Los astronautas de la NASA Robert Behnken y Douglas Hurley a bordo de la Dragon, creada por la compañía SpaceX del magnate Elon Musk, se han convertido en los protagonistas del primer lanzamiento tripulado desde el terreno estadounidense en nueve años. El cohete portador Falcon 9 con la Crew Dragon despegó a las 19:22 GMT, tal y como estaba previsto, desde la rampa 39A del Centro Espacial Kennedy, la misma desde que en 1969 Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins comenzaron su viaje a la Luna.
Para Estados Unidos, el éxito de esta misión de prueba es crítico, tanto para recuperar su estatus de potencia espacial y dejar de depender de las naves rusas, como reducir los costes de los viajes a la EEI de los astronautas de la NASA. Además, el Gobierno estadounidense por fin podrá dar por cumplido el objetivo que fijó hace diez años de realizar misiones espaciales tripuladas en las naves desarrolladas por empresas privadas.
Nueva esperanza
En 2011 Estados Unidos puso fin a los 30 años de su programa del Transportador Espacial. El retiro de la flota suponía la dependencia de las naves rusas Soyuz, que además de tener las inevitables implicaciones políticas, resultó bastante cara: a lo largo de esos nueve años la NASA compró 72 asientos en las naves rusas por un total de más de 4.000 millones de dólares para transportar a los astronautas estadounidenses, europeos, canadienses y japoneses a la EEI y volverlos a la Tierra. Durante ese período, el precio por un asiento aumentó de 20 millones a 90 millones de dólares.
Tras varias etapas del programa, en septiembre de 2014 dos empresas norteamericanas recibieron contratos para construir vehículos espaciales tripulados: SpaceX y Boeing.
De acuerdo con los requisitos de la NASA, las nuevas naves deberían estar equipadas con al menos cuatro asientos, ser capaces de permanecer acopladas a la EEI durante al menos seis meses y en caso de necesidad poder realizar una evacuación de emergencia a la Tierra.
La nave tiene una altura de 8,1 metros y mide cuatro metros de diámetro. Mientras su peso de carga de lanzamiento es de 6.000 kilogramos, el peso de carga de retorno es de 3.000 kilogramos. Consiste en dos partes: la cápsula habitable y el módulo de servicio.
El volumen de la cápsula es de 9,3 metros cúbicos. Esta sección presurizada cuenta con siete asientos. La mayoría de los controles son pantallas táctiles. Esta parte de la nave está equipada con 16 propulsores Draco, que sirven para maniobrar en el espacio, hasta llegar a la EEI, pero el propio acoplamiento a la estación será realizado en modo automático. La cápsula tiene otros ocho propulsores más potentes, denominados Super Draco, que forman parte del sistema de aborto. Este se activará en caso de emergencia durante lanzamiento, y alejará la nave del cohete portador. La cápsula está dotada con dos paracaídas para estabilizarla después de la reentrada atmosférica, y cuatro paracaídas para desacelerar la nave antes del aterrizaje, que se realizará en el océano Atlántico.
SpaceX elaboró trajes especiales para los tripulantes de Crew Dragon. Diseñados por José Fernández, conocido vestuarista de Hollywood que participó en las películas de fantasía y ficción como Thor: Ragnarok, Batman vs Superman, Oblivion y Tron: Legacy, entre otras, son totalmente distintos a los trajes naranjas de los tripulantes de los Transportadores. Resistentes al fuego e impactos fuertes, los trajes de SpaceX son blancos y más cómodos. Se conectan a los asientos a través de un cable para posibilitar comunicaciones y el paso del oxígeno. Los guantes permiten pulsar las pantallas de control táctiles.
Preparativos finales
El 2 de marzo de 2019 Crew Dragon empezó su primer vuelo de prueba hacia la EEI, en la misión Demo-1. A bordo de la nave se encontraba solo un maniquí bautizado Ripley, en honor a Ellen Louise Ripley, protagonista de la saga de ciencia ficción Alien.
A las 07:32 GMT del 8 de marzo Crew Dragon se desacopló de la EEI y comenzó la fase final de su misión. A las 13:45 GMT la nave amarizó en el océano Atlántico, con 136 kilogramos de carga, incluidos los resultados de los experimentos científicos y Ripley.
Luego SpaceX procedió a las pruebas del sistema de escape de emergencia. En abril de 2019, durante unos ensayos de los motores Super Draco, que se encienden en caso de emergencia, se produjo una explosión que dejó destruida una cápsula tripulada Dragon. El accidente retrasó las pruebas tripuladas.
En septiembre de 2019 se ensayó el sistema de paracaídas, en noviembre se llevó a cabo un nuevo test de motores (esta vez sin incidentes), y el 18 de enero de 2020 se realizó con éxito la prueba del sistema de escape de Crew Dragon. Unos 1,5 minutos después del despegue se apagaron los motores de Falcon 9 y la nave procedió al protocolo de emergencia: se separó del cohete portador y se alejó de él con sus propulsores Super Draco. La cápsula amarizó en el océano Atlántico, a 32 de kilómetros de la costa de Florida, nueve minutos después del despegue.
De acuerdo con el plan de la prueba, una vez en órbita, los astronautas deberán probar el sistema de control. Tras unas 19 horas después del despegue, la nave se acoplará a la EEI donde permanecerá varias semanas. Behnken y Hurley cuentan con la autorización de la NASA para hacer caminatas espaciales y realizar tareas de mantenimiento desde el exterior.