a lo privados", dijo.

La activista ambiental resaltó que no solo son privadas las empresas responsables de entregar agua en las grandes ciudades, sino que "el agua misma que corre por el cauce de los ríos tiene dueño con nombre y apellido (...) se les entregó un derecho de aprovechamiento de agua que está expresada en cantidad de litros por segundo que pueden extraer. Y se les entregó para siempre".
"Cuando uno analiza la distribución del agua total disponible, solamente 2% se destina al consumo humano. El resto es para actividades productivas como la industria forestal, agrícola, la minería", lamentó. La consecuencia directa de esta realidad es que "hoy en día más de un millón de personas no tiene acceso al agua potable", añadió.
González aseguró que hay 350.000 personas que aún teniendo "sistemas de agua potable" cuando abren el grifo "no sale ni para lavarse las manos. Eso sucede en los alrededores de Valparaíso, donde la gente no puede protegerse de la pandemia porque el agua que corre por los ríos se destina a usos productivos".
"¿Cómo uno se explica que haya agua disponible para tener todas las laderas de los cerros totalmente cultivadas con especies exóticas y la gente se esté quedando sin agua para tomar?", se preguntó la coordinadora.
Esta situación se da en un contexto "donde la legislación chilena no garantiza el acceso al agua como un derecho, ni en la Constitución ni en el Código de Aguas. Hoy día una persona no puede presentar acciones legales por no tener derecho al agua", concluyó.