Pensada para hacer más entretenidos los paseos de la burguesía del siglo XIX pero convertida en un instrumento de equiparación social, la bicicleta es el vehículo que transporta a diario a millones de personas en todo el planeta, sobre todo en ciudades de Europa y de Asia. Tal es así que en la actualidad ruedan unas 1.000 millones en el mundo.
La bicicleta se presenta como el medio de transporte mejor adaptado para la nueva normalidad que impone el COVID-19, por cuatro factores principales:
- no contamina el aire;
- fortalece el sistema inmunológico;
- combate el sedentarismo causado por el trabajo en casa;
- garantiza el aislamiento preventivo entre las personas.
En efecto, es el único vehículo recomendado por la Organización Mundial de la Salud para moverse durante la pandemia.
"Siempre que sea posible, considere andar en bicicleta o caminar. Esto proporciona distancia física mientras lo ayuda a cumplir con los requisitos mínimos para la actividad física diaria, que puede ser más difícil debido al aumento del teletrabajo y el acceso limitado al deporte y otras actividades recreativas", instó el organismo en un comunicado.
En cuanto al uso de tapabocas no es necesario utilizarlo en ambientes oxigenados y en soledad, pero sí en aquellos trayectos urbanos donde es casi imposible no cruzarse con otras personas. En este caso, se recomiendan los filtrantes o autofiltrantes.
Ciudades poco preparadas
Bici, cicla, chiva, cleta, bicla, baika, rila o birula. La bicicleta recibe numerosos nombres a lo largo de Latinoamérica y se nos presenta desde la infancia como un juguete antes que como un vehículo.
Por su parte, el argentino Gustavo Izus creó Ciclovida y Mundo Pedal, iniciativas que buscan fomentar el uso de la bicicleta en Montevideo, a partir de acciones de concientización y comunicación de una década con la intendencia de la capital uruguaya.
"Esta crisis es al mismo tiempo una gran oportunidad para utilizar la bicicleta, sobre todo por la distancia obligada que te impone, y porque el bus no es lo aconsejable para desescalar esta crisis de salud pública", dice Izus a Sputnik.
En ese sentido, y en medio de la apertura social que experimenta Uruguay desde la semana pasada, discute con las autoridades algunas propuestas para transformar Montevideo, un ejido que destina 80% de sus arterias al transporte automotor.
Entre ellas, armar corredores urbanos ciclistas temporales y reversibles, de manera rápida y con un costo muy reducido, mediante el empleo de vallados, señales y pintura, sin necesidad de obras de construcción.
Además, ampliar la red de ciclovías existentes, reservar el carril derecho en avenidas y reducir la velocidad en toda la ciudad, entre otras.
"Está sucediendo: ya muchas ciudades se sumaron al apoyo de la bicicleta; es un tema básicamente cultural, aquellas ciudades de Europa que hoy usan las bicicletas como medio de transporte antes tenían autos. Fue un cambio de sistema del cual ya no se volvió atrás y está naturalizado a pesar de la nieve y las bajas temperaturas", agrega Izus.
Hipótesis ambiental
Estudios recientes de universidades como Harvard, en EEUU, y Martín Lutero, en Alemania, determinaron que índices elevados de dióxido de nitrógeno (NO2), uno de los principales gases contaminantes emitidos por el tráfico motorizado, "pueden" estar asociados con un alto número de muertes por COVID-19.
La suspensión de la actividad ha permitido que los cielos del mundo se aclaren, logrando niveles de antaño en la calidad del aire. Ese es otro de los objetivos que impulsa el uso de bicicletas: la necesidad de mantener el aire limpio.
La pandemia de coronavirus ya nos hizo copiar de nuestros hermanos asiáticos el uso de tapabocas; tal vez ahora también debamos imitar la forma en que se mueven, y ceder el paso a un pelotón de bicicletas.