Durante la fase 0 del confinamiento, han sido objeto de anhelo y deseo. A medida que la desescalada se asienta, son incluso objeto de pugna callejera. Y de cara al futuro, son referentes para soñar con una pronta recuperación económica. Hablamos de los bares y restaurantes que, con la mayoría del país ya en fase 1, ofrecen la oportunidad de recordar cómo era nuestra otra normalidad, la de antes de la pandemia.
Sirve la clásica caña de cerveza sevillana, adaptada, eso sí, a la situación que impone la pandemia. Es decir, en vaso de plástico de usar y tirar, sin riesgo de contagio y permitiendo la distancia de seguridad. La robótica en la barra evita el contacto entre camareros y clientes, menor riesgo de contagios y mayor control y seguridad alimentaria, por lo tanto.
Mientras tú te intentas librar de la Fase1, algunos bares de España ya te esperan en el futuro, con todos los requisitos: sin contagio, distancia de seguridad y los camareros no te hablan de política pic.twitter.com/wpXHsALXs6
— Sputnik Reporteros (@Sputnik_Report) May 22, 2020
Los luditas, los románticos, detractan que este robot "ni es simpático, ni te mira, ni hace nada de nada" dice uno, otro recuerda que "un camarero es más que un dispensador de cerveza, te mira y te saluda y si eres del barrio tenéis conversación", son los clientes resignados. Pero el Gitano loco atrae muchas miradas curiosas y silencioso, entre genuflexión y giro de muñecas y tuercas, sigue despachando cañas.
"Por ahora está siendo una sensación, nos hemos visto desbordados, y eso que ahora no podemos tener gente dentro del local", cuenta Alberto Martínez, el responsable del bar y de la cadena La Gitana Loca, con 10 establecimientos en el país.
En su terraza de la Cuesta del Rosario, sus tres veladores están ocupados constantemente y hay lista de espera para sentarse a disfrutar de la tarde-noche primaveral. En el interior del local, solo un camarero y el robot están activos.
"Lo del robot es también una campaña de visualización que hacemos, obviamente el negocio no funciona en estas condiciones, dependemos exclusivamente de las terrazas y más allá de las palabras, no contamos con ayuda del Ayuntamiento", lamenta el empresario.
Bares como termómetro económico
Este negocio es uno de los casi 5 mil bares y restaurantes de Sevilla, la mayoría, permanecen en ERTE y no abrirán hasta septiembre, "¿cómo lo iban a hacer, sino tienes terraza no puedes funcionar. El BOE, además, daba permiso a los Ayuntamientos para duplicar el espacio disponible para los negocios, pero en Sevilla, la administración sigue funcionando muy lentamente".
Otro indicador de la actividad económica en la hostelería, lo encontramos en la empresa de Álvaro Fernández, Numier TPV, con un software propio, se dedicada a informatizar y digitalizar negocios, en su cartera hay más de 3 mil establecimientos en todo el país.
"Esto es un desastre absoluto, el sector se mueve entre la locura y el nerviosismo, hay que tener en cuenta que hay tantas realidades como negocios, hay muchas variables, ahora la esencial es si tienes o no terraza". Álvaro comparte como los negocios de zonas menos afectadas por COVID–19 y turísticas, pero de viajero nacional, se muestran más optimistas, "en cambio en zonas de turismo extranjero, Costa Brava, Barcelona, Baleares y Canarias o la Costa del Sol, ahí la gente está muerta de miedo", apuntando que muchos pasarán de ERTE a ERE.
O sea, probablemente, uno de los camareros que atiene en su bar de referencia se irá a la calle. "La hostelería durante los próximos meses tiene que aprender a cambiar la noción de despido. Más valen 10 heridos que 50 muertos", reflexiona Álvaro, "es decir, despedir puede ser la única manera de salvar al resto de la plantilla. Aunque suene mal, hay que quitar la connotación negativa de destruir empleo".
Comportamiento del consumidor
El largo plazo es incierto, la gran pregunta que se hacen todos es si cambiará el rol del cliente, si la gente adaptará sus hábitos de consumo a los espacios domésticos y al take away. La mayoría de consultados opina que la gente quiere volver a la normalidad y los bares son el mejor testeo de ello. En la terraza sevillana de la Gitana Local, 4 amigos llevan más de ocho horas acantonados en su mesa.
"Solo hay tres mesas en toda la plaza, así que en cuanto la hemos visto libre nos hemos sentado y nos hemos hecho fuertes", comenta entre risas Sebastián, "lo que más echaba de menos es que me sirvan mi comida y después mi cubatita".
En la misma mesa Mª Carmen cuenta que quedaron por primera vez el sábado, pero no encontraron ningún bar con sitio, hoy mantienen su mesa como un tesoro, "es que lo que más hemos echado de menos es poder estar así, juntos con los amigos, antes nos reuníamos a diario, ¡así que hoy estamos haciendo comida, merienda y cena!".
Está siendo muy difícil encontrar el equilibrio entre la vuelta a la actividad, las nuevas reglas del juego y la demanda de la clientela. Expulsando el consumidor a las terrazas, todo depende de la cantidad de veladores y la reducción de gastos para el empresario.
"Abrir la persiana cada día es un reto, sobre todo si desde el gobierno cambian continuamente las reglas del juego, por ejemplo, yo abrí el día 11 y el día 13 el Ministerio de Trabajo volvió a modificar las condiciones del ERTE, ahora, yo como empresario, asumo parte de los seguros sociales de los trabajadores reincorporados y de los que siguen en ERTE. Con esta regla, a muchos no nos salen las cuentas". Con la terraza funcionando al 50% por decreto del BOE y la ampliación de espacio estancada por las Gerencias de Urbanismos municipales, la entrada de liquidez sigue siendo mínima.
Además, el sector viene siendo objeto de persecución por parte de la Policía, como denuncian desde la Asociación de Hosteleros de Sevilla, el mayor ente aglutinador de la capital. En los 4 primeros días de la Fase 1 la Policía anotó casi 200 infracciones en establecimientos hispalenses. La asociación pide "sentido común" a las fuerzas del orden, que señalan aglomeraciones indebidas en veladores y mesas altas, donde solo pueden reunirse dos clientes, recuerdan.
Al fin y al cabo, se trata de seguridad colectiva. Por mucho que logremos aplanar la curva y por mucho futuro robótico que llegue a nuestros bares, los espacios de convivencia, incluso aquellos donde la distancia está llamada a romperse como un vaso medio vacío, o sea, los bares, deben adaptarse a la nueva realidad, por muy anormal que sea.